Temas de play off
Cambiar un pitcher... difícil decisión
SIGFREDO BARROS
Dos hombres de diferentes nacionalidades, ambos profundos conocedores del béisbol desde dos diferentes puntos de vista —el práctico y el estadístico—, coincidieron una vez en la siguiente afirmación: una de las decisiones más difíciles de un mentor es la de cambiar un lanzador, conocer el momento preciso en el que se impone la sustitución.
Osbek
Castillo: su relevo de un inning y dos tercios impidió el desborde espirituano.
Tanto el cubano Preston Gómez como el norteamericano Bill James me darían la razón si leyeran este comentario pues, en mi opinión, tanto Lourdes Gourriel como Rey Vicente Anglada vacilaron un instante en reemplazar a sus serpentineros, uno abridor, el otro relevista, en el primer choque de cuartos de finales que enfrentó a los Gallos espirituanos y a los Leones capitalinos.
Después de un primer inning en el cual Industriales no anotó de puro milagro, sin poderles sacar provecho a dos sencillos y un par de boletos, resultaba evidente que el derecho Yovani Aragón tenía los minutos contados en el box. Y, luego de sacar un par de outs, soportó triple, dos jits más y regaló un pasaporte. Bases llenas y en el home plate Scull. Era aquí donde se imponía traer al zurdo Ramón Licor. Lourdes quiso darle una oportunidad a su abridor. Y le costó cuatro carreras.
Otra fue la situación con la nave industrialista. Tras ocho entradas de loable trabajo, Deinys Suárez le dejó la responsabilidad a un cerrador. Decisión correcta, no obstante las críticas de la afición en muchas peñas de la capital. Esa es la tónica del béisbol moderno, donde el acápite de Juegos Completos ha sido sustituido por el de Juegos Salvados.
Pero el novel Frank Monthieth, un derecho de 18 años con mucho futuro en su brazo, no pudo mantener la ventaja, bateado libremente por los espirituanos. Un jit, otro, y otro. Era este el momento crítico. Monthieth estaba de más en el montículo. Anglada le permitió enfrentar a un cuarto rival. Y le costó cuatro carreras.
Por supuesto, todo el mundo comprende la tremenda presión a la que están expuestos los directores de equipos en la post temporada. Cada juego puede ponerlos al borde del éxito o del fracaso. Nadie, o muy pocos, analizan el jugador que no bateó en el momento oportuno o el lanzador cuya efectividad estuvo por debajo de lo acostumbrado. Los peloteros ganan. Los mentores pierden.
Pero de ellos es la responsabilidad, en última instancia, de un cambio a tiempo. En el béisbol se toman innumerables decisiones en cuestión de instantes: quién batea de emergente, cuál es el relevista adecuado, mando o no a robar. Y, sin duda, la más difícil, la más controvertida de todas es la de cambiar a un lanzador en el momento preciso.