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Tony Ginestá, gente con historia
PEDRO DE LA HOZ Entre los valiosos títulos que ha puesto a
circular la Casa Editora Abril en las sedes de la XXI Feria
Internacional del Libro —cuyo ciclo, como se sabe, culminará
el 4 de marzo próximo en la región oriental—, quisiera
destacar uno, Tony Ginestá: burlando el asedio, por
la atención que debe prestársele a una zona de la literatura
testimonial cada vez más necesaria en la formación ética de
los cubanos llamados a protagonizar el perfeccionamiento y
consolidación de nuestro modelo socialista en este siglo. Es frecuente, y hasta lógico, que los
relatos épicos se inspiren en personajes conocidos, de esos
que marcan o deciden el rumbo de determinados
acontecimientos o de una época. Pero cuando se termina de
leer una obra como la que reseñamos, escrita por Alberto
Alvariño Atiénzar, se tiene también la certeza de que sin
esos otros individuos menos conocidos, la épica no hubiera
resultado. No se trata en el caso de Ginestá, ni de
muchísimos más que contribuyeron a la forja de una nación
libre, independiente y justiciera, de perfiles que se
correspondan estrictamente a lo que dos eminentes
historiadores cubanos, Juan Pérez de la Riva y Pedro
Deschamps Chapeaux, llamaron "gente sin historia". El protagonista del libro —natural de Mayarí,
residente en su primera juventud en Santiago de Cuba y luego
establecido en Camagüey— rechazó desde muy temprana edad la
ignominiosa condición política, social y moral de la
República neocolonial, se hizo hombre de acción en la Joven
Cuba de Guiteras, repudió el golpe de Estado del 10 de marzo
de 1952, se adhirió al Movimiento 26 de Julio, se convirtió
en luchador clandestino, participó en un comando durante la
huelga del 9 de abril de 1958, se vio forzado al exilio en
México y tras el triunfo de Enero fundó la Policía Nacional
Revolucionaria, intervino en el operativo que frustró la
intentona contrarrevolucionaria de Huber Matos y, más tarde,
luego de licenciarse del cuerpo armado por una dolencia
cardiaca a la postre fatal, destacó por su honestidad e
intransigencia en tareas de inspección del sector de
comercio. Aún dicho así, apretadamente, se puede
observar cómo la historia de Ginestá forma parte de la
Historia. Alvariño, quien lo tuvo en Camagüey por maestro en
el oficio de impresor gráfico y en su propia iniciación
revolucionaria, lo reconoce como "el héroe pequeño y cercano
que tiene todo ser humano, el referente inmediato que
conservo". Al leer esas palabras, escritas en el primer
capítulo del libro, evoqué los memorables versos de Bertolt
Brecht, Preguntas de un obrero ante un libro, en los
que interrogaba: "Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién
la construyó? (¼ ) La noche en
que fue terminada la Muralla China, ¿adónde fueron los
albañiles? Roma, la Grande, está llena de arcos de triunfo.
¿Quién los erigió?" Este domingo, 26 de febrero, se cumple el primer
centenario del nacimiento de Ginestá. Una buena manera de
recordar a ese ser esencialmente bueno será sabiéndolo útil
desde el ejemplo. |