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La Fiesta es para Ambrosio Fornet: el editor que escribe, el escritor que edita

Madeleine Sautié Rodríguez

Foto: YAIMÍ RAVELO.Cuando Ambrosio Fornet me habló de los títulos suyos que saldrían para la Feria del Libro que se le dedicaría en febrero del 2012, junto a Zoila Lapique, Premio Nacional de Ciencias Sociales, a este renombrado intelectual, me dijo con la noble modestia que lo caracteriza: "Espero que alguno de ellos caiga un día en tus manos, decidas echarle un vistazo y descubras de pronto algo que te interese."

No le dije entonces a este venerable escritor dignificado con los honores de ser Miembro de Número de la Academia Cubana de la Lengua, el de ser Premio Nacional de Literatura 2010, y también Premio Nacional de Edición 2000, por solo citar algunos, cuánto le ha estado debiendo y cuánto le agradece, desde hace más de dos décadas por toda la literatura que puso en sus manos a modo de surtidor, la generación a la que pertenezco, que tuvo el privilegio de beberse, gracias a la faena editorial emprendida por él, lo más valioso de las letras universales.

PRIMERAS ATESORADAS LECTURAS

De su niñez y adolescencia, cuyas memorias guardan un sagrado acercamiento al valor de la palabra y a los libros, recuerda:

"La escritura, es un acto casi reflejo, cuando uno aprende a escribir uno descubre que las palabras no sirven solo para que lo llamen a uno a almorzar o para decir que no quiere uno tomarse la sopa; sino para expresar su propia identidad, su propio yo, sus sentimientos. Ahí la palabra comienza a adquirir un sentido más íntimo, más entrañable."

"En la casa encontré siempre libros españoles, a Blasco Ibáñez, por ejemplo. Pero para mí fue revelador toparme con El tesoro de la Juventud, que en 20 tomos contemplaba toda la literatura, la ciencia y la técnica, que puede seducir a un adolescente. La joya la había comprado a plazos mamá allá por los años 20. También, me encontré con libros raros de Luis Felipe Rodríguez como La pascua de la tierra natal."

"En este punto de partida hubo al principio un rechazo hacia la literatura cubana. Ese mundo campesino, ingenuo, demasiado violento, chocaba con las lecturas principales de aquel otro anterior de fantasía, de fábulas de Esopo, o de por qué brilla el sol, o qué fueron realmente los gnomos y las hadas. Los de Luis Felipe eran recios, apegados dramáticamente al dolor humano, al mundo del campesino y eso me parecía extremadamente testimonial, solo después me llamó esa literatura la atención.

PARA LA EDICIÓN, EL CUERPO Y EL ALMA

La labor de rescate de las obras de la Literatura universal a la que se entregó en cuerpo y alma el agasajado de este elogio en los primeros años de la Revolución es pieza imprescindible de los alcances de entonces, y de los posteriores, del nivel cultural de los cubanos. El añorado triunfo presuponía un mundo por delante, pero también por construir, y en el campo editorial cubano todo estaba por hacer.

"Antes de trabajar en Arte y Literatura mi trabajo fue primero, en la Editorial del Ministerio de Educación. Allí debíamos adaptar ciertas obras para niños y jóvenes. Colmillo blanco o Tom Sawyer, por ejemplo, estaban traducidas al español de España, pero era necesario llevarlas a la norma nuestra. Por otra parte, estaban las grandes adaptaciones demasiado elaboradas. Fue necesario hacer un trabajo de edición sobre el texto mismo respetando religiosamente lo que hubiera que respetar. Ese fue mi entrenamiento mayor, pero el gran hecho es que fue al lado de un hombre tan respetable y tan notable que hizo que yo también le tomara un gran respeto al trabajo. Se trataba de Herminio Almendros. Me di cuenta de que a su lado estaba aprendiendo mucho."

Después pasé a la Editorial Nacional lo cual me resultó extremadamente atractivo pues tuve también la suerte de trabajar a las órdenes de otro grande de las letras, Alejo Carpentier. Pasaba de un notable pedagogo a un notabilísimo novelista. Allí tenía también el atractivo de que podíamos publicar. Para ello se nos pedía que hiciéramos nuestro propio plan editorial."

Junto a Edmundo Desnoes emprendió la bella pero difícil faena de dirigir las colecciones de Arte y Literatura que afortunadamente entre 1960 y 1962, y gracias al desvelo de la Imprenta Nacional, tenían adelantadas las novelas imprescindibles de la literatura universal de Europa, con El Quijote en primer lugar, y no pocos clásicos de la poesía y el teatro.

Pero faltaba casi toda la literatura del siglo XX. La ingente tarea de actualizar el plan editorial y crear nuevas colecciones que nutrirían el sustrato cultural de pueblo, descansaban sobre los hombros de este hombre que habiéndose iniciado en el mundo de las letras desde el prisma del escritor se vio feliz y entusiastamente obligado por las circunstancias a torcer el atajo que lo llevaba hasta el libro de ficción y convertirse en uno de los más paradigmáticos editores de la isla.

"Al seleccionar las obras con que iniciaríamos esa labor pusimos en los tres primeros lugares a James Joyce, Franz Kafka y Marcel Proust. Es decir, la vanguardia de la vanguardia. Los clásicos del siglo XX. En la colección Cocuyo, y en varios años a los que han llamado la Edad de Oro de la Publicación en Cuba sacamos a la luz toda esa literatura."

PERO ANTES FUE ESCRITOR

El bienestar que experimentan los que sienten gozo cuando saben que han cumplido cabalmente su deber acompaña a todas partes a este editor empedernido que publicó su primer libro de cuentos, A un paso del diluvio, en 1958, en España.

"Lo había escrito en Bayamo, de ahí me fui para Nueva York y después salté para Madrid. El libro estaba impregnado de una visión religiosa de la vida, del mundo, y tiene la influencia estética de Kafka. No se ha reeditado, entre otras cosas, porque yo traté de olvidar el libro. Estaba como buscando una verdad y pensaba que esa verdad era religiosa. Un libro metafísico con un espacio de nostalgia de lo que no es, de lo que no existía. Cuando regreso a Cuba en el 59 me encontré con otra realidad que era el triunfo de la Revolución y que me hizo poner los pies en la tierra. Y cuando empiezo a escribir cuentos y relatos de nuevo, lo hago de otro tipo, de otra naturaleza, ya Kafka quedaba atrás.

EL CRÍTICO DE SU GENERACIÓN

"Llego a Cuba en septiembre del 59, y me encuentro con que todos mis amigos escriben cuentos y todos me los dan a leer. No lo hacían porque yo fuera un genio, no, sino porque yo les hablaba claro. Se acostumbraron ellos a enseñármelos y yo a leerlos. Llegó a decirse: ‘Si Ambrosio no los ha leído no se los van a publicar’. Acabé cogiéndole el gusto a criticar a los demás y no a ser criticado y me fui convirtiendo en lo que llamaron el crítico de su generación."

Sin que este hecho, y el de la crítica literaria propiamente dicha significara —aunque obviamente lo alejaba de su vocación primera de escritor— un impedimento, y lo distanciara de su propia creación, anduvo y se forjó, Fornet, enmascarado casi en la anonimia por la senda memorable de la creación de la cultura revolucionaria.

"Yo no pensé entonces en mi propia obra creativa, para mí mi obra creativa era la obra que publicábamos. Un día me dijeron en jarana que publicara mis ‘Solapas Completas’. Cada libro en el que trabajaba se me convertía en un texto y en una crítica que estaba en el anexo con esa especie de valor añadido y se me hacía autónomo con el prólogo y los anexos."

SEDUCIDO POR EL CINE

Los "aterrizajes" inesperados han sorprendido más de una vez la vida profesional de Ambrosio Fornet, pues no solo fue a dar al mundo de la edición imprevisiblemente. El celuloide tiene con él también deudas de gratitud. Tiene a su haber el liderazgo de un proyecto editorial de varios volúmenes sobre dramaturgia cinematográfica a raíz de inaugurarse la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Fue jurado, en 1981, del III Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y ha compartido sus experiencias en el medio en talleres de guión y dramaturgia cinematográficos.

"Entré al cine por la vía de la crítica literaria. Por allá por el 75 a mi amiga Marcia Leiseka la nombran directora del Departamento Educativo del Ministerio de Educación. Se estaban preparando documentales didácticos para las escuelas. A mí se me llamó para ser en principio una especie de asesor crítico. Pero terminé haciendo tres documentales que disfruté mucho. El primero era uno sobre Cecilia Valdés, el otro era sobre la poesía de Nicolás Guillén donde el Poeta Nacional, a quien pude entrevistar para ese trabajo, recitaba sus versos. El tercero se llamaba Viva Cuba libre, y abordaba los dos primeros meses de la guerra de independencia".

"Un día Enrique Pineda Barnet se me acerca y me dice: ‘Quiero que me hagas el guión de una película’, hice entonces para el cine aquella historia de Lidia y Clodomira, las mensajeras del Che y de Fidel. Después escribí, cumpliendo con un pedido de Pastor Vega, Retrato de Teresa. Con este trabajo, asevera jocosamente— me convertí en el estandarte del feminismo en América Latina.

"Íbamos al cine Pastor y yo para ver la reacción del público y siempre era la misma historia. Salían las parejas discutiendo. Creo que nunca hubo más divorcios en Cuba."

PARA ÉL UNA FERIA

Justamente ganado está el distingo de ser uno de los intelectuales a los que se dedica la XXI Feria Internacional del Libro, espacio como ninguno para que tenga el público bien de cerca al autor de Narrar la Nación en numerosas acciones culturales, como el coloquio que se le dedicará para, en un cronometrado espacio en el que no cabe la labor extraordinaria sostenida ininterrumpidamente por cinco décadas, al menos abordar los momentos más significativos de su encomiable vida laboral.

Cinco son las publicaciones suyas que engrosan el catálogo de títulos de esta sonada fiesta literaria, entre ellas las reediciones de El libro en Cuba y Narrar la nación. Saldrá una recopilación de ensayos, artículos y críticas con el rubro de Rutas críticas. También verán la luz una serie de entrevistas, realizadas al autor en Cuba y en el extranjero durante los últimos veinte años, que él mismo ha nombrado A título personal. Estas publicaciones llevan el sello de Letras Cubanas, mientras que con el de Ediciones Bayamo saldrán varias narraciones, escritas a principios de los años sesenta, a las que se suman varios textos que tienen que ver con Bayamo, tierra que lo vio nacer y en la que vivió hasta los 25 años. La novedad ha sido titulada por su autor: Yo no vi ná y otras indagaciones. El título cobra vida de una palabras emitidas por un niño discapacitado, protagonista de un cuento, que trabaja como limpiabotas y que, aunque "vio todo lo sucedido en el cuartel de Bayamo cuando empezaron a matar a los asaltantes en el patio", él, por razones particulares, lo niega.

Ya la Cabaña está lista para acoger en sus predios a todos los fieles de los libros. Allí, rodeado de esas raras pero incuestionables joyas de papel que figuran entre sus más raigales amores estará Ambrosio Fornet, esperando a los invitados para celebrar en intensas jornadas de beneplácito ese banquete placentero que es la Feria que bien merecida se la tiene.

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