...Noticias / Domingo 19 de febrero..

El sueño de todos los años

FÉLIX LÓPEZ

Días atrás, mientras hablaba a un auditorio de novísimos periodistas, el notable intelectual Fernando Martínez Heredia, prologuista del libro que aquí comento, les regalaba un concepto muy personal: "Revolución es convertir lo imposible en algo posible, y después en realidad".

Sobre cómo elevar esa fórmula a la praxis trata El año de todos los sueños (Editora Abril), libro que Germán Sánchez Otero escribió para transportarnos a 1961, uno de los años más fecundos y míticos de la entonces naciente revolución cubana. En aquellos doce meses, entre otros hechos históricos importantes, se desarrolló en Cuba la Campaña de Alfabetización, que puede considerarse como la cresta de aquella ola de transformaciones sociales que cambió el destino de esta Isla y de su gente.

Germán, que entonces era un quinceañero más entre aquel ejército de 100 000 adolescentes, guardó por medio siglo su diario de alfabetizador y más que eso, conservó intactas las emociones, enseñanzas y sueños de aquella aventura al corazón de la Cuba profunda, donde además de enseñar a leer y a escribir a sus compatriotas, se fueron a descubrir cómo ser más plenos, más libres y más útiles.

Ahora, a través de un singular testimonio novelado, Germán nos presenta a Gabriel, ese muchacho inquieto y soñador, que parece dialogar, fundamentalmente, con los jóvenes de hoy, a quienes trata de tú a tú, sin teques ni consignas, para acercarlos al ya lejano 1961 de sus padres y abuelos, aquel año que comenzó a ser historia desde el 3 de enero, cuando faltándole solo tres semanas para entregar la presidencia de Estados Unidos, Eisenhower decidió romper las relaciones diplomáticas con Cuba. Tres meses después, mientras el ejército alfabetizador se preparaba en Varadero, a pocos kilómetros de ellos, en Playa Girón, el imperialismo sufría su primera derrota militar en América Latina.

Pero para Gabriel, el protagonista de El año de todos los sueños, 1961 también estaba marcado por otros acontecimientos: ese mismo año, mientras él levantaba su primer vuelo entre las piernas de una mujer, allá en Liverpool comenzaron a escucharse los Beatles; se colocaron los primeros ladrillos del muro de Berlín; y Yuri Gagarín se convirtió en el primer ser humano en orbitar la tierra¼ Al recrearnos el mundo de Gabriel, Germán nos ha contextualizado a la Cuba de 1961 y nos ha revelado la fórmula con que la revolución atrapó entonces a la inmensa mayoría de los cubanos: no les dijo crean, les dijo lean¼ ; no les dijo miren lo que vamos a hacer, les dijo participen.

Coincidimos con Fernando Martínez Heredia cuando enumera en el prólogo las virtudes de este texto: es veraz y atrayente, logra un valioso ejemplo de comunicación testimonial, recrea acertadamente hechos de relevancia histórica, inserta con éxito una subtrama "policíaca" y nos traslada, casi cinematográficamente, a pasajes y lugares emblemáticos de La Habana de entonces, como los solares y las bodegas de barrio, donde podemos sentir el palpitar de la gente y sus relaciones humanas tal y como eran entonces.

Al decir de Fernando, "en muy buenos momentos nos devuelve este libro aquel año de todos los sueños. Esta narración hermosa milita a favor de la confianza en nosotros mismos, y nos permite constatar que las mejores realidades y las más trascendentales son las que hemos construido a partir y al calor de los sueños"

A El año de todos los sueños, además, tendremos que agradecerle habernos presentado al Germán Sánchez Otero narrador. Porque hasta este libro, quienes hemos tenido el privilegio de conocerlo, sabíamos del profesor y del sociólogo, del ensayista y del estudioso del Che Guevara, del diplomático y del revolucionario martiano-bolivariano, del cronista y del intelectual, pero es en este texto donde Germán nos revela sus potencialidades para tomar por asalto la literatura y continuar explorando el espacio mágico de la creación.

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