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...Noticias / Sábado 18 de febrero..
Dobru, mi Suriname, nuestro Caribe
Madeleine Sautié
Rodríguez Solo un profundo amor por la patria, y un
orgullo irreverente que le pretendieron en vano ultrajar,
pueden haber conseguido en el niño que fue el intelectual y
político surinamés Robin "Dobru" Raveles (1935- 1983), una
actitud como la que lo reveló al mundo en calidad de poeta.
Un profesor de holandés, idioma oficial de
Suriname, no cesaba de hacer en una de las clases,
sarcásticos comentarios en detrimento de la lengua popular
de sus habitantes, el sranang togo, asegurando que
era demasiado pobre para escribir en ella poesía. El entonces estudiante de Secundaria Básica,
indignado con las injustas censuras que le dolían bien
hondo, le llevó al otro día un poema, escrito por él en esos
códigos lingüísticos, que desmentían las absurdas
aseveraciones del censor. La abuela del joven bardo montó en
cólera cuando supo que los versos referían su supuesta
muerte aunque terminó divirtiéndose mucho alegando que el
nieto la había matado en vida. Los rasgos del carácter, ya se sabe, se
dejan ver desde la infancia y Robin "Dobru" Raveles, quien
se convertiría después en un ferviente luchador por la
identidad cultural y política de Suriname, y más tarde en el
Poeta Nacional de ese país caribeño, anunciaba con sus
actos, desde su niñez, que sería un hombre singular. La vida de este escritor, que a tres meses
de obtener su título universitario de la carrera de Derecho
fue expulsado del centro de altos estudios por lanzar
críticas al gobierno colonialista que dominaba su país, e
internado por esa causa en prisión, ha sido recogida por la
doctora Cynthia Abrahams en el título Robin "Dobru"
Raveles, que tuvo por estos días, en la Feria
Internacional del Libro, su espacio en la Sala Nuestra
América, para ser presentado y con él la primera
participación de ese país en el evento. Para la profesora Abrahams, doctorada en la
Universidad de Amsterdam, fue una revelación la poesía de
esta figura que halló por azar en una antología del Caribe
anglófono mientras preparaba una de sus clases hace más de
tres décadas. Fascinada con el hallazgo, investigó sobre
el Caribe, en Suriname, en la Casa de las Américas y en el
Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, y descubrió que
la obra estaba muy relacionada con su vida en la que había
desarrollado una ferviente carrera política sustentada en la
búsqueda de la identidad nacional, y por la integración de
su país al resto del Caribe. Los más cruciales momentos de la vida de
este pionero del movimiento nacionalista que se dedicó a
trabajar por su país y por su pueblo, promoviendo la cultura
nacional y caribeña, y convocando a los jóvenes a defender
el ideal a favor de la liberación y a combatir el
colonialismo y el imperialismo, aparecen bien explícitos en
la obra. Su admiración por el Che y por Fidel; su
papel en la Fundación del Partido Nacionalista Republicano
en 1961, cuyas pretensiones eran ganar la independencia de
Suriname lo antes posible y crear una nación plenamente
unificada, y su activismo político vertido vehementemente en
su obra literaria, puesta en función de su pueblo para
educarlo y para difundir el mensaje de nacionalismo, son
coordenadas puntuales en el volumen. También recrea, por solo referir algunos de
sus compromisos, el papel conductor de este apasionado, cuyo
verbo incansable surtió el efecto deseado cuando consiguió
que fueran invitados a Carifesta 72, no solo Suriname y las
Antillas Holandesas, sino también los países caribeños de
habla francesa e hispana. La especial relación con Cuba, con Guillén y
con el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, está
tratada también en estas páginas que arropan la corta pero
fructífera existencia de este bardo, que le ofrendó a su
tierra aquellos sentidos versos del más afamado de los
poemas que en su nombre se han escrito: Un Suriname/
cuántos cabellos diferentes/ piel de cuántos colores/
cuántas lenguas en un solo pueblo. |