...Noticias / Jueves 16 de febrero..

Sergio Pitol

Un mago de México en La Habana

MICHEL HERNÁNDEZ
michelher@granma.cip.cu

foto: JosÉ M. CorreaSergio Pitol llegó hasta La Cabaña para asistir a la presentación de la edición cubana de su libro El viaje (Torre de Letras 2010). Durante el encuentro, el Premio Cervantes 2005, de 79 años, siguió con interés las intervenciones de un panel que abordó las diferentes claves de su obra literaria. Pero rodeado de ese misterio de quien lo ha visto ya casi todo, parecía que, mientras las palabras lo colocaban en la elevada dimensión que ocupa en las letras universales, el escritor mexicano volvía a desandar en la memoria los paisajes, los personajes, y las esquinas del mundo que retrató para siempre en su magistral carrera.

La producción intelectual del autor de El arte de la fuga y El mago de Viena, quien también alcanzó el premio Juan Rulfo en 1999, no puede enmarcarse estrechamente dentro de ningún género literario. Su literatura, eso sí, tiene mucho de escritura cinematográfica. Algo que explica que, al leer sus obras, uno pueda caer preso del arrobo de leyendas que cobran vida ante los ojos como las escenas de una película autobiográfica.

La obra de Pitol (Puebla, 1933) le debe mucho al viaje, ese género literario que, aun sin serlo, ha influido de forma decisiva en muchos autores a través del tiempo. Pero en él esta práctica adquiere connotaciones especiales. Porque, como explicó el investigador Jorge Fornet, Pitol toma distancia de cualquier indicio de exotismo para adentrarse realmente en el espíritu de los lugares que visita, en las pequeñas historias que sobrevuelan las vidas de las personas, en los escenarios más extraños y luminosos de las grandes urbes.

Por eso, no resulta casual que mientras uno lee sus libros pueda tener el privilegio de imaginarse recorriendo las calles de Moscú, de Praga, de México, o de cualquier rincón donde el escritor haya plantado su casa alguna vez.

Sergio Pitol no ha sido publicado lo suficiente en Cuba. Hasta el momento, solo había noticias de la puesta en circulación, por Casa de las Américas, de ese memorable título que es Nocturnos de Bujara. Sin embargo, la isla ha influido de manera muy particular en el alcance de su obra. De hecho, un joven Pitol, con apenas 20 años, realizó una fugaz visita a La Habana de los 50 que marcaría indudablemente sus inicios literarios.

"Fueron dos días muy intensos en los que conoció el Barrio Chino, y el teatro Shanghai, asistió a una representación de Pigmalion y llegó a participar hasta en una revuelta", dijo Fornet al evocar una de las anécdotas que recoge Pitol en su libro Memorias.

El investigador, acompañado por la poetisa cubana Reina María Rodríguez, y los mexicanos Roberto Culebro y Rodolfo Mendoza, también hizo énfasis en las obsesiones de este imprescindible autor. Entre ellas, claro está, aparece como un mantra su eterno recorrido por los escenarios del mundo. "Es un hombre que ha viajado eternamente, pero una cosa es ser viajero y otra turista. Él es un viajero y evita siempre ese exotismo que atrae a muchos escritores", explicó.

Por dificultades para hablar con fluidez, Pitol no tomó la palabra durante el coloquio. Pero no hizo falta. Su rostro estuvo embargado, a lo largo del encuentro, por la alegría que le provocaba haber regresado a la Isla, donde vivió historias inolvidables que contribuyeron a la formación del mito literario que es hoy.

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