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Noticias del día / Viernes 18 de febrero Baby William era candela PEDRO DE LA HOZ
En su propia voz, como si fuera una novela, los lectores podrán seguir los pasos en la vida de este hombre que tiene mucho que contar. Entre las novedades de la Casa Editora Abril para esta vigésima versión de la Feria Internacional del Libro se halla Los combates de Baby William, pequeño pero intenso volumen en el cual Guillermo Ginestá Almira, su verdadero nombre, vuelca el testimonio de su vida, recogido por Alberto Alvariño Atiénzar, con quien compartió en Camagüey desde los años cincuenta otra de sus pasiones: el trabajo en la imprenta. Narrada en primera persona, con algunas pinceladas para contextualizar el relato, este testimonio se muestra en cuatro tiempos; el primero, en el ámbito familiar de Santiago, donde nació de padre catalán y madre cubana; y los tres restantes en Camagüey: el encuentro en 1948 con el boxeo compulsado por una existencia precaria; el punto final a su carrera boxística en 1954, explotado por la maquinaria infernal del deporte profesional y ante la disyuntiva que le coloca el amor de toda la vida, Olga, que no quiere tener por compañero a un guiñapo: y su compromiso con lo que llama con justeza "la pelea por la dignidad del hombre", al implicarse en el turbión revolucionario, con el ejemplo de su hermano Tony, destacado luchador de la clandestinidad en Camagüey. Por cierto, los lectores seguramente se conmoverán con una de las vivencias más entrañables de William tras el triunfo de enero de 1959. En octubre de ese año, siendo miembro de la naciente Policía Nacional Revolucionaria, y una vez liquidada la conspiración urdida por Huber Matos, William recibe la misión de custodiar el aeropuerto agramontino. Y allí estaba en la tarde del día 28, junto al Cessna donde el inolvidable Camilo Cienfuegos transitó a la eternidad. Antes de que este emprendiera el fatídico vuelo, William intercambió un saludo, el último, con el bravo y leal comandante. Quien quiera saber de las glorias efímeras y las permanentes miserias del boxeo profesional, tendrá un testimonio de primera mano en los combates de Baby William. Pero también accederá a un relato vibrante de sensibilidad, de apego a la justicia, de aleccionadora vocación humana. Pienso sobre todo en la utilidad de estas páginas para los jóvenes lectores —de manera muy especial los que se inician en el camino del deporte—, de cara a la historia de alguien que de la Patria, la familia y las ideas ha hecho una trinidad inseparable. |