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Orígenes del ferrocarril en Guantánamo en Feria del Libro

YAIMARA VILLAVERDE MARCÉ

El volumen "En el andén. El ferrocarril en Guantánamo (1854-1905)", del historiador Ladislao Guerra Valiente, verá la luz de la mano de la editorial El Mar y la Montaña, en la XX Feria Internacional del Libro, Cuba 2011.

Resultado de una acuciosa investigación, el texto diserta sobre la conclusión, hace 153 años, de la primera línea férrea en la región más oriental de Cuba, vía que se extendió desde la ciudad de Guantánamo hasta la Bahía de Caimanera y, posteriormente, a otros puntos de la geografía local, reporta la AIN.

El autor pone en manos del lector abundante información sobre el acontecimiento, y describe de manera atractiva el arribo de la primigenia locomotora a la demarcación, el entusiasmo, y hasta la incredulidad popular, por la llegada de la mole de hierro, en una etapa decisiva en la formación y desarrollo del territorio.

La región se colocaba, antes que la vecina Santiago de Cuba, en el contingente de avanzada cubano que utilizaba el más moderno transporte de la época, símbolo de progreso y prosperidad, por el que la élite de la Villa del Guaso presumiría con razón.

El centenario de este hecho fue recordado, conforme a su connotación, por sendos artículos de Regino E. Boti y Luis Morlote, publicados en el diario local La Voz del Pueblo.

Según el propio escritor, Guerra Valiente, quien es además máster en Estudios Cubanos y del Caribe, el volumen que ahora ensalza también el suceso, enhebra la impronta de los carriles por cinco décadas, permite aquilatar los aportes del transporte a la zona y hurga en las interioridades de esta empresa.

Subrayó que el libro es resultado de años de investigación directa, con documentos originales existentes en archivos nacionales y bibliotecas.

Se apoyó igualmente de elementos aportados en antiquísimos artículos de Ezequiel Planes, Boti y Morlote, pasajes, datos y descripciones obtenidas de pliegos destruidos por un siniestro que, en julio de 1907, arrasó con la estación de almacenes y parte de la documentación del consorcio.

En 1930, otro incendio desaparece el Ayuntamiento, y con él los pergaminos decimonónicos acumulados por el Gobierno.

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