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Noticias del día / viernes 19 de febrero El eco de Cesaire en sus islas MADELEINE SAUTIÉ RODRÍGUEZ Haití está de rodillas al lado de edificios estallados, de cuerpos tumefactos, y la ciudad entera camina con el paso de los sepultureros/ Catástrofe que llevan en fortuitas mortajas./ ¡Pero queda la tierra!/ ¡Pero queda la vida!/ ¡Haití no morirá /¡¡Haití no debe morir!
Quien así alzó su voz solidaria, desde la metáfora cruda pero veraz, para describir la realidad que ha azotado al país caribeño, es el insigne poeta guadalupeño Ernest Pepin, que desde sus versos, más que querer decir, ha sentido la necesidad de transmitir la esperanza, al aseverar con sus palabras finales, la supervivencia de la hermana nación, y con cuya visita se honra la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña en el contexto de la fiesta del libro. El espacio que tuvo la feliz suerte de cobijarlo tuvo lugar en la sala Alejo Carpentier donde también compareció el embajador haitiano Jean Victor Généus, cuando fue presentado por la dominicana Chiqui Vicioso el más reciente número de la revista del centro de estudios de esa región, de Casa de las Américas, Anales del Caribe, donde aparece el poeta como uno de sus más distinguidos colaboradores. La publicación, dedicada al poeta martiniqueño Aimé Césaire, fallecido en 2008, y cuyo primer artículo Un adiós para Césaire, a cargo de Nancy Morejón, abre el amplio dossier que sobre él se despliega, cuenta con varios artículos de Pepin, quien además expuso magistralmente una disertación sobre la obra del creador del concepto de la negritud como colofón de la velada. Otros autores —Daniel Maximin, Lourdes Arencibia Rodríguez, y Ada Oramas— también rindieron tributo, en la revista, al martiniqueño. Entre otros importantes contenidos se dedica también un espacio al novelista Jacques Roumain: Cumbite, de Luciano Castillo; Otros embrujos de Jacques Roumain, de Haydée Arango; ¿Cuánto se parece un hombre a una ciudad? Sujeto y espacio urbano en los cuentos de Jacques Roumain, de Lidoly Chávez; Jacques Roumain y Nicolás Guillén, como una gran página de piedra, de Yanelis Velazco, y Palabra y performatividad en la adaptación fílmica de Gobernadores de Rocío, de Astrid Santana; De especial atención y emociones evidentes se embriagó la sala con la frase cargada de energía de Pepin cuando usó de la palabra para ofrecer su exquisita disertación sobre el poeta a quien se rendía merecido homenaje: Convencido de la utilidad del conocimiento afirmó que ya era hora de que en "Martinica y en Guadalupe se compren más libros que botellas de champaña y que nos condenemos nosotros mismos a hacer realidad la emergencia del genio de nuestros pueblos". En Cesaire, humanista que se enorgullecía de ser de la clase de los oprimidos, explicó, "los países lejanos tienen su palabra para emigrar el lenguaje e instalarlo en el orden de lo universal, que acoja a todos los pueblos, a todas las pieles, a todas las culturas en el insólito ramillete de una conciliación fraterna". "Mucho se ha hablado del clamor cesaireano. Cesaire no está en el grito, sino en el enunciado, en un desmenuzamiento revelador" y se refirió a su poesía siempre tan fiel a la esperanza, siempre presente, como tierno corazón de la condición humana. En sus palabras finales Pepin, por todos los argumentos ofrecidos, lo consideró padre y hermano del mundo. |