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Sedes Provinciales - Camagüey

7 de marzo de 2009

El escritor llena su vida en los libreros

ENRIQUE MILANÉS LEÓN

María Antonia Borroto Trujillo vive en una casa con alma. Si se asume con ella que el libro es el alma en la casa del escritor, y que un librero no es simple concierto de títulos, sino el espacio idóneo para respirar, hay que convenir en que la suya es una de las muchas moradas límpidas y ventiladas del Camagüey: los libros reciben en la sala y acompañan, cual sugerencias impresas, hasta los distantes predios del comedor.

La camagüeyana María Antonia Borroto con dos títulos en la presente Feria.

Dos obras suyas son presentadas en la actual Feria del Libro: Imagen múltiple de la ciudad. Tres cronistas miran La Habana, Premio Calendario de la Asociación Hermanos Saíz 2007, acerca a la peculiar forma en que, en épocas distintas, La Habana fue asumida, sentida y vivida por los periodistas Julián del Casal, Jorge Mañach y Alejo Carpentier; mientras, Palpitación de lo diario. Un costumbrista llamado José Martí, Premio Eliseo Diego de ensayo, se presenta en Ciego de Ávila y enriquece un currículo en el que la autora de otros tres títulos entremezcla herramientas adquiridas en doce años de periodismo, investigación, enseñanza artística y carrera literaria.

"Estaba en primer grado, en Esmeralda, cuando un libro llegó a mi casa. Era La Edad de Oro, cuya compra, por supuesto, todavía no decidí yo. Desde temprano mis padres llenaron mi tiempo y mi mundo de libros y eso es algo que les agradezco infinitamente", afirma la escritora. A partir de entonces, miles de páginas pasaron por su vida.

Para ella un libro "es una posesión muy especial; aparentemente, un libro se agota cuando se lee y hay quienes se preguntan por qué cuando uno lo ha agotado no se deshace de él. A mí eso me resulta difícil porque una vez leído ya está asociado a la vivencia, al estado de ánimo del momento en que lo leí, forma parte de mi biografía porque forma parte de mi experiencia".

Y añade: "Por simple cálculo estadístico, una persona muy productiva, muy fértil, en tanto escritor, difícilmente podrá escribir más libros que los que ha leído en su vida, lo contrario se daría en casos muy raros que merecerían cuestionarse hasta qué punto se trate realmente de escritores. No concibo a una persona que pretenda dedicarse en serio a la literatura y no tenga claro el sentido de la continuidad y las rupturas del proceso literario. ¿Qué valor podrá tener buscar la comunicación con ese ser tan especial que es el lector, si antes no se ha vivido una experiencia de ese tipo en el sentido contrario?"


3 de marzo de 2009

Luces de la Feria del Libro en el Casino Campestre

ADOLFO SILVA SILVA

La Feria Internacional del Libro tendrá nuevamente una de sus escalas en el camagüeyano Casino Campestre.

Otra vez el mayor parque urbano de Cuba volverá a ser una de las sedes de un evento que cada año, con un embrujo de riqueza espiritual, cautiva a la población en el foro cultural masivo de la Isla.

Será del cinco al ocho de marzo en uno de los sitios más singulares del recorrido, y en un área donde viven ejemplares de alrededor de 120 especies de la vegetación, en armonía con el desarrollo urbanístico y en las cercanías del centro histórico local.

Pero, a diferencia de las pasadas ediciones de la Feria, el Casino Campestre tiene ahora grandes brechas donde se enseñoreaba antes, -como un techo gigantesco-, la sombra de árboles frondosos y añejos.

El huracán Ike abrió en septiembre varios claros con los vientos demoledores, que castigaron a casi todo el país.

Fue una de las huellas del "Leñador", como bautizaron adicionalmente a ese meteoro cuya devastación dejó uno de sus principales impactos en la foresta.

Los destrozos no pueden revertirse en pocos meses, pues la magnitud demanda mayor tiempo para el retorno del follaje copioso.

Aun así, las secuelas de Ike encontrarán un revés en el jolgorio de marzo.

Vale bien pensar que la luz del sol, con su iluminación no solo física, también acompañará a la próxima cita en el parque, inaugurado en el siglo XIX.

A fin de cuentas, incluso con toda su sombra ancestral, inmensa y raigal, el Casino Campestre siempre se ha iluminado absolutamente con cada arribo de la Feria Internacional del Libro.

Es una aparente contradicción, pero en realidad una verdad.

Porque han sido, son y serán los rayos y las luces que taladran los ramajes frondosos e iluminan el espíritu de la gente en un convite de cultura popular. (AIN)

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