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Con el chileno José Miguel Varas

Soy cuentero o cuentista, una manera de mirar la realidad

SONIA SÁNCHEZ

Foto: JORGE LUIS GONZÁLEZJosé Miguel Varas desembarcó en la Fortaleza San Carlos de La Cabaña con una adicción que le perturba desde niño y lo confiesa: "ese asunto de escribir, de registrar momentos de la realidad por medio de la palabra impresa, y de presentarlos ante el gran público".

Desde Chile vino con su equipaje lleno de letras este Premio Nacional de Literatura de su país. Llegó junto a uno de sus últimos títulos El seductor, para ratificar que, aunque le encanta que sus textos sean leídos, generalmente quiere recibir una respuesta. "Y si es negativa no me ofendo por eso, me resulta generalmente útil".

Escritor y periodista de larga data, Varas (Santiago de Chile, 12 de marzo de 1928) trajo entre tantos recuerdos personales su niñez al lado del padre militar —y a la vez escritor—, sus estudios iniciales en el Instituto Nacional, el truncado ¿o errado? curso en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y los comienzos en la literatura a los 18 años con su primer libro Cahuín (1946).

Cultivador de géneros literarios como el cuento —"soy sobre todo cuentero o cuentista, es lo que más he escrito y en lo que me siento cómodo, es una manera de mirar la realidad",— pero también de novelas. Lo acerca, además, a la Historia el interés por el testimonio. Por ahí también le viene lo de periodista de vasta experiencia en prensa escrita, radio y televisión.

Con su hablar pausado, cadencioso, a lo chileno, dijo a los presentes en la sala Nicolás Guillén que por estas cosas y teniendo como referentes a Balzac, Zola, Chejov y Dickens, "que reflejan la realidad en su conjunto", quiso escudriñar en la sociedad. "Esto, en cierto modo, también influyó en mi decisión de ir hacia el periodismo", aseveró. Fue cuando entró entonces a trabajar en la revista Vistazos, de corte político y cultural y luego en el diario El Siglo, ambas publicaciones pertenecientes al Partido Comunista chileno.

Así, entre anécdotas, quiso despejar una que quizás para algunos subsista en el misterio: "Hubo, cierto, una relación personal de mucha confianza entre Pablo Neruda y yo. Decir que yo era amigo de Neruda no es tan exacto porque había una diferencia de edad, 24 años. Pero era una persona muy generosa de su amistad, sobre todo le interesaba estar con la gente joven y escuchar a los demás". De ahí surgen, posiblemente, sus notables crónicas Neruda y el huevo de Damocles (1992), Nerudario (1999) y Neruda clandestino (2004), que transmiten la admiración por el gran poeta, con quien tuvo estrecho contacto desde 1952 cuando este regresó a Chile después del exilio. Junto a estas aparecen otros títulos en su prolífera carrera literaria, desde Sucede, (cuentos, 1950) a Los sueños del pintor (novela, 2005).

Sus años vividos intensamente le permiten hablar con propiedad de pasajes de la historia chilena y en especial, de la dictadura militar fascista cuando, al decir de muchos se produjo un apagón cultural en el país aunque él considera que existió una cultura de la resistencia. Las secuelas, comentó, aún quedan en "la pérdida de los lugares de intercambio normal de pensamiento y una baja notoria por el interés por la literatura en la población".

Asegura que a esto se vincula una situación complicada para el libro debido a factores económicos."El mundo del mercado editorial está dominado por grandes transnacionales españolas: Santillana, Random House Mondadori, el Grupo Planeta, Seix Barral, Ediciones B. Se lo tragaron con el sistema del best seller y de marketing, el control muy grande de la prensa y obligaron a reducirse a las editoriales chilenas que libran una lucha muy difícil. Los libros ya no se imprimen en Chile, vienen impresos desde España lo cual influye en que suban los precios y se haya reducido el número de librerías: un panorama un tanto melancólico...".

De Chile dice que sueña con el de Salvador Allende quien demostró que era posible hacer algo diferente". Y de Cuba, donde estuvo a principios de la Revolución (más tarde como jurado del Premio Casa), entrevistó para el diario El Siglo al hoy presidente Raúl Castro sobre experiencias del periodo revolucionario, "compartí mucho con Blas Roca, con Guillén, la gente del diario Hoy, Revolución..."

"A mí me divierten algunos comentaristas que se sorprenden de la longevidad de la Revolución cubana, la longevidad de Fidel Castro. Lo que me sorprende es la longevidad de ese odio enconado, monstruoso, de Estados Unidos hacia Cuba. Lo que los colonialistas no perdonan es ese ejemplo que se mantiene pese a todas las dificultades, contra viento y marea y que tiene el contenido tan importante de la independencia nacional". Sonríe con picardía, ladea la cabeza y comienza a leer uno de los cuentos de su pequeño libro El seductor.

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