La
chilena Carmen Berenguer, Premio Iberoamericano de Poesía
Pablo Neruda, dijo a Prensa Latina que Cuba le ha dado sus
más grandes alegrías y motivos para sentirse amada.
Esta confesión de la mujer que, entre otros méritos,
posee una obra de reconocido prestigio mundial y miles de
admiradores, podría interpretarse como una alabanza a la
pasión del cubano y a la sinceridad con que expresa sus
sentimientos.
Las manos de Berenguer se mueven inquietas cuando evoca
sus vivencias en esta isla y en su rostro de ascendencia
mapuche asoma, a través de sus ojos, esa fuerza indígena que
desde hace siglos lucha en su país por salvar a la
Naturaleza y el Hombre.
Me siento gratificada –señaló mientras en la Feria
Internacional del Libro de La Habana 2009 firmaba algunos
textos de su autoría- con que Cuba tenga y conceda esa gran
importancia a la cultura, algo por la que muchos luchamos en
nuestros países y no hemos podido lograr.
Ante la insistencia de nuevos admiradores que alargan sus
obras para que las autografíe, Berenguer hace una pausa y
pide con una sonrisa que le concedan unos minutos para la
entrevista. No hubo objeción, pero quedan al acecho.
Al referirse a la visita a esta isla de la presidenta de
su país, Michelle Bachelet, la autora de Bobby Sands
desfallece en el muro dijo sentirse muy optimista, pese a
los vaticinios en contra de quienes en Chile no deseaban el
fortalecimiento de estas relaciones.
¿Cuál es su mayor sueño?
Los sueños no cambian –respondió mientras aparta con su
mano un blanco mechón de pelo sobre su frente-, y en mi caso
sigo soñando con lograr una sociedad más justa y la utopía
de que la gente viva feliz y en paz.
Puso el ejemplo de un grupo de rockeros argentinos de la
década de 1980 que se hacían llamar Divididos por la
felicidad y cuyo líder era un poeta. No podía ser de otro
modo, afirmó.
Confesó sentirse una mujer de muchas vivencias y con un
gran conocimiento de las calles y recovecos de su pueblo,
que son fuente para sus poesías. Por eso se considera una
mujer distinta a esa mayoría que tan solo busca la estética
de lo que hacen, pero sin contenido social.
¿Y sobre los jóvenes poetas?
Esos no le tienen miedo a la cuartilla en blanco, ni a
los temores de publicar su primer libro, como lo hemos
sentido nosotros, y esto se debe a Internet porque a través
de la red se escribe distinto, con mayor rapidez. Ellos
utilizan un código que se me hace harto difícil.
¿Se arrepientes de algo en su vida?
No haber estado más tiempo con mi madre, fallecida en
2003, debido a mi activismo político y a mi lucha cotidiana.
Berenguer afirmó que está muy lejos de los poetas de
cenáculo y más cerca de los que siempre están atentos al
acontecer diario de su mundo.
Admitió haber sufrido muchísimo y conocer ese frío
riguroso del invierno, sin abrigo, metido en los huesos, con
un hambre monumental, pero nunca ha dejado por ello de amar
la vida intensamente.
No creo en la trascendencia, ni en la perpetuidad, solo
creo en ahora, ahora y ahora y no me importa que digan que
así no debe ser, porque yo soy desprejuiciada.
Tal vez fueron precisamente esas últimas palabras las que
hicieron comprender que la chilena Carmen Berenguer está mas
allá de cualquier reconocimiento humano, porque quiéralo o
no, ella ha trascendido y perpetuado en el corazón de su
pueblo.