"La
casa azul en que nací está situada / en una colina rodeada
de hualles, un sauce, castaños, nogales / un aromo
primaveral en invierno... ". Así describió Elicura
Chihuailaf en un poema su llegada al mundo en 1952. Una gran
parte de su obra está escrita en mapundungún, la lengua
originaria de los mapuches, habitantes de la franja
occidental del Cono Sur del continente dueños de esa tierra
antes de que llegaran los caballos y el arcabuz de los
colonizadores y de que esa zona constituyera la República de
Chile.
De modo que la concurrencia del bardo a la
XVIII Feria Internacional del Libro Cuba 2009 responde a un
doble mandato: su obra, ampliamente reconocida, representa
tanto a las letras chilenas como a las de un pueblo que ha
hallado en su voz uno de los más auténticos y lúcidos
testimonios.
Esta tarde, a la 1:00 p.m., en la sala José
Antonio Portuondo, las casas editoriales Casa de las
Américas y Arte y Literatura se concertarán para dar a
conocer los poemarios Naciste pintada, de la gran
Carmen Berenguer; Travesías, de Reynaldo Lacámara; la
antología La fértil provincia; y De sueños azules,
de Elicura.
Hace una década llegó Elicura a nuestro país
por primera vez. El Premio Casa de las Américas lo tuvo
entre sus jurados. La amiga y notable narradora argentina
Tununa Mercado, que compartió aquellas jornadas, dio con él
en una frase: "Escuchen sus silencios porque ahí hay una
fuente pródiga en imágenes".
Autor de libros esenciales como El
invierno y su imagen (1977), De sueños azules y
contrasueños (1996), Canto libre (2007) y
el testimonio Recado confidencial a los chilenos
(1999), Elicura, que en su lengua significa "piedra
transparente", tiene un concepto muy claro de los vasos
comunicantes entre la oralidad que prima en el entorno
étnico al que se debe y la escritura en la que se expresa:
"En nuestra cultura la poesía se sigue
cantando. Se denomina el canto. Es un canto que expresa la
música, el ritmo, la pausa, que es desde luego la música, el
ritmo, la pausa de uno mismo como expresión particular no
escindida de la música del universo. Me parece que estar al
lado de la fuente que son nuestras comunidades no es imitar
el canto de ellos, sino escucharlo con atención para darnos
cuenta de su tonalidad, de sus ritmos, de sus pausas, de sus
notas esenciales, pautas de la sabiduría de nuestros
antiguos. Estar al lado de la fuente, reitero, es escuchar
para crear y recrear a partir de ello sin la pretensión de
reemplazarla".
A él se deben versiones al mapundungún de la
obra de Pablo Neruda y las canciones de Víctor Jara.