Cuenta
Alfredo Guevara que la muerte hace más de seis años de un
entrañable amigo, el doctor Baudilio Castellanos, Bilito,
compañero de lucha en los lejanos días universitarios,
cuando comenzó a crecer el liderazgo de Fidel, le hizo tomar
conciencia de que debía dar testimonio de los avatares y las
convicciones de su generación. Fue así como repasó su
papelería —artículos, informes, memorandos, cartas,
discursos— a fin de publicar lo que entendió podía ser el
legado de una "participación que es militancia" en el
proceso revolucionario.
La más reciente entrega de esta singular
memoria —a fin de cuentas, aunque se aparta del canon del
género, no deja de responder a la función de ese tipo de
obra literaria que refleja retrospectivamente una
trayectoria vital— llegó ayer a los lectores en plena Feria
del Libro. A falta de una próxima edición cubana ya en plan,
hubo suficientes volúmenes de ¿Y si fuera una huella?
(sello Iberautor), como para que la presentación de esta
selección del epistolario de Alfredo se convirtiera en un
verdadero suceso editorial.
Y no era para menos. Cartas escritas desde
1960 hasta prácticamente hoy documentan medio siglo de
experiencia revolucionaria e intelectual. Tal como expresó
el miembro del Buró Político del Partido y ministro de
Cultura Abel Prieto al comentar el libro, estos textos
"resultan imprescindibles para conocer el desarrollo de la
política cultural de la Revolución, martiana y fidelista,
contraria a la simplificación y el dogmatismo, y la
fundación del cine nacional y del nuevo cine
latinoamericano", a la vez que constituyen espejo de la
"lucidez y la coherencia" del autor. "Con este libro
—puntualizó Abel—, Alfredo nos dice que Revolución es
lucidez, sí, pero también es amor, libertad, coraje,
entrega, fidelidad, eticidad".
Al explicar las razones para hacer públicas
estas cartas, Alfredo manifestó: "He querido recorrer los
espacios de nuestra vida social y de nuestra formación
cultural en estos 50 años, el enriquecimiento de nuestra
cultura, a través del entrelazamiento de cultura y política,
y del alma de una persona, con una intención: que no solo el
acontecer protagonice los textos, que ya estaban escritos,
sino seleccionarlos de modo tal que entreguen también la
atmósfera, y la atmósfera solo puede partir del testimonio
de un protagonista".