No por reiterado por intelectuales de
América Latina, Estados Unidos, Europa y Asia, deja de
asombrar la masividad de las Ferias cubanas del Libro, como
hecho que reclama una mirada más aguda de análisis.
Ver a centenares de niños sentados en el
césped, mientras leen sus libros, es un espectáculo que se
vive a diario no sólo en el Parque Morro-Cabaña, sino en el
itinerario por todo el país de esas citas que reúnen a las
familias en torno a valores como el libro, la lectura y la
literatura, un concierto o una exposición fotográfica.
En Cuba el libro se ha tomado como un
elemento aglutinador de la cultura del pueblo y no como algo
para eruditos, me dijo un alto directivo guatemalteco de
visita en la XVIII edición de la Feria.
Abel Prieto, ministro cubano de Cultura, lo
explicaba argumentando que la Revolución ha cimentado y
desarrollado una política que no ubica a la cultura misma
como algo colateral o decorativo, sino como esencia de la
cotidianeidad.
Leer nos comunica con el mundo, leer es
compartir, dijo la poetisa y ensayista Fina García Marruz,
Premio Nacional de Literatura, al iniciarse esta cita.
No por gusto los enemigos de la Revolución
intentan minimizar la trascendencia de este encuentro anual,
que para satisfacción de muchos sigue creciendo en calidad y
cantidad de novedades editoriales, de participación
internacional y de centenares de miles de cubanos que lo
siguen haciendo suyo.
Pese a huracanes que devastaron muchas
comunidades del país, pese a la crisis económica que también
afecta a Cuba y pese al bloqueo de Estados Unidos que sigue
ahí detenido en el tiempo e intentando- en balde- frenar la
vida de los cubanos, la XVIII Feria del Libro resulta ya
estimulante vivencia, aun cuando le restan más de 15 días
para concluir en Santiago de Cuba.
Ni en ese momento se completará su periplo
millonario. Llegará a asentamientos entre los más afectados
por los meteoros del pasado año, a otros municipios y
después a las montañas donde también es una verdadera fiesta
popular.
Esas son las verdades que salen a flote
solas, nadie puede negar ni obviar y que hacen cada año
programar, en febrero próximo, con absoluta seguridad, las
tradicionales visitas a la XIX Feria del Libro Cuba 2010.