MATANZAS.— El longevo ingeniero Alberto Perret
Ballester puso ayer en manos de los lectores el volumen El azúcar
en Matanzas y sus dueños en La Habana (Ciencias Sociales), durante
la jornada matutina de la XVII Feria Internacional del Libro, a la que
asistió Esteban Lazo, miembro del Buró Polìtico del Partido.
El autor de tan singular volumen, obra con capacidad
informativa monumental para la industria azucarera en Cuba, a juicio
del investigador Urbano Martínez Carmenate, se mostró agradecido por
la presencia del también Vicepresidente del Consejo de Estado, con
quien compartió vivencias sobre los misterios "prácticos" ligados a la
producción y la industria azucareras y las experiencias de trabajo
gracias a las cuales se conocieron hace ya casi una treintena de años.
Alberto, de 78 años de edad, es oriundo de Unión de
Reyes, uno de los nudos ferroviarios más significativos del interior
del país, y donde sus abuelos paternos llegaron a administrar la
fundición que, con el paso del tiempo, pasó a llamarse Primero de
Mayo. Lazo concurrió al lanzamiento del libro, en la Oficina del
Historiador de la Ciudad, acompañado por el también miembro del Buró
Político Abel Prieto; el primer secretario del Partido en Matanzas,
Pedro Betancourt García; Iroel Sánchez, presidente del Instituto
Cubano del Libro, y Miguel Barnet, presidente de la Comisión
Organizadora del Congreso de la UNEAC.
El azúcar en Matanzas¼
es el resultado de una investigación acuciosa a lo largo de tres
décadas y se detiene en lo fundamental en cinco de las más importantes
industrias azucareras de la provincia, aunque incluye referencias a
distintos ingenios, talleres, destilerías, refinerías y ferrocarriles.
La información relata hechos desde mediados del siglo XVI hasta 1992.
Abarca además una amplia cronografía con 340 fotos y
95 fichas biográficas, así como datos de compañías y colonos y recrea
muy bien las condiciones e injusticias seculares de la esclavitud, lo
cual propició en medida decisiva que Matanzas se convirtiera en el
gran emporio cubano a mediados del siglo XIX.
A propósito del tema, Miguel Barnet recordó el
significado de la constante rebelión de los negros esclavos, quienes,
dijo, nunca fueron verdaderamente esclavos, sino esclavizados, y
sugirió presentar un proyecto ante la Oficina Regional de la UNESCO
para declarar Patrimonio Mundial de la Humanidad a la región conocida
como Llanuras de Colón, donde existió la mayor concentración de
esclavos y se suscitaron más sublevaciones en esa época.