Marilia Guimaraes, un testimonio
Para celebrar la
presentación editorial de Nuestros años en Cuba, de la destacada
intelectual brasileña
SARA GONZÁLEZ (·)
Leyendo este testimonio no logro separar la emoción
inmensa que me causa recordar, coincidir, anhelar, disfrutar y
compartir la narración de tantos instantes en que, gracias a la vida,
me tocó el privilegio de participar —aunque no en toda su totalidad,
qué pena—, durante ese tiempo y espacio, bajo este sol y en esos años,
en esta tierra, con esta mujer extraordinaria que nos lo cuenta.
Marilia
Guimaraes, junto a Vicente Feliú y la pintora Diana Balboa, quien fue
portadora del texto escrito por Sara González.
La exigencia prioritaria y máxima es el amor,
repartido el tiempo que le quedaba, o no, en el abrazo profundo, a la
espera del amanecer más hermoso, y si no, hacerlo.
En esa serenata que por ser diurna se convierte en
única e inigualable, en la noticia horrible de la muerte del amigo que
se transforma en el recuerdo de las cosas felices, en planes de futuro
inmediato que se llenarán de canciones, poesía y muchos colores
adornando cada día y cada sonrisa de sus crianzas y de sus sueños.
Recordando estos días de la década del setenta he vuelto a vivir
momentos durísimos; imborrables, románticos y amorosos unos, trágicos
y traumáticos otros, pero formadores y forjadores de generaciones que
se volvieron volcanes de ternura con la esencia del humanismo. Es
generosa la vida si le dio el tiempo a Marilia de recordarlo y
compartirlo. Lo más hermoso es el resultado de dejar en herencia la
mayor virtud del ser humano, la solidaridad.
(·) Trovadora cubana.
21 de
Febrero de 2008 |