Vidas paralelas

Los que se fueron y Los que se quedaron, reunidos en un solo tomo por la Editorial Abril. Su autor, Luis Báez, conversará con los lectores este jueves, a las 2:30 p.m., en la sala Nicolás Guillén, de La Cabaña

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

Con la fuerza de un huracán, el Primero de Enero de 1959 marcó la fecha del cambio más radical en la historia de Cuba. No solo quedaban atrás los oscuros años de la tiranía de Batista, los aullidos de las perseguidoras en las ciudades, la incertidumbre de la familia ante el destino de la muchacha o el muchacho que había salido antes del anochecer y no había aun vuelto a casa al romper el alba, la escucha clandestina de Radio Rebelde para saber cuánto habían avanzado en el oriente y centro de la Isla las fuerzas insurrectas. No solo se abrieron las prisiones, ni sonaron las bocinas de los autos, ni se multiplicaron los abrazos, ni las mujeres se vistieron de rojinegro. No solo desde Santiago de Cuba, Fidel conjuraba la mediación traicionera, ni desde Santa Clara el Che aseguraba la plaza que había sido el último bastión de la dictadura, ni Camilo se aprestaba para tomar el campamento militar de Columbia.

Germán Pinelli, uno de los más brillantes animadores cubanos, figura entre los entrevistados “que se quedaron”.

El Primero de Enero de 1959 fue un verdadero parteaguas: por primera vez en la historia la inmensa mayoría de los cubanos tenían la posibilidad de ser dueños de su destino. Y no solo del Destino como nación, sino también del pequeño y gran destino de cada quien.

Unos, los más, confiaron y apostaron por el cambio; incluso se convirtieron en protagonistas de los tiempos por venir. Compartieron sacrificios y sufrieron desgarraduras, porque, ya se sabe, la Revolución nunca ha sido una abstracción, sino una realidad conflictiva y compleja. Otros, los menos, perdieron posiciones y privilegios, atizaron temores, y bien pronto o algo después, se alejaron de la Isla. A un selecto grupo de unos y otros, a la distancia de no menos de dos décadas de la alborada de Enero, los fue entrevistando Luis Báez, veterano periodista reconocido por sus habilidades en el género, a quien se deben títulos fundamentales como El mérito es vivir, Miami: donde el tiempo se detuvo, Absuelto por la historia y Secretos de generales.

Estas entrevistas salieron por separado en sendos libros; Los que se fueron (1991) y Los que se quedaron (1993). Reunirlos, como lo han hecho su autor y la Editora Abril, en un volumen único, por demás enriquecido con nuevas contribuciones, permite al lector una perspectiva contrapuntística singular.

Max Lesnik, uno de “los que se fueron”, será uno de los presentadores del libro de Báez.

Denominador común de quienes se someten a la aguda y fluida indagatoria de Luis resulta la prominencia en la vida pública en el momento del triunfo revolucionario. Sin embargo, mientras no pocos de los que se quedaron tenían motivos para pensar en un exilio dorado, algunos de los que se fueron podían haber echado su suerte junto a nosotros. Tales contradicciones, y el juicio autocrítico de cada elección, hacen de estas conversaciones un muestrario de la diversidad y las paradojas del alma humana.

En una ocasión Luis Báez definió su ética de entrevistador: "No hago trampas. Desde la primera página quien me lee sabe que yo soy un periodista revolucionario, que no se avergüenza de su filiación política, y uso las palabras que están en el diccionario para decir lo que pienso y siento. Tú te encuentras libros por ahí, donde la gente hace malabares para no mentar al socialismo o a la Revolución, con una actitud vergonzante. Desde un objetivo político manifiesto, trato de ganar sin trucos al lector".

Esa postura le ha franqueado puertas a Luis Báez que para otros serían inaccesibles. Lo demás corre por cuenta de su implacable inquisitoria, del conocimiento previo de las personalidades y de la precisión con que traslada a la prosa periodística la agilidad del diálogo.

Curiosamente uno de "los que se fueron" —aunque de él pudiera decirse que nunca se ha ido— será mañana en La Cabaña uno de los presentadores del libro: Max Lesnik.

20 Febrero de 2008

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