Del horizonte de uno al
horizonte de todos
Aspiración y lucha del poeta español
Marcos Ana. Almodóvar filmará pasajes de su vida
PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu
Nunca
ha dejado de dialogar en los sueños con Nicolás Guillén. "Era de una
humanidad expansiva, comunicativo, cordial. Aquí en La Habana cada
imagen evoca el ritmo de su lírica". Tampoco ha dejado de hacerlo
con Miguel Hernández, a quien conoció en la cárcel. "Metido dentro
de sí, de pocas palabras, cuando se le conocía bien, crecía el
hombre en toda su extensión".
¡Son tantos los recuerdos de Marcos Ana y, a la vez,
tantas o más las cosas que faltan por hacer! "Yo he visto la muerte.
Dos veces fui condenado a morir. Ahora no se trata de aquellas que
me anunciaron, sino de la que de forma natural ha de venir. Pero no
me asusta, porque hasta el último aliento seguiré luchando".
"Soy comunista y como tal creo que es necesario
luchar por un orden justo y un mundo mejor", afirma sin que le
tiemble la voz.
MEMORIAS SIN OLVIDO
A los 87 años de edad, cumplidos el último 20 de
enero, este recio salmantino goza cada minuto de la XVII Feria
Internacional del Libro Cuba 2008 y aprovecha su breve estancia en
La Habana para encontrar viejos amigos —fue hasta la casa de Ángel
Augier para darle un abrazo— y sumar nuevos. Trajo al foro literario
sus memorias: Decidme cómo es un árbol (Editorial Umbriel–Tabla
Rasa).
Nicolás
Hernández Guillén entregó a Marcos Ana la condición de Miembro de
Honor de la Fundación Nicolás Guillén.
"Si fuera por mí, no hubiera escrito esas memorias.
Pero me convencieron de que era necesario transmitir mis
experiencias y dediqué los tres últimos años a ese empeño."
Era un viejo reclamo. Recuerda que Pablo Neruda lo
conminó a reflejar las vivencias de la lucha antifascista y del
presidio político apenas dos años después de que el régimen
franquista se viese obligado a dejarlo en libertad.
"El primer sorprendido con el resultado de la
publicación soy yo. En España vender en tan poco tiempo más de 22
000 ejemplares no es asunto fácil, más para un tipo de literatura
como esta. Creo que vale la sinceridad del relato y la forma de
concebir el lenguaje. A mi amigo Miguel Ángel Asturias, el gran
escritor guatemalteco, le oí decir una vez que le obsesionaba evitar
los lugares comunes y por eso se auxiliaba del diccionario para
buscar los sinónimos menos usuales. Mi método fue a la inversa: me
esforcé por usar las palabras más corrientes, de más fluida
comprensión."
DEL CAMPESINO FERNANDO AL POETA MARCOS
Antes de ser Marcos Ana y soñar siquiera con
escribir versos, se llamaba Fernando Macarro Castillo, campesino
pobre de los alrededores de Salamanca y muy creído en los
Evangelios. Un día, durante la adolescencia, descubrió en un mitin
de las Juventudes Socialistas que el cuadro de pobreza y explotación
que el orador denunciaba era el suyo.
Defendió la República Española, fue comisario
político del Partido Comunista en el frente de batalla, cayó
prisionero por primera vez a manos de la División enviada por
Mussolini, se fugó del campo de concentración de Albatera, regresó
clandestinamente a Madrid y fue definitivamente apresado, torturado
y condenado a muerte.
"La poesía fue una necesidad. Nunca pensé escribir
versos. Llevaba muchos años preso cuando, a raíz de una temporada de
aislamiento como castigo, comencé a componer. En la cárcel
circulaban libros legalmente permitidos y otros clandestinos. Mis
primeros poemas recibieron el calor de mis compañeros, que se las
arreglaron para hacerlos llegar al exterior. No te imaginas qué
clase de sorpresa me llevé cuando vino a mis manos un paquete,
obviamente clandestino, con mi primer libro de poemas. Tenía en la
portada un dibujo de Picasso que calzaba el título, Poemas de la
prisión, y un seudónimo: Marcos Ana, que son los nombres de mis
padres."
Marcos se estremece al evocar aquellos días: "Llega
el momento en que el mundo se te reduce y comienzas a olvidar. El
título de mis memorias viene precisamente de un poema que escribí en
un momento muy duro, en el que pierdes la noción de lo que está más
allá de la cárcel: Decidme cómo es un árbol / decidme el canto
del río / cuando se cubre de pájaros / Habladme del mar /
habladme del olor ancho del campo / de las estrellas, del aire. /
Recitadme un horizonte / sin cerraduras y sin llaves / como la choza
de un pobre. / Decidme cómo es el beso / de una mujer, dadme el
nombre / del amor, no lo recuerdo."
"Durante el día, éramos tipos duros, como para que
no se nos vieran las grietas del sufrimiento. Pero las noches son
tremendas, una y otra vez cada noche. Una de ellas vi llorar a un
compañero, el pintor Miguel Vázquez. En su celda, la punta del
cigarrillo encendida y las lágrimas. Eso lo puse en versos, porque
cuánta humanidad había en aquel llanto."
Muestra la portada del libro de memorias y detiene
el índice de su mano derecha sobre un cerrojo:
"Esta es la puerta de la celda de la cárcel de Ocaña
donde permanecí condenado a muerte. Con los brazos desnudos y
extendidos tocaba las paredes."
GLOBALIZAR LA SOLIDARIDAD
Una gran ola se levantó en el mundo para que al fin
liberaran a Marcos Ana. El 17 de noviembre de 1961 salió de la
prisión de Burgos, donde estuvo confinado desde 1946. Entre esa
estadía y las precedentes sumó 23 años de encerramiento
ininterrumpido.
"Me apresaron a los 19 y salí a los 42. Pasé la
juventud entre rejas. No sabes cuánto costó acostumbrarme a la
libertad. Tuve que aprender de nuevo a respirar, a caminar, a cruzar
las calles, a amar. Pero no podía darme el lujo de ser egoísta.
Detrás estaban las voces de mis compañeros en Burgos que me decían:
no nos olvides."
Primero en el exilio y luego en España, Marcos no ha
dejado de consagrar su vida a que se haga justicia a los demás, ya
sean españoles o de cualquier parte del mundo.
"En mi país las cosas están planteadas del siguiente
modo: no podemos permitir que la derecha recalcitrante nos domine.
Con la llamada Transición avanzamos, pero no lo suficiente. Nuestra
libertad es limitada y así con todo está amenazada. Por otra parte
no puedes permanecer insensible a lo que el imperialismo hace. Yo
suelo decir, por ejemplo, que Iraq está muy cerca de nuestras camas.
En lugar de globalizar las guerras y la explotación, debíamos
proponernos globalizar la solidaridad. Nunca olvido, como principio,
unos versos del francés Paul Eluard, en los que cantó la necesidad
de pasar del horizonte de uno al horizonte de todos."
CITA CON EL CINE
Pasajes de la vida de Marcos serán filmados
próximamente por el destacado director manchego Pedro Almodóvar. La
noticia regocija al poeta. "Almodóvar se entusiasmó con mis
memorias. Primero supo de ellas por un fragmento que publicó la
prensa y de inmediato pidió leerlas completas. Vamos a ver qué sale;
el hombre tiene talento".
La pasada semana el director de Hable con ella
adquirió los derechos del libro. Todo parece indicar que encaminará
el proyecto luego de que culmine sus actuales compromisos, entre
ellos Los abrazos rotos, con Penélope Cruz como protagonista.
Marcos lee lo que sobre él ha dicho Almodóvar: "No
he conocido a nadie tan bueno. Por eso me gustaría hacer una
película sobre su vida". Le conmovió saber que Ana "era un niño de
42 años que se da de bruces con la libertad, en el Madrid de
principios de los sesenta. La experiencia física fue durísima, sus
sentidos no están acostumbrados a los espacios abiertos y extensos,
ni a la luz, montar en un vehículo le da vómitos".
Mientras el filme llega, Marcos Ana sigue en pie de
guerra por la paz. Dice que su única recompensa está "en saber que
la utopía revolucionaria no ha muerto". Y para que no queden dudas
sobre sus convicciones, nos remite al final de Decidme cómo es un
árbol donde escribe:
"Las medidas humanas no siempre coinciden con las
medidas históricas y es muy difícil que los procesos revolucionarios
de fondo se culminen en el espacio de una vida. Confío en las nuevas
generaciones, en cuyos surcos hemos sembrado nuestra historia. Ellas
proseguirán nuestra lucha por un mundo más justo y humano, un mundo
sin hambres y sin guerras, sin desigualdades sociales, donde el sol
salga y caliente para todos."
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Febrero de 2008 |