Qué suerte tener Feria del Libro. Gracias a ella tenemos mucho más
que textos, nos beneficiamos de un asalto cultural a nuestro entorno
que trasciende más allá de librerías y bibliotecas. Tal fue el caso
del concierto que ofreció este jueves en el Teatro Auditórium Amadeo
Roldán la Real Filharmónica de Galicia, cultura invitada al evento.
El repertorio, universal y autóctono, fue una selección positiva.
La orquesta pudo mostrar la música de casa pero también sus
habilidades para desempeñarse en los imprescindibles clásicos.
La primera obra, Variaciones sobre un tema de Pablo Sorozábal
(1990), del compositor gallego Juan Durán fue una obra
refrescante, sencilla y bella. Cabe aquí reconocer la sincronía y la
compenetración que demostró este colectivo, así como su familiaridad
con la pieza. Nadie robó la atención en particular, sin olvidar la
buena interpretación del solista James Dahlgren. Pero en esta obra de
tonos dulces no es necesario el protagonismo de un intérprete, más
bien su mejor acierto orquestal es parecer por momentos un solo
instrumento capaz de reproducir todos los sonidos.
Concierto para dos violines y orquesta en Re menor, de Johan
Sebastián Bach, sirvió de alfombra roja por la que paseó una
agrupación no solo integrada por músicos de sólida formación
académica, sino que por sí misma es una academia de elevada
proyección. Mérito imposible de alcanzar sin su director titular
Antoni Ros Marbá, hombre de arte y oficio en esta faena. De los dos
solistas (James Dahlgren, EE.UU; y Grigori Nedobora, Ucrania) vale
resaltar su sentimental desempeño, vibraron en el amor refinado que
brindó una partitura agradecida y levantaron de sus asientos a un
público reconocedor del talento.
Ese espíritu estilístico perfeccionista afloró en la Sinfonía No
38, Praga de Mozart, una ejecución limpia y dinámicamente bien
balanceada.
Galicia y su Filharmónica merecen una felicitación, sobre todo por
traer a nuestro público un colectivo cultivado, en la mejor tradición
de la música europea de concierto, y al mismo tiempo, forjado con una
imagen moderna, propia de las grandes orquestas.