Silencio en primera plana
HERIBERTO ROSABAL
"Cuando
la prensa calla, su silencio grita", le oí decir hace tiempo a un
colega. Si eso es cierto, ahora mismo debe estarse escuchando a los
cuatro vientos la "gritería" de la gran prensa internacional a
propósito del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en
Caracas, Venezuela.
Como no dicen nada, el
escándalo debe ser padre.
Ya es costumbre, desde
hace tiempo. En Cuba se celebraron antes dos de estos festivales (1978
y 1997) y fue lo mismo. Miles de jóvenes de más de un centenar de
países reunidos para confrontar ideas y proponerse acciones comunes
en defensa de la paz, la amistad, la solidaridad y la lucha contra el
imperialismo, y ninguno de "los grandes" dijo nada.
Se
practica siempre en estos casos la omisión, mientras abundan en esos
mismos grandes medios, y ocupan espacios destacados, "noticias" de
sucesos que enseñan lo mal que anda el mundo, tan mal como para que
jóvenes conscientes de ello se reúnan cada cuatro años en un país
diferente para tratar de arreglarlo un poco.
Y es un crimen ese
silencio —uno más— porque a muchas personas en este jorobado
mundo seguramente les interesa y puede reconfortarles saber que al
menos una parte de la juventud de sus países no está tan enajenada
ni tan perdida como muchas veces se dice, sino más bien encontrada
con la idea de legarles a hijos y nietos, propios y ajenos, una Tierra
cuando menos en paz, con las aguas limpias, los bosques verdes y
frondosos, el aire puro, y el hambre y la miseria como malos recuerdos
remotos.
Deberían ser noticia de
primera plana estos festivales, representativos, democráticos y de
tan nobles intenciones, y ocupar espacios similares a los que se les
dedican a las reuniones del G-8 y a las declaraciones y discursos de
los líderes de las más grandes y poderosas naciones. Comparando, y
pensando en la defensa de valores y conceptos como democracia,
libertad y pluralidad de pensamiento, un Festival Mundial de la
Juventud y los Estudiantes puede ser tanto, y hasta más noticia que
aquellas otras.
Ese silencio, claro, tiene
intenciones que se denuncian solas, y a gritos.
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