Camagüey

El ensayista habla del lector

Roberto Méndez, escritor camagüeyano y más reciente Premio Alejo Carpentier en ensayo, aborda las características del género

Enrique Milanés León

Foto: JORGE LUIS TÉLLEZCAMAGÜEY.— Veinte libros después de su primer encuentro con los lectores, Roberto Méndez Martínez sigue insistiendo. La poesía, el ensayo y la novela son los recursos de este camagüeyano, ilustre y diáfano, para invitarnos a crecer frente a la página impresa.

Tibia aún la noticia de su proclamación como Premio de Ensayo Alejo Carpentier y en medio de la Feria del Libro que ocupa su atención, el escritor acepta el diálogo sobre el libro, su destinatario, el ensayo y, por supuesto, el volumen reconocido: Lluvia, patria, laurel. Asedios a la lírica de Gertrudis Gómez de Avellaneda.

—Es una revisión integral de la poesía de la Avellaneda. Ella, figura consagrada en la literatura cubana e inclusive disputada por las letras españolas, resulta entre nosotros muy poco conocida por su poesía; se habla más de su personalidad, sus amores, su voluntad de emancipación femenina, su epistolario, sin embargo hasta se ha llegado a decir que lo menos bueno de la Avellaneda es su poesía. El libro pretende demostrar lo contrario y hace un recorrido por los temas tratados por la Avellaneda, las fuentes históricas y literarias que influyen en su obra y los aportes fundamentales no sólo en el sentido formal: su virtuosismo métrico, su enorme capacidad para la escritura, lo novedoso y yo diría hasta vanguardista en la poesía de la Avellaneda. Es una lectura distinta.

Hablemos desde el otro lado de los libros. Habitualmente, la atención se centra en la evolución de los escritores y de la literatura, pero ¿cómo ve, entre ferias, la evolución del lector cubano?

—El lector cubano es un lector de avidez y de búsquedas muy distintas. En una Feria uno encuentra a quienes buscan narrativa, a quienes buscan libros para sus hijos, pero también a los interesados en literatura político-social, a los lectores de poesía¼ se nota cómo, a pesar de las quejas en el mundo por la supuesta disminución de la lectura y el temido retroceso del libro, esas no son las circunstancias de Cuba.

¿También piensa así sobre el ensayo?

—El ensayo es un género de asimilación lenta porque implica pensamiento a cierta altura. Un ensayo de alguna complejidad no es exactamente el libro para el ómnibus en la mañana; exige un tiempo y eso quizás a veces lo haga parecer en desventaja ante la narrativa, sin embargo las estadísticas serían más elocuentes. En Cuba no hay fronteras para la publicación de ensayos y en los últimos años se han publicado muchos y muy buenos, de cubanos y extranjeros, ¡y esos libros se agotan!

Pocos géneros se avienen con semejante pertinencia a la Batalla de Ideas como la del ensayo, el cual parece, por definición, una batalla de ideas escrita. ¿Se aprovechan todas sus posibilidades?

—La Batalla de Ideas es sobre todo educación en el pensamiento. Se ha publicado mucho y bueno al calor de ella, especialmente los textos del llamado Plan Especial, en torno a la Feria; donde en ocasiones escapa algo a un nivel más local, en la promoción del ensayo y la atención a los ensayistas. Ediciones Ácana, de Camagüey, ha hecho una buena labor al publicar ensayos de autores del territorio, sobre todo en el perfil de la identidad local. En cambio, en todas partes falta difundir más ese libro, llevarlo hasta los lectores. A veces uno ve al ensayista como el más gris de los escritores y nota mayor divulgación de la obra de narradores o poetas, como si el ensayo fuera un género de segunda. Nunca olvidemos a ese autor de todos los tiempos, y el más grande de nuestros ensayistas: Martí.

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