El volumen, de la editorial Boloña, concurrente en la
XVI Feria Internacional del Libro Cuba 2007, comprende casi cuatro
siglos de la música escuchada y producida en la isla de Cuba entre
1570 y 1902, con las principales y más antiguas partituras. La autora
escogió como exordio estas palabras de Igor Stravinski: "Una tradición
verdadera no es el testimonio de un pasado muerto; es una fuerza viva
que anima e informa el presente...".
Igor Stravinski, quién si no el que inspiró a Alejo
Carpentier para titular su novela La consagración de la primavera,
dice Zoila andando entre papeles y más papeles. No pocas impresiones
musicales y reproducciones de grabados abrigan su humanidad dentro de
un estrecho cuarto de trabajo, sin descuidar deberes domésticos que
siempre ha asumido en una larga familia de tres generaciones. Es la
Zoila que hace café y tiene bajo su brazo un libro o una partitura o
pelea con la sobrina-nieta, todo a la vez, en su casa.
Esta obra tiene una presentación original que lleva
por título Mi legado musical, en el cual hace una exposición
tan singular como emotiva sobre su amor por la música, que no excluye
frustraciones por no haber sido dotada de "una potente y bien timbrada
voz y cantar todo lo que me apasiona del teatro lírico".
El volumen, fascinante, muestra entre sus curiosidades
un grabado (xilografía) que apareció por primera vez en La historia
del Novo Mondo, de Girolamo Becerra, publicada en Milán en 1565.
Desde tan lejanos días hasta los albores del siglo XX trata la obra de
Zoila Lapique. Para escribirla consultó decenas de miles de hojas
periódicas, partituras, y reunió información oral de valor
extraordinario. Sumado a ello, la excelente y prolija bibliografía
consultada. Ella no puede asegurar cuánto tiempo le llevó escribir
esta obra cumbre, indispensable: "¿Veinte o más años? Quizás una gran
parte de mi vida que llega hoy a los 76 años, sin que menguara mi
entusiasmo ni un momento, aunque no he estado dedicada todo el tiempo
a ella". Y bien que lo sabemos, pues Zoila es tan profunda en sus
temas como prolífera.
En Música, compositores e intérpretes hay un
engarce constante entre el que hace la música, el que la escucha,
aquel que la interpreta y quien la disfruta, apuntado no solo a la
producción y comprensión erudita, pues incluye hasta la importancia de
las academias de bailes, ya desaparecidas, carnavales, teatro bufo, y
la canción popular. En ningún momento nos parecerá un inventario. Es
un tejido armónico en la música propiamente dicha y en lo social que
tiene tanto de armonía como de psicología del cubano.