Añoranza podría ser la palabra exacta. A los niños les cambiaron el
escondite en la Fortaleza de la Cabaña y con ese, la fortuna que les
pertenece por derecho propio.
Un Tesoro de Papel, descubierto entre murallas desde tiempo atrás,
en esta XVI Feria Internacional del Libro Cuba 2007 apareció al final
de un sendero laberíntico.
Pendiente abajo, en el entorno del sitio turístico La Divina
Pastora, antes de llegar al Castillo de los Tres Reyes del Morro, se
reunían los pequeños —los adultos no faltaban— en número muy inferior
al que frecuentaba el antes tradicional recinto. Un solo golpe de
vista, día tras día, atestiguó lo que este equipo de trabajo pudo
comprobar.
Cierto es que la oferta en términos literarios y de espectáculos
artísticos mantuvo la indispensable calidad. Como en años anteriores
continuaron las ventas de los preciados libros y destacaron las
actuaciones de agrupaciones dramáticas de innegable valía: Teatro de
las Estaciones, Papalote, Ana Nora y Alepito, Tropatrapo, La
Colmenita, así como Bebé Compañía y Rosalía de Castro, entre los
conjuntos de danza. Junto a ellos, los representantes de la Escuela
Nacional de Circo, siempre tan aplaudidos por los pequeñuelos.
Tan notables elencos, aportadores del mayor placer, hicieron gala
de sus excelencias en un escenario en el que escenografía y
ambientación se resintieron estéticamente, situación de la cual no
escaparon los improvisados camerinos.
No es cuestión de recursos: la Feria es uno de los eventos más
populares gracias a la cultura alcanzada por el pueblo cubano, pero
también por la prioridad dada al mismo por las autoridades estatales.
En busca de mejorar cada vez más las condiciones para preservar el
"contexto mágico" de los niños, habría que preguntarse si fue acertada
la "mudanza".
Esta nueva área infantil —separada del mar por muros de poca altura
y en algunos puntos barandas metálicas precarias—, acogió otra vez a
los pioneros exploradores, con sus habilidades y el divertido taller
de papalotes.
Sin embargo, los de artes plásticas, literatura y juegos
electrónicos no sesionaron en esta cita por la ausencia de áreas
techadas. Así, en nuestro cotidiano bregar por la Fortaleza de San
Carlos de La Cabaña, camino del Morro, encontramos el querido Tesoro
de Papel, donde la primera bienvenida no era precisamente artística,
ni literaria sino gastronómica, enhorabuena... pero como opción
colateral.
Son, en fin, pequeños detalles a tener en cuenta para que el tesoro
brille en toda su intensidad.