Diversidad de la
poesía cubana
Seis poetas esenciales
VIRGILIO LÓPEZ LEMUS
LAPOESÍA no podía dejar de estar presente en la XVI
Feria Internacional del Libro Cuba 2007, haciendo gala de su
importancia como género literario para la nación. Si en el siglo XIX
ella nos ayudó a trazar caminos de identidad, durante todo el XX ha
estado ligada a la evolución del pueblo cubano. A la entrada del XXI
sigue su derrotero, expresada a través de poetas de las más diversas
calidades y estilos, muy variada en temas y problemas de cortes
estéticos o de la vida común. Presentamos al lector seis obras de seis
poetas, que valen mucho como excelentes lecturas.
Alpidio
Alonso.
Sidroc Ramos (Sancti Spíritus, 1926) es un hombre de
nuestra historia reciente por su espléndida biografía, asimismo es un
poeta que ha mantenido el fuego de la vocación lírica durante toda su
vida. Ramos presenta Pase a tierra (Colección Sur), un conjunto
de poemas en los que resalta su peculiar verso libre de variado
registro, entre el texto que se acerca al coloquio, casi prosa, como
en "Diálogo con una cabra ejecutada", o un sabio endecasílabo blanco,
tan funcional en "Retrospectiva de un héroe anónimo". La poesía de
Sidroc plantea una sostenida relación con la eticidad, que se
manifiesta en detalles de las circunstancias, sin que la pueblen
angustias metafísicas. Quizás el mejor texto del libro sea una elegía:
"A tí en tu nube de ambular Samuel Feijóo", donde hace homenaje al
maestro de Beth-el y de Faz. Véase un fragmento del
duro, difícil poema que es "Hacia el primer no día", en el que un
hombre se enfrenta a la muerte violenta con dignidad y valentía. "Soy
uno más (y quedo en uno menos) / nada capaz de despoblar el Globo /
por el que tan escandalosos o / asordinados genocidios corren¼
"
Por su parte, Raúl Luis (Tamarindo, Ciego de Ávila,
1934) regresa tras muchos años sin publicar libro, ahora revisita su
cosecha de heterónimos, iniciada en el exitoso El cazador
(1988), con un nuevo y muy valioso libro: El sitio existe, es
hermoso (Ediciones Ávila), que no debe pasar por alto en el
concierto actual de la poesía cubana, por el personalísimo aporte que
significa. Si entre nosotros casi solo Poveda o Nogueras habían
cultivado con gracia la invención de poetas y grupos literarios, en el
segundo bajo influencias de Pessoa, Borges o Max Aub, Raúl Luis se
convierte ya en el mejor creador que hayamos tenido en este campo,
porque no solo desarrolla inventiva, "genio de enredo", valores
narrativos y notable calidad literaria, sino también porque alcanza un
elevado tono poético, que hace de la lectura de este libro un
magnífico muestrario de maravillas, de gente soñada, de poetas que de
pronto toman, más que carne, cuerpo textual: "Vuelve a pasar por la
región del sueño / lejano (en que serás eterno dueño) / con tu airoso
alazán. Vuelve a la mesa."
José
Luis Fariñas.
En El sepia de la nostalgia (Editorial Letras
Cubanas) Waldo González López (Las Tunas, 1946) reúne parte de lo
mejor que nos ha ido ofreciendo a lo largo de los años, como su aporte
singular y valioso a la cultura nacional cubana, que él distingue
también con su labor de promotor. Este libro es una de las mejores
entregas poéticas de Letras Cubanas del último año, posee variedad
formal dada por la conjunción del verso libre y la métrica
tradicional, en un concierto lleno de lo que un poemario debe tener:
calidez poética y aprehensión sorprendida del mundo, que se
manifiestan en temas como el amor, la amistad, la soledad, la belleza
de lo circundante. Los poemas de Waldo González están ceñidos por una
aparente sencillez formal y un lenguaje claro, directo, propios para
ser rescatados del papel con pasión y ternura de lector atento, pues
con suma delicadeza nos dicen cosas esenciales: "Traza el hombre en el
cristal / su destino de penurias y reclamos / antes de recordar,
apenas un instante / la fría imagen del olvido."
Roberto Manzano (Ciego de Ávila, 1949) se reafirma con
Canto a la sabana (Colección Sur) como uno de nuestros mejores
poetas. Que bien dice su prologuista y no menor poeta Jesús David
Curbelo, que con este libro el guajiro avileño alcanzó a ser el mejor
"poeta de la tierra" de su generación. Manzano es también un sagaz
pensador en versos, un hombre que tiene en su cerebro una manigua de
saber y de pensar. El canto a la naturaleza cubana es una de nuestras
más antiguas y fundamentales tradiciones, de modo que cuando se retoma
con inteligencia y novedad, como es el caso, la poesía toca una de las
esencias fundamentales del ser cubano. El poeta advierte la "patria de
sus ojos" en esas sabanas limpias, verdes, de olor a tierra virgen,
donde asimismo siente que "Soy hijo de la yerba que piso". Y en un
momento feliz del libro, leemos: "Sabanas de mi patria, / solares
llaneros, ínclitas espuelas, / jáquimas de la vida / asidas para
siempre en el puño propio¼ "
Roberto
Manzano.
Mucho más joven es Alpidio Alonso Grau (Venegas,
Sancti Spíritus, 1963), quien presenta Tardos soles que miro
(Casa Editora Abril), colectánea de momentos fundamentales de su
trayectoria, con realizaciones que lo sitúan en la tendencia lírica
que concierta versos libres con poemas rimados y medidos. Quizás los
dos momentos más intensos del poemario son sus "Sonetos del hacedor"
(catorce bellas piezas entre las que descuellan los marcados con los
números V y X) y la sección denominada "La casa como un árbol". En sus
poemas descubrimos un elemento expresivo común: el amor por la
naturaleza, la exaltación del paisaje: "escuchar, / la ronda que hacen
/ los pájaros alzados, / otros niños, / las casitas humildes / tras
los árboles, / el arco de colores, la hierba, los incestos, / mil
criaturas del viento, / una flor que se dobla, / y un caballo". El
recurso de la enumeración funciona porque el poeta no abusa de ella,
la incluye como un "nombrar las cosas" y deja que sus temas se muevan,
con cierto matiz neorromántico, entre el amor, la vocación vital de la
palabra creativa y esa naturaleza que le ofrece sus contextos.
Concluyo mi rápida mirada "ferial" sobre poemarios de
reciente edición, con El resto más blanco (Colección Sur), de
José Luis Fariñas (La Habana, 1972), pintor, dibujante, poeta y
narrador, bien conocido como un extraordinario ilustrador de libros.
Fariñas consigue emplear la palabra no como un recurso descriptivo
pictórico, sino como lo que ella es: arte, aquel que emplea imágenes,
metáforas, símiles para armar textos que no solo nos dicen algo, sino
que lo transmiten con belleza. Su libro resulta un pequeño e intenso
conjunto lírico en el que se nos ofrece una mirada reflexiva que no
apela a la palabra emotiva, sino a la inteligente comprensión de las
motivaciones espirituales, de modo que su poesía se reviste a la vez
de fineza expresiva y de conceptualismos que no se inscriben en lo
hermético ni en la aprehensión metafísica, sino más exactamente en lo
misterioso de la vida. Es la suya una poesía muy personal que
establece un diálogo apasionante y a veces sentencioso con la realidad
y con el ensueño: "Que hable la sombra, / que cante como siempre, /
otra vez bajo el cerezo [¼ ] porque toda
pérdida es un hallazgo."
14-2-2007 |