En
el mismo bloque de arrancada, a las 11:00 a.m., en la sala Alejo
Carpentier, apenas una hora después de que este viernes se abran
las puertas de la Feria en la Fortaleza de La Cabaña, Miguel
Repiso, conocido en su país y mucho más allá por el sonoro apócope
de su apellido, Rep, compartirá con el público y sus colegas
cubanos los avatares que le han llevado a ser uno de los
humoristas gráficos argentinos más reconocidos —respetado por
unos, inquietante para otros, pero siempre en el candelero— de la
hora actual.
Téngase a mano un dato: Rep es la marca humorística del diario
bonaerense Página 12. En la edición de ayer jueves en una tira,
por ejemplo, juega con la dialéctica con osadía y lucidez. Es una
de las variantes del talento de este argentino de 1961,
autodidacta, que publicó por primera vez un dibujo a los 14 años,
y cuenta con una apreciable cosecha de lauros domésticos e
internacionales.
Ejercitado en el oficio del diarismo ofrece otra vertiente de
su creación en el catálogo de exposiciones personales, entre las
que sobresalen, en fecha reciente, el homenaje que tributó en el
2005 por partida doble al personaje de El Quijote y a su fabuloso
compatriota, el grabador Antonio Berni, en el Centro Cultural San
Martín, o la sugerente colección Bellas Artes, una
reflexión sobre la poética pictórica que tuvo mucho éxito hace
tres años en Buenos Aires, Córdoba y Madrid.
A Rep se le puede encontrar en libros. Además el que recogió su
serie Bellas Artes, cuenta con volúmenes que resumen y
destilan su peculiar visión del mundo, como Rep hizo los
barrios, Postales, La grandeza y la chiqueza y
Platinum Plus.
Sobre su manera de interpretar la relación entre visualidad y
literatura, ha expresado: "Soy cada vez más amigo de las palabras,
hablo con más fluidez que antes. Por otro lado quisiera la mudez
total: las palabras limitan la comunicación, son un contrato
absurdo, son signos absolutamente subjetivos. Yo digo una palabra,
vos otra. No creo en la comunicación humana por la palabra. Creo
más bien en la incomunicación, en los malos entendidos que
permanentemente genera la palabra. Se dicen palabras porque hay
que salir del paso. En cambio el dibujo es mucho más sincero. En
el dibujo se dice todo, se puede hacer humor sin palabras".
Y a la revista Humoralia confesó hace poco: "Soy un humorista
que no cree en los límites. Tienes que tener la materia prima
clara, y después has de permitir que salga cualquier cosa. Tienes
una idea, y en el trámite de expresarla, la tienes que traicionar.
No hay que ser esclavo ni de la idea. Admiro más a un pintor torpe
que se expresa de modo bestial que a uno que tiene toda la
técnica".