Me sentiría complacido si al lector se le cortara el aliento

Entrevista con Alberto Garrandés, Premio de Novela Alejo Carpentier 2006

LEYLA LEYVA

Alberto Garrandés se inició en la literatura a través de la ciencia ficción; pero otros —de alguna forma derivativos— han sido los derroteros de este escritor de 47 años, quien tiene publicados seis libros de ensayos, tres de relatos y dos novelas; además de destacarse sus antologías entre las más precisas del cuento cubano.

Ayer recibió oficialmente el premio Alejo Carpentier de novela por Las potestades incorpóreas. Una historia simbolista sobre los rituales de lo inevitable y la resistencia del espíritu, en la que intervienen tres personajes, una pareja de jóvenes y una casera, y algunos seres fantasmagóricos o surgidos de la imaginación. Como fondo, una casa en ruinas y el asedio de La Ciudad Sumergida.

Ya adelantaba Garrandés lo del suicidio forzoso y el final operístico, algo que callaría otro novelista para no espantar al lector, pero que él no teme dejar a modo de trillos sugerentes para un ejercicio de lectura que ambiciona el gusto por ella, la pasión por el desplazamiento lingüístico hacia la fábula, y no sólo la fábula misma.

El universo de lo onírico, la irrealidad de ciertas atmósferas ejercen fascinación sobre Alberto Garrandés y configuran "su autónomo mundo verbal". ¿Te resistes al realismo, a las historias con total apego a la realidad?

"La realidad es una construcción muy engañosa. Pensándolo bien, creo que lo interesante para mí, en cuanto a la concepción de un mundo novelesco, es precisamente adentrarme en ese proceso mediante el cual alcanzarías a comprobar cuán ilusorio puede ser lo real y cuán real (y hasta material) puede ser la ilusión".

A raíz del anuncio del premio, mencionaste que tenías conciencia sobre la posibilidad de "pegada" de la novela. ¿A qué te referías exactamente: al tema, el simbolismo de la ficción, a las provocaciones del lenguaje?

"Me refería justamente a la articulación de un tema lleno de arquetipos con su enunciación simbólica, todo ello encarnándose en un lenguaje provocador. Un lenguaje que se "separa" de lo real, o de lo inmediato, para regresar a lo real. He contado una historia trágica, muy literaria, devota de la pulsión romántica... Me sentiría complacido si a ciertos lectores se les cortara el aliento mientras leen... "

¿Cómo es el escritor ideal que imaginas y en qué radicaría la diferencia con el que eres? ¿Cómo definirías tu estilo?

"El escritor ideal es un ser obsesionado por las insatisfactorias mediaciones que ejerce el lenguaje. Un ser que sabe que el lenguaje sirve para expresar experiencias extraordinarias, y, al mismo tiempo, percibe que es un medio pobre y limitado... El escritor ideal es una persona curiosísima que se vale de los sueños, de la música, del mundo audiovisual, de las tensiones y deseos de su propio cuerpo... Mi estilo es quizás, al cabo, hijo de la alianza del modernismo con la vanguardia. Pero, dicho apresuradamente, me gustaría que mi escritura se pareciera, en alguna medida, a lo que podría hacer un equipo formado por William Blake, J. K. Huysmans, Vladimir Nabokov y Paul Auster".

Por lo general el Carpentier de novela, no así el de cuento, ha elegido obras de corte histórico o que descansan en contextos alejados de nuestro entorno nacional inmediato. ¿Te alentó este precedente para enviar tu novela?

"No era consciente de esa regularidad... Envié la novela con cierta aprensión. Siempre he sabido que es un texto insólito, bastante ajeno a las prácticas del realismo entre nosotros, pero en definitiva se trata de una novela basada en metáforas enciclopédicas, y por eso su rendimiento simbólico posiblemente sea alto y amplio".

"Hay formas del placer en las que el cuerpo no debería intervenir", dice un personaje de Las potestades incorpóreas, obra en la que el sexo es resultante, no motivo. ¿Has sobrepasado como escritor el interés manifiesto por el erotismo que identificó tus primeras obras narrativas?

"No, de ninguna manera. Todavía estoy por encontrar una zona del erotismo y el sexo donde el lenguaje exprese la paradoja de su derrota".

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