"He
trabajado pensando siempre en para quién se escribe", confesó Eduardo
Torres Cuevas, en gesto de humildad y consecuencia con su obra. Estaba
ganado por la emoción y no fue para menos. Todo fue hermoso en la Sala
José Antonio Portuondo, de la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña,
desde que se abrió el homenaje que la Feria dedica al eminente
historiador, con la actuación de un grupo de niños que estudian
francés, a los que el profesor abrió la Casa de Altos Estudios
Fernando Ortiz, los que bajo la dirección de Maylin Mir interpretaron
Mi amor, de Paul Eluard, Noel. Navidad para los niños
del mundo (un hermoso canto a la paz) y otros poemas y
canciones en este idioma.
Fue un hermoso preámbulo para que su colega Oscar
Zanetti presentara En busca de la cubanidad (tomos 1 y 2), e
Historia del pensamiento cubano (tomo 1) (Editorial de Ciencias
Sociales).
Tras citar algunas de las obras de Torres Cuevas y sus
aportes, como son sus estudios sobre el proceso de formación del
pensamiento social nacional cubano, Zanetti destacó su interés por la
jerarquización de la historiografía, a la cual ha hecho un aporte
importante, con su pensamiento encaminado a enaltecer los auténticos
valores patrióticos
El también ensayista Aurelio Alonso, tras resaltar que
la presentación era una demostración de que las Ciencias Sociales
pueden mover el interés de las masas, recordó que cuando Torres Cuevas
no contaba aún con 30 años de edad, concibió la Antología del
pensamiento medieval, que dio a los profesionales y al lector
común una dimensión de esa etapa histórica, y calificó su ejercicio
profesional como el de alguien que "sintetiza en grado sumo la
condición de filósofo e historiador".
Jorge Luis Acanda particularizó acerca de la
contribución del ensayista al despliegue del concepto de cubanidad.
"Comprender el libro es comprender al autor", dijo al elogiar la
raigalidad de la perspectiva de Torres Cuevas, al encarar nuestra
identidad.
En el panel participaron también como invitados César
López, personalidad a la que también se le dedica la Feria; Guillermo
Rodríguez Rivera, Edelberto Leyva, Reynaldo González, Pablo Armando
Fernández y Jaime Sarusky, quienes abundaron en la importancia de la
obra del homenajeado y las relaciones que lo unen con él.
Torres Cuevas, finalmente, confesó que este había sido
un homenaje inesperado, que se lo atribuía al hecho de ser "honesto,
fiel con mi país, con una Cuba que será lo que nosotros queramos que
sea"; y manifestó que él no podía ver la historia sin contar con la
poesía, manifestación que conoció desde que cursaba el cuarto grado y
por eso se alegraba por compartir con sus amigos poetas, como lo ha
hecho siempre.
También manifestó que su obra la veía como un
resultado colectivo, por lo que el homenaje lo hacía extensivo a sus
compañeros. En acto de sensibilidad evocó a tres amigos ya
desaparecidos: Ramón de Armas, José A. Tabares del Real y Francisco
Pérez Guzmán. "Pero mi mayor satisfacción —expresó— es ver a una nueva
generación de historiadores más capacitados que la mía".