Sábado en La Habana. Unos 5 000 jóvenes se congregaron
ante la histórica instalación. Cielo plomizo en una noche que ignoró
la llovizna. Ventisca y marejadas en medio de la ciudad tomada, desde
horas tempranas, por esa misteriosa energía que precede a este tipo de
concierto, que se prolongó hasta pasada la medianoche, frente a un
público solidario.
A las diez en punto Juan Carlos Baglietto y Lito
Vitale asaltaron el escenario, derribando barreras del tiempo y la
distancia. El rock argentino comenzó el viaje por su historia.
Después de iniciar el rito cósmico con clásicos como
El diario no hablaba de ti y La Vida es una moneda,
Baglietto declaró a este redactor: "Cuando regrese a la Argentina voy
a decirles a los músicos que vivimos un momento muy emocionante y nos
encantaría volver. Aquí existe una confraternidad y se expresó, en
este caso, a través de la música y espero no se termine y siga
existiendo".
Héctor
Starc, a cargo de La Balsa de Los Gatos, y Ulises Butron con
Entero o a Pedazos siguieron el ritual. El cartel anunciaba al
mítico bajista de la banda Serú Girán: Pedro Aznar. Catalina Bahía
de su catálogo y No pensar en nada, de León Gieco, desgranados
por el también ex integrante de la formación de jazz Pat Metheny Group,
fueron como una antorcha en medio de la noche para continuar
transitando por el reinado de Charly García.
Otro de los guitarristas de culto, David Lebón,
(Pescado Rabioso, Polifemo, Serú Girán), ascendió al escenario con
toda su estirpe rocanrolera para rasgar los acordes de Avellaneda
Blues y El Viejo. "La experiencia ha sido totalmente nueva.
Ojalá que a partir de ahora puedan venir más grupos argentinos a tocar
a Cuba. A mí me encantaría regresar con mi banda y también que cada
uno venga con la suya y tener mucho más acercamiento" declaró a
Granma el legendario músico.
En otro de los momentos irrumpió el "volcán" Roberto
"Palo" Pandolfo, ex líder de Don Cornelio, la Zona y Los Visitantes,
grupos de culto del underground argentino, cuyo abanico sonoro ha
transitado desde el punk, el dark, el tango, hasta los ritmos
folclóricos.
Los riffs de Sudamérica o el regreso de la Aurora y
Pronta entrega elevaron el nivel del ritmo en sangre y agitaron
las banderas de la "hinchada" estudiantil argentina en Cuba, que
estimulaba a una de los promesas del under austral.
Minutos más tarde "Palo", con voz electrizante,
declaró: "Estaba muy nervioso, tenía mucha adrenalina. Es un honor
haber tocado aquí frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos,
que ya sabemos lo que representa. Desde chico yo escucho rock. Esta
música es internacionalista en el sentido de que comunica juventudes y
quiebra las fronteras. Eso es lo que me gustó siempre del rock: su
poder de comunicación".
Las canciones de Claudia Puyó llegaron como un
bálsamo. Y comenzó a sonar el himno Noche de perros, de Serú
Giran, testimonio de denuncia grabado por el precursor Charly García
en voz y teclados, David Lebón en la guitarra y voz, Pedro Aznar en el
bajo y Oscar Moro en la batería.
A unos pocos metros del escenario, por la cuenca de
los ojos de una argentina de unos 50 años, desfilaba una lágrima que
dijo "brotaba directamente de mis recuerdos como prisionera política
en la dictadura de Videla."
Y nos dieron las diez y las once, y llegaron también
por el bulevar de los sueños, Los libros de la Buena Memoria y
Tres Agujas, interpretadas por Liliana Vitale e Hilda Lizarazu,
que parecían ángeles de beatífico resplandor sobre el tablado.
Con un aspecto desaliñado y portador del sentido de
denuncia y resistencia del rock and roll, Horacio Fontova disparó el
tema George W. Bush que atravesó hasta las mallas más finas del
aire como un mazazo en el corazón del vampiro belicista.
"Ese tema lo vengo haciendo hace casi tres años, pero
aquí en Cuba era donde yo lo quería cantar, frente a este edificio.
Visitar este país es un largo sueño que acabo de cumplir. Espero que
todos los músicos argentinos tengan la oportunidad de venir para acá"
expresó a Granma.
Al terminar el espectáculo con una enérgica versión de
Despiértate nena de Luis Alberto Spinetta, en un breve
intercambio, el escritor Miguel Bonasso recordó la presentación de su
hijo Federico con la banda Juguete Rabioso en el Monte de las
Banderas: " A mí me emocionó el privilegio de que justamente hoy se
cumpla un año de aquel concierto que hicimos. Yo creo que se ha
demostrado con esta noche magnífica de celebración que el rock es un
gran vehículo de conexión entre nuestros dos pueblos".
En la antesala del concierto habíamos escuchado con
sorpresa el audio que desprendía una banda sonora con textos de
reggaetón, ajenos a cualquier relación con la dimensión cultural de
este suceso. En un principio no sabíamos si asistíamos a la antesala
de un tributo a los 40 años, de uno de los movimientos culturales más
importantes del continente, orgullo nacional del país austral, o a las
preliminares de un show de Daddy Yankee. Por suerte, fueron los
argentinos.