Según
Reynaldo González, también de intereses múltiples y sobresalientes en
el quehacer literario, los amores de Leonardo Acosta hacia la
escritura son tan variados y, a la vez, constantes que puede
calificarse como un auténtico oficiante de la poligamia: de la música
a la estética barroca propia de nuestro continente, del análisis del
impacto de los medios de comunicación al registro histórico de la
identidad latinoamericana, del legado de José Martí al de Alejo
Carpentier, sin olvidar su iniciación editorial con un libro de
cuentos y la publicación de un poemario que le valió uno de los cinco
Premios de la Crítica obtenido en los tres últimos lustros.
Tan amplio diapasón intelectual hacen de Leonardo uno
de los más lúcidos e intrépidos ensayistas cubanos de la hora actual,
mérito que le acreditó ser proclamado como Premio Nacional de
Literatura 2006, condición oficializada ayer en el colofón de la
primera jornada pública de la XVI Feria Internacional del Libro Cuba
2007.
Aún sorprendido por su elección, el músico,
musicólogo, periodista y a fin de cuentas, hombre de cultura integral
y vocación integradora recibió de manos de Abel Prieto, miembro del
Buró Político del Partido y ministro de Cultura, los atributos del
Premio, concedido por un jurado encabezado por la doctora Graziella
Pogolotti y uno de cuyos integrantes, Miguel Barnet, leyó el acta de
fundamentación.
Sorprendido agradablemente, porque al sacar cuentas,
"nunca pensé —confesó— que iba a merecerlo; alguna vez dije a un
colega en broma que como iban las cosas nos tocaría en el 2020, debido
a la deuda histórica de un Premio que se instauró tardíamente en 1983,
por lo que nunca llegó a Alejo Carpentier, ni a Lezama Lima, ni a
Virgilio Piñera, por haber fallecido pocos años antes de su
institución, y que tampoco les fue adjudicado al menos a dos creadores
que sin duda lo honrarían, Samuel Feijóo y Onelio Jorge Cardoso".
En discursos cruzados ayer, mientras Reynaldo defendió
la estatura de Leonardo a partir de la comprensión del ejercicio
literario más allá de compartimentos estancos, este dedicó parte de
sus palabras de agradecimiento a cuestionarse la misma naturaleza del
género ensayístico, la trivialidad de una parte y de otra la pesantez
académica que no pocas veces ha padecido, y reivindicó su linaje y
necesidad en nuestra praxis cultural.
En el orden personal, Leonardo evocó a dos figuras de
su entorno familiar que merecen una mayor promoción y conocimiento por
parte de las generaciones actuales: su padre, José Manuel Acosta,
dibujante, fotógrafo, activista social, compañero de lides
intelectuales y políticas de los jóvenes que rescataron la conciencia
nacional en la década crítica de los años veinte, actor imprescindible
de la vanguardia artística del siglo XX insular; y su tío Agustín,
autor de La zafra (1926), poesía social combativa de carácter
inaugural en su tiempo.
Entre los libros del Premio Nacional de Literatura
2006 sobresalen José Martí, la América precolombina y la conquista
española, Música y épica en la novela de Alejo
Carpentier, Música y descolonización, Del tambor al
sintetizador, El barroco de Indias y otros ensayos, Novela policial y
medios masivos, Descarga cubana de jazz (1900 -1950) (1950-2000) y
Alejo en Tierra Firme.
10-febrero-2007