Pesadilla de aguas negras
Atentado de Chevron-Texaco contra la
Amazonía ecuatoriana (I)
PEDRO DE LA HOZ Y
ROBERTO CHILE (fotos), enviados especiales

Lago Agrio,
Ecuador.— José Medardo Schingre vive en Taracoa, localidad de la
Amazonía ecuatoriana a casi una hora de Coca, la capital provincial
de Orellana. Muy cerca de allí trata de sacarle provecho a su finca
de unas 40 hectáreas.
Pero las cosas han ido de mal en peor. Las tierras de Medardo
están envenenadas, como las de su vecino Bernardino Pérez.
Tubérculos podridos, naranjillas agrietadas y sin zumo, papayas que
apenas crecen.
Medardo
Schingre muestra en sus tierras próximas a un pozo operado por
Texaco la evidencia de la presencia de residuos de hidrocarburos que
contaminan el suelo amazónico.
—Solo hay un culpable: la Chevron, antes la Texaco, no le tiembla
la voz para decirlo.
Medardo es uno de los cerca de 30 mil afectados por el manejo
irresponsable de la explotación petrolera de la región por parte de
la Texaco.
—Veía venir el desastre, pero no calculé que fuera tanto
—confiesa con los ojos enrojecidos. Cuando llegué a esta zona, me di
cuenta que la compañía gringa hacía todo a su manera, los derrames
de crudo eran frecuentes, regaban petróleo dondequiera y avanzaban
por la selva sin pedir permiso, como si fueran los dueños del país.
Griselda,
la madre de Schingre, espera que los gringos paguen lo que deben y
confía en la gestión del Gobierno de Rafael Correa para la
transformación positiva de la Amazonía.
Yo tenía cierta experiencia en el trabajo de organización comunal
y traté de agrupar a los campesinos de acá para denunciar lo que
hacía la Texaco. Pero ellos eran protegidos de las autoridades de la
época y solo gané que me pusieran en la lista negra, vigilaran mis
movimientos y sabotearan los intentos de organización.
Texaco, luego Chevron, operó en la Amazonía ecuatoriana de 1964 a
1992, al amparo de un contrato con la Ecuatorian Oil Guf Company,
que solo recibía las regalías, por cierto menguadas, de la
comercialización del crudo. Fue en ese lapso la única transnacional
petrolera en explotar los hidrocarburos de la Amazonía.
En el artículo 46 del contrato quedó estipulada la obligación de
la corporación norteamericana de utilizar tecnología segura para la
reinyección de los residuos tóxicos del proceso de extracción.
—Ganancias son ganancias —se duele Medardo— y mayores cuando en
lugar de equipos seguros enviaban para acá aparatos viejos, pura
chatarra. Sacaban el máximo del corazón de la tierra y dejaban la
porquería para que nos fastidiáramos.
El
fotorreportero cubano Roberto Chile, captado por su colega hondureño
Javier Maradiaga, luego de hundir su mano en una de las fosas
abandonadas por Chevron-Texaco en la selva.
El pozo Yuca Sur 1, perforado por la Texaco y explotado hasta
1965, colinda con la propiedad de Schingre. Como ese operó otros 355
pozos y abrió más de mil fosas en el oriente ecuatoriano sin
regulación protectora, por lo que se calcula el derrame de 64
millones de litros de crudo y 71 millones de litros de residuos en
un área de dos millones de hectáreas.
—A mí me da que hicieron aquí lo que no hacen en su país —comenta
Bernardino Pérez. Vea usted que apenas tengo animales ya, pues las
aguas negras que van saliendo a la superficie no les sirve para
tomar. Y vea mis cafetos que ni cerezas paren.
La tragedia salta a la vista en su finca. En medio de los
pastizales para el ganado se observan áreas de un compuesto
negruzco. Cuando se cala esa superficie, a pocos pies surge un
fluido viscoso oleaginoso: inequívocamente la presencia de crudo
residual.
Angélica Punia nació en los campos de Taracoa por los días en que
Texaco aceleraba la extracción petrolera en su fase final.
—Yo solo uso agua de lluvia, y por suerte aquí ha llovido
bastante en estos tiempos, porque si no... La gente sufre mal de
estómago.
Medardo, Bernardino y Angélica forman parte de los 30 mil
pobladores que integran el Frente de Defensa de la Amazonía (FDA),
concertación ciudadana de campesinos y pobladores de comunidades
originarias mayoritariamente radicados en las provincias de Orellana
y Sucumbíos, que presentó una demanda en la corte de Lago Agrio
contra la Chevron por el daño ocasionado a sus tierras y aguas.
En el 2011 la corte sentenció a Chevron al pago de una
indemnización de 9,5 mil millones de dólares, ratificada el pasado
12 de noviembre por la Corte Nacional de Justicia, impugnada por la
transnacional.
Cada día María Griselda, con sus más de 80 años, espera a Medardo
en la humilde casita de Taracoa para que este le cuente cómo van los
asuntos de la demanda y darle fuerza y valor.
—Yo le digo a mi hijito que no puede dejar de luchar, más ahora
que todo va cambiando para mejor en Ecuador, con mi "presi" Correa,
que Dios lo guarde y guíe para bien de todos. |