En un discurso pronunciado en la Casa Blanca, el Presidente Obama
rindió tributo a Nelson Mandela, quien falleció el jueves a la edad
de 95 años:
"Hoy él ha regresado a casa. Y nosotros hemos perdido a uno de
los seres humanos más influyentes, valientes y profundamente humanos
con quien ninguno de nosotros podrá convivir en este planeta. Ha
dejado de ser un hombre de nuestro tiempo, pertenece a todos los
tiempos.
"Ahora hagamos una pausa y demos gracias por el hecho de que
Nelson Mandela viviera, un hombre que tomó la historia en sus manos
e hizo que la curva del universo moral se inclinara a favor de la
justicia".
Nelson Mandela se merecía esas hermosas palabras e incluso
mayores elogios desde mucho antes de que el presidente Obama fuese
electo. Pero los comentarios del presidente fueron notables, porque
significaron un profundo distanciamiento de la manera en que Mandela
y el movimiento anti-apartheid que el representó habían sido
considerados por parte de la política exterior de los Estados
Unidos.
"Hasta hace cinco años", tal y como se informaba en la mañana de
hoy, "(El Señor) Mandela y otros miembros del Congreso Nacional
Africano estuvieron incluidos en la lista de terroristas de los
Estados Unidos por causa de la lucha armada que libraban contra el
régimen del apartheid".
Washington trazó una línea implacable en lo que consideraba como
los campos de batalla de la Guerra Fría, en lugares como Sudáfrica y
Angola, donde en realidad se combatía contra el colonialismo y el
racismo. Durante décadas, Mandela y su Congreso Nacional Africano (ANC,
por sus siglas en inglés), fueron considerados como terroristas por
los Estados Unidos. Esto también resultó ser conveniente para los
anticomunistas de línea dura que se oponían al gobierno cubano.
Desde comienzos de la década de 1980, Cuba fue incluida en la
Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo; castigada, en parte,
por su intervención en África meridional. Esto le ha ocasionado un
daño constante a la economía cubana, con las afectaciones provocadas
por las sanciones que aún sufren día a día los cubanos y las
compañías internacionales que realizan transacciones comerciales con
su gobierno.
Hubo momentos en que la preocupación de Washington por la Guerra
Fría y la presencia de tropas cubanas en Angola enrumbaban por
extraños caminos. Una de las Directivas Decisorias de Seguridad
Nacional del Presidente Reagan fechada el 7 de mayo de 1987
contemplaba el uso de recursos informativos para "socavar la
capacidad de Cuba de desplegar tropas en Angola mediante
transmisiones radiales especialmente dedicadas a Cuba a través de
Radio Martí", lo cual nos hace pensar que el Consejo de Seguridad
Nacional no tenía idea de que dichas señales eran interferidas y que
ningún cubano podía ser afectado por la propaganda que no podían
escuchar.
Las alianzas de Cuba en el sur de África tenían un significado
totalmente diferente para personas como Nelson Mandela. Él calificó
el papel decisivo desempeñado por Cuba en Angola como "una victoria
para toda África". En un discurso pronunciado en Cuba poco después
de haber sido liberado de sus veintisiete años de encarcelamiento,
Mandela expresó:
"Nosotros en África estamos acostumbrados a ser las víctimas de
los países que quieren repartirse nuestro territorio o socavar
nuestra soberanía. El hecho de que otro pueblo se haya levantado en
defensa de uno de nosotros es algo sin precedentes en la historia de
África".
En ese mismo discurso, agregó:
"Nosotros admiramos los sacrificios hechos por el pueblo cubano
para mantener su independencia y su soberanía ante la vil campaña
orquestada por los imperialistas. Nosotros también queremos ser los
dueños de nuestro propio destino".
En el mismo viaje en que Mandela visitó a Cuba en el año 1991
también visitó los Estados Unidos, donde estuvo en contacto con
estadounidenses que no estaban dispuestos a canonizarlo.
Un artículo publicado a principios de este año, titulado "Cuando
los Estados Unidos conocieron a Mandela", narra un mordaz
intercambio que se produjo entre él y Ted Koppel, el presentador del
programa Nightline, quien se cuestionó su derecho a reunirse con
líderes de los "Estados villanos" como Fidel Castro, Yasser Arafat,
y el Coronel Qadafi. "Ellos apoyan nuestra lucha
incondicionalmente", le respondió Mandela a Koppel y prosiguió
dándole una lección de gratitud y autodeterminación. "El hombre que
cambie sus principios en dependencia de con quién esté negociando",
le dijo a Koppel, provocando el aplauso del auditorio, "no es un
hombre que pueda dirigir una nación".
Según el Miami Herald, esos comentarios "provocaron la
cancelación de la bienvenida oficial que se había planificado en su
honor", e hizo que cinco alcaldes cubano-americanos cancelaran su
encuentro con el Sr. Mandela, en lugar de lo cual enviaron una carta
en la que consideraban que sus comentarios "iban más allá de una
comprensión razonable".
Mientras Mandela se acercaba al fin de sus días, al menos en
Washington prevalecieron ideas más sensatas. En el año 2008, el
Congreso aprobó, y el presidente George W. Bush firmó, una ley para
eliminar al Congreso Nacional Africano de la lista de terroristas.
Cuba fue incluida en la Lista de Estados patrocinadores del
Terrorismo por varias razones que incluían las acciones que Nelson
Mandela pensaba habían conducido a su propia liberación y al fin del
apartheid. El presidente difícilmente pudiera ofrecer mejor tributo
al nombre y a la memoria de Mandela que la eliminación de Cuba de la
lista de países terroristas. (Insight News)