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Las buenas intenciones… y la “mala” leche
Aunque gran parte de la leche entregada no cumple
con los indicadores requeridos, el 85 % continúa pagándose como un
producto de máxima calidad. El país reordena el acopio pero los
resultados aún son insuficientes
YUDY
CASTRO MORALES y SHEYLA DELGADO GUERRA
Otra vez la abismal incoherencia entre la calidad de la leche que
llega a la industria o a las bodegas y lo pagado por ella vapuleó a
la economía cubana, razón que provocó durante el 2011 un sobregiro
de unos 340 millones de pesos.
La
mala higiene en el momento del ordeño y la manipulación ulterior
deviene elemento de mayor impacto negativo en el deterioro de la
calidad de la leche.
Para sopesar la magnitud del problema, resaltemos que mientras el
85 % del volumen suministrado a las empresas lácteas fue
comercializado como leche de máxima calidad, paradójicamente, más
del 50 % llegó fuera de los parámetros.
Si a ello unimos que de la entrega prevista a la industria se
incumplieron unos 38 millones de litros, y el arribo directo a las
bodegas apenas cubrió el 88 % de los niveles contratados, resulta
fácil percibir las debilidades existentes en dicho ámbito. Esta
situación obligó al país a cubrir el déficit con leche en polvo
importada, cuyo precio en el mercado mundial oscila entre 3 500 y 4
200 dólares la tonelada.
La fragilidad de la disciplina técnica y las normas
organizativas, la no existencia —en mayor o menor grado— de
condiciones para la conservación y acarreo de la leche, así como la
escasa confiabilidad de los análisis realizados por los
laboratorios, continúan lastrando la calidad y la productividad.
CALIDAD Y CANTIDAD EN UNA MISMA DIRECCIÓN
Entre las causas fundamentales del incumplimiento productivo se
mencionan por Juan Carlos Rodríguez, especialista de la Dirección de
Ganadería, del Ministerio de la Agricultura (MINAG), otra vez los
efectos de la sequía y también las intensas lluvias ocurridas en
algunos meses. Según explicaron varios productores y especialistas,
ambos extremos tienen incidencias negativas en la producción
lechera.
Resulta
difícil el procesamiento de queso cuando la leche empleada no tiene
la calidad requerida.
Ese ha sido un argumento que siempre se esgrime para justificar
los incumplimientos. No es menos cierto que el más preocupante es el
periodo seco, porque reduce la disponibilidad de pastos y forrajes,
el abasto de agua y los rendimientos, aunque también la lluvias
provocadas también las lluvias prolongadas afectan al ganado
(principalmente al ovino-caprino), haciéndolo más vulnerable a
enfermedades producidas por el exceso de humedad, afirmaron.
Pero si el 2011 fue menos seco que el 2010, ¿cómo entender la
disminución de los volúmenes entregados el año pasado? Evidentemente
la absurda justificación de las "vacas secas" no debe esgrimirse
como pretexto ante los incumplimientos; tampoco la variabilidad
meteorológica, pues —a causa del cambio climático— la sequía
acompañará cada vez más a nuestra agricultura.
La capacidad de prever y, en función de ello, garantizar el agua
y los alimentos necesarios, así como crear condiciones para proteger
a los animales, constituyen, año tras año, el "talón de Aquiles" de
los ganaderos.
Otro factor que dio al traste con las expectativas en materia de
producción fue el desvío de leche para su venta "clandestina" y la
elaboración artesanal de quesos, en detrimento del contrato, que
nuevamente quedó mal parado como un papelito más con unos cuantos
"numeritos" burlados. ¿Causas fundamentales? La falta de exigencia y
de observancia para que sea asumido como un instrumento
indispensable de la gestión económica.
Ante estos traspiés, cuya solución continúa pendiente en manos
del Sistema Empresarial y de la base productiva de la Agricultura,
al igual que de algunas unidades del Grupo Azucarero, el país no
puede darse el lujo de desaprovechar, por mala calidad, ni un solo
litro de leche. Y mucho menos realizar por esta sobrepagos
millonarios. Con esos montos podrían adquirirse insumos para los
productores o nuevos equipamientos destinados al acopio, acarreo y
procesamiento industrial.
Aunque en el 2011 la cantidad de leche afectada por el elevado
grado de acidez —equivalente a 2,8 millones de litros— fue inferior
a la reportada en el año precedente, todavía es muy alto el volumen
desperdiciado.
El doctor Pastor Ponce Ceballo, director del Centro de Ensayos
Estatales para el Control de la Calidad de la Leche y sus Derivados
—perteneciente al Centro Nacional de Sanidad Animal (CENSA)—
comentó, además, que persisten serias dificultades relacionadas con
la falta de condiciones higiénico-sanitarias, la alta prevalencia de
mastitis (células somáticas) en la leche, y la presencia de bajos
niveles de sólidos y proteínas, fundamentalmente en las provincias
occidentales.
Pese al empeño de los ministerios involucrados en el
reordenamiento del acopio, distribución y procesamiento de la leche,
los resultados son insuficientes, y aún la calidad es un eslabón
perdido en la extensa cadena que la conduce desde el ordeño hasta el
andén.
DE LA UBRE A LA INDUSTRIA
La inexistencia de condiciones adecuadas para el ordeño (falta de
agua, refrescaderos, utensilios), en gran parte de las unidades
productivas, constituye uno de los planteamientos más recurrentes
sobre el deterioro de los parámetros de la leche.
Las
investigaciones del CENSA demuestran que persisten la falta de
condiciones higiénico-sanitarias y la alta prevalencia de mastitis
en la leche.
Con ello coincidió Aníbal Rosales Matamoros, administrador de la
Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) La Paz, perteneciente
a la Empresa Pecuaria Triángulo 5, de Jimaguayú, municipio
agramontino de mayor peso en la entrega de leche a la industria.
"Aquí lo que más nos golpea es la reductasa (carga bacteriana de
la leche por la mala higiene en el momento del ordeño y la
manipulación ulterior), debido al déficit de insumos como coladores
y filtros," dijo.
Contradictoriamente, autoridades del MINAG afirmaron que los
coladores están a la venta en la red de tiendas del Programa
Campesino en todas las provincias. No obstante, reconocieron que
durante varios meses los filtros no estuvieron disponibles.
De cualquier modo, enfatizaron que, si bien tales utensilios son
necesarios, la raíz del problema está —sobre todo— en la realización
incorrecta del lavado y secado de la ubre, así como del despunte
para comprobar la existencia de mastitis, antes del ordeño. También
hay que verificar la limpieza de los recipientes, sentenciaron.
Pero la mala higiene o reductasa no constituye un fenómeno
aislado de esa UBPC, sino que deviene elemento de mayor impacto
negativo en todo el territorio nacional. Y en el caso de Camagüey
adquiere más relevancia, por ser esta provincia la máxima productora
de leche, al aportar cada año, como promedio, el 25 % del volumen
total del país.
Otro agravante reiterado es el empleo de recipientes no idóneos
(envases plásticos, de hierro, los llamados tanques alevines u
otros) para la recogida y transportación de la leche, los cuales no
garantizan su higiene y conservación.
En cuanto a la disponibilidad de envases para el acopio, Yuri
Perdomo, director de la empresa Elio Llerena (Novalum), puntualizó
que, en función de la demanda presentada por los clientes, fueron
fabricados el año anterior, 30 mil coladores, más de 31 m
il cántaras y alrededor de 45 400 cubos. En el 2012 continúa la
confección de estos productos, con planes que superan en los dos
últimos casos los niveles contratados en el calendario precedente.
También la demora en el traslado de la leche hacia la industria o
la bodega pone en riesgo la calidad, pues incide directamente en su
grado de acidez. Este atraso está condicionado, en buena medida, por
la poca efectividad de alternativas instrumentadas para la
transportación, sin descartar que más del 67 % de los volúmenes
acopiados se acarrea por caminos en mal estado, señaló Iván
Carranza, jefe del Grupo Lácteo, subordinado al MINAL.
DEFICIENCIAS QUE NO PUEDEN "PROCESARSE"
"Aun cuando existen tres clases para la leche (A, B y C), la que
llega aquí casi siempre es D", reconoce Lilandia Barrizonte,
especialista principal de calidad del Combinado Lácteo de La Habana.
Así intenta resumir el deterioro de los indicadores del producto
recepcionado durante el 2011.
Debido a la mala calidad, fueron penalizados más de un millón de
litros (solo se pagó 35 centavos por cada uno) y, según sus
criterios, de haber sido rigurosos en los análisis, otra parte de la
leche tampoco hubiese clasificado.
Pero, ¿acaso no le corresponde especialmente a la industria, como
comprador, velar porque lo recibido cumpla con los indicadores
estipulados? Si la mayor parte era de clase "D", ¿por qué la pagaron
como óptima?
A juicio de la especialista, la disminución de los rendimientos y
las limitaciones para elaborar productos fermentados son los
perjuicios más evidentes que esa leche "D" le trae a la industria.
"Muchas veces acudimos a la grasa vegetal y al producto en polvo
para hacer yogurt natural, variedad que podríamos obtener del
líquido fresco, si este tuviera la calidad requerida. Tampoco
resulta fácil el procesamiento de queso cuando te enfrentas a una
cuajada fuera de parámetros."
Otra de las afectaciones, dice, está dada por el aumento de la
importación de recursos, pues en elaboraciones como el helado, si la
leche no cumple con los niveles establecidos de sólidos y de grasas,
es preciso incrementar los índices de consumo para completar la
fórmula. De hecho, las empresas lácteas consumieron en el 2011 más
de 42 mil toneladas del producto en polvo y, para este calendario,
planifican el empleo de unas 40 mil.
Precisamente, en pos de romper la alta dependencia del mercado
internacional y los consabidos gastos que eso implica, se prevé la
instalación de una planta de leche en polvo en la provincia de
Camagüey.
Para ello los componentes de la leche deben ser muy estables,
comentó Iván Carranza, y hoy, ni siquiera el 10 % del volumen
producido cumple con dichos parámetros. De ahí la urgencia de
corregir a tiempo, y eficientemente, los problemas de calidad para
que el proyecto fructifique.
DISPOSICIONES ¿SUFICIENTES?
Ante estas reiteradas dificultades, la Resolución No. 412 del
2011, emitida por el Ministerio de Finanzas y Precios, incorpora
varias disposiciones con vistas al reordenamiento del acopio, y al
incremento de la exigencia a productores y empresas en la compra con
arreglo a la calidad. No obstante, ratifica los pagos establecidos
para las tres clases de la leche (A: 2,40 pesos; B: 1,80 y C: 1,25;
fuera de estas categorías se cotiza a 35 centavos).
En concordancia con lo dispuesto, la industria trabaja este año
en la concentración de las rutas por donde se acarrea la leche sin
refrigerar, de modo que lleguen al andén antes de las diez de la
mañana. También prioriza el mejoramiento de las condiciones de frío,
el aumento de los centros de recepción, así como la construcción de
refrescaderos para el producto.
Igualmente, la Resolución traslada a la industria y al Comercio
Interior la responsabilidad de certificar en sus laboratorios la
leche para el pago. Tal vez así el Estado podrá sacudirse del
sobregiro millonario. Hasta hoy, la mayoría de los análisis eran
realizados por entidades del MINAG y, de acuerdo con investigaciones
del CENSA, en más del 70 % de las ocasiones el pago fue
sobreestimado.
Pero las disposiciones por sí solas no resolverán las
dificultades. Es preciso disponer de los recursos, aprovecharlos y,
en especial, fortalecer el control y el seguimiento sistemáticos. La
solución también transita por la integración de todos los
involucrados, exigiendo a cada cual la responsabilidad que le
asiste. De otro modo seguiremos cultivando buenas intenciones, pero
recogiendo "mala" leche.
| Apuntes de una
experiencia En el 2010, varias entidades del municipio
de San José de las Lajas, provincia de Mayabeque, fueron
seleccionadas para evaluar nuevas formas organizativas de la
cadena láctea.
El CENSA, como organismo encargado de monitorear la
experiencia, desarrolló durante el 2011 un análisis de los
resultados obtenidos en la Cooperativa de Créditos y
Servicios 13 de Marzo, la UBPC Orlando Campa y la Granja
Meseta Roja.
El doctor Pastor Ponce Ceballo explicó que si bien hubo
un mejoramiento de la calidad de la leche a inicios del
proyecto, otra vez vuelve a deteriorarse entre finales del
2010 y septiembre del 2011.
No obstante —argumenta—, desaparecen casi en su totalidad
las adulteraciones por aguado, pero la carga bacteriana y la
presencia de mastitis en la leche continúan siendo un
problema.
Tampoco los productores aplican en todos sus puntos y del
modo establecido el Programa Integral para Mejorar la
Calidad (PROCAL), entretanto persisten contratiempos durante
el acopio y el acarreo.
Tratándose de un proyecto que pretende generalizarse, no
es ocioso anclar los análisis en los "porqués" y, a partir
de ahí, rectificar las estrategias. Si no, perdurarán los
incumplimientos en la producción lechera y el fatídico
divorcio entre pago y calidad, situación insostenible para
cualquier economía. |
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