Oficio de chapisteros

Obreros calificados en formación adquieren habilidades de la especialidad, durante su periodo de prácticas en Cienfuegos

JULIO MARTÍNEZ MOLINA

A partir del curso 2010-2011, el Taller de Chapistería y Servicios de Cienfuegos, perteneciente al Ministerio de Transporte, comenzó a asumir a estudiantes de la especialidad de obreros calificados en la materia, cursantes del segundo y último año en el Politécnico Cinco de Septiembre, de la provincia.

FOTO DEL AUTORRolando, el jefe del Taller, enseña Elementos de Chapistería a Yorelbis, Juan Pablo y Raúl Ernesto (de izquierda a derecha).

Rolando Ruiz, jefe del Taller, asevera a Granma que la estancia de ellos aquí ha sido doblemente provechosa, en el sentido de la inyección de sangre joven proporcionada por los estudiantes a los tres chapistas, los cuatro pintores y el ayudante de la instalación; pero sobre todo en la adquisición de habilidades de los jóvenes obreros calificados para el posterior desempeño de su oficio.

Durante el segundo año de su carrera, los muchachos del Cinco de Septiembre aprenden los rudimentos de su labor en esta unidad a través de dos periodos: de septiembre a diciembre, cuando combinan enseñanza teórica con la praxis cotidiana; y de febrero a junio, etapa eminentemente práctica.

Ellos, quienes se rigen por la disciplina establecida en el sitio y deben emplear sin excepción los medios de protección, cuentan con los módulos de los operarios a su disposición, así como con todos los materiales indispensables de cara a su trabajo.

Para obtener su calificación, precisan cumplir los requerimientos de una guía de entrenamiento que los conduce al conocimiento de cada una de las facetas del necesario oficio de chapistero.

A sus 16 años, ya Yorelbis Rodríguez González habla con propiedad de términos inherentes a la especialidad, a la manera de confección de plantillas para las piezas planas, empleo de instrumentos de medición directa (cintas métricas, reglas), corte de piezas con tijeras o cizallas manuales y eléctricas, preparación de superficies de trabajo para el pulido y la pintura, alisamiento de chapas, uso de diferentes tipos de martillos, soldadura de metal¼ .

No se le queda atrás Juan Pablo Rizo Hernández, de 17 años, quien se refiere sin tropiezos al trabajo con alambres de bronces u otros materiales y ya fue capaz de reparar completamente un auto marca Nissan, además de atender colisiones por accidentes o diversas causas, herrumbre y deterioros de diverso rango.

Su coetáneo y compañero de aula, Raúl Ernesto de la Barca Suárez, también dice sentirse en condiciones de chapistear cualquier vehículo. Ya ha hecho pisos, tapado parches de áreas bajas e incluso, modificado pasillos interiores, comenta.

Está consciente Raúl Ernesto, como el resto de sus compañeros, de la importancia social de la formación de obreros calificados. "Sin los chapisteros muchos carros que pueden recuperarse tendrían que ser tirados a la basura, por golpes o podredumbre. Este oficio, como muchos otros, es muy necesario para todos", subraya el joven.

Los obreros calificados que concluyeron sus prácticas en este taller durante el pasado curso ya laboran en organismos del territorio, reciprocando ahora a la sociedad su formación en el imprescindible arte de los oficios.

  [2012/03/06/pdf/base.htm]