![]() |
|
Llamada pública Desde su fundación, ETECSA ha destinado 20 millones de dólares al desarrollo de la telefonía pública. Sobre la suerte corrida por este servicio trata este reportaje FÉLIX LÓPEZ A la salida del hospital, Ana Ivis trata de solicitar un taxi, pero el teléfono —en lugar de sus 20 centavos— le devuelve un mensaje desconcertante: "Solo para llamadas de emergencia"... Mira a los otros dos equipos y descubre que les faltan los auriculares. En menos de dos metros cuadrados hay más de 3 000 dólares inutilizados y un servicio vital está interrumpido. No es este un caso excepcional. Más de un capitalino en apuros o visitante en la ciudad, no se ha podido servir en algún momento de la telefonía pública (TP). Algunos hasta la maldicen, y otros van de teléfono en teléfono con muchas interrogantes inconclusas: ¿Serán realmente buenos los equipos comprados por ETECSA? ¿Por qué se venden tarjetas prepagadas en dólares y no las hay en moneda nacional? ¿Cómo pueden destruirse esos costosos medios a la vista de todos?...
En busca de las respuestas, Granma visitó esta semana la Unidad de Negocios de Telefonía Pública (UNTP), entidad de ETECSA responsabilizada con la introducción de nuevas tecnologías, mantenimiento y gestión de ese servicio que es utilizado por el 100% de los ciudadanos del país, y está expuesto —durante las 24 horas y los 365 días del año— al maltrato y la utilización irracional de algunos hombres. SAURIOS EN LA ERA MODERNA Una década atrás, los teléfonos públicos instalados en Cuba eran objetos anacrónicos para el desenfrenado mundo de las nuevas tecnologías. Aquella técnica analógica fue sustituida en los últimos años por modernos equipos españoles (Amper) y franceses (Urmet). Con ellos, aparecieron las tarjetas prepagadas y las pantallas con toda la información que necesita el cliente. Lo nuevo, claro está, genera sus conflictos y demora en ser asimilado.
"De
esos teléfonos, llamados inteligentes —explica Máximo la Fuente,
director de la UNTP—, se han instalado en Cuba "Desde la creación de ETECSA —afirma Máximo—, se han invertido en la TP 20 millones de dólares. Y es un servicio, junto con el pan normado, que sigue costando cinco centavos. Por ese precio se hace una llamada local breve. Pero hay personas que no valoran en toda su dimensión lo que se les ofrece con mucho esfuerzo. Más que interrupciones técnicas, son el vandalismo y el fraude nuestros principales depredadores." MÁS ALLÁ DE LAS ALCANCÍAS Según las estadísticas, en mayo del 2002 la Ciudad de La Habana sobrepasaba el 25% de interrupciones pendientes (eso quiere decir que de cada 100 teléfonos, 25 estaban fuera de servicio). En los primeros 15 días de octubre el promedio bajó a 13,69%, y el día de nuestra visita —afortunadamente— las computadoras indicaban un récord histórico: 9,7%...
Para bajar del 10% de interrupciones diarias (que es el límite permisible para la tecnología instalada en Cuba), los 92 reparadores de la capital, organizados en nueve brigadas, recorren a pie varios kilómetros en cada jornada. A cada uno le corresponde atender 120 estaciones públicas, pero no todos corren igual suerte. Existen lugares donde se reporta un mismo teléfono con varias averías en un día. Y muchas de ellas provocadas por la mala utilización del equipo. Nelson Mayolino López, gerente de la filial de TP en la capital, asegura que de no ser por los actos delictivos de elementos antisociales que rompen alcancías, mutilan partes de las estaciones públicas o se conectan fraudulentamente a los cables, ese servicio gozaría de mejor salud, porque la capital tiene 6 909 teléfonos inteligentes, y en ellos las fallas tecnológicas siempre son solubles. "Esos actos hay que enfrentarlos y denunciarlos —comenta Mayolino. Nadie puede quedarse conforme cuando se decide retirar el servicio en un lugar reincidente, porque eso significa una derrota moral para el vecindario, que es el perjudicado. La responsabilidad de cuidarlos es de la Policía, de ETECSA, y de todo aquel que lo utiliza". TARJETAS "PROPIAS" Y OTROS DEMONIOS Susy Gómez, en cola para realizar una llamada, afirmó a Granma que molesta recorrer varias calles en busca de un teléfono público, pero es más irritante encontrar solo los que funcionan con tarjetas prepagadas en dólares. Sobre este tema, Máximo de la Fuente explicó que de los 15 052 equipos inteligentes con que cuenta la TP, solo el 11,68% opera en divisas. Referente a las tarjetas "Propias" —de gran aceptación y no disponibles en los puntos de venta—, Máximo recordó que en el mes de abril se realizó una tirada de 177 000. Los cálculos indicaban que alcanzarían hasta noviembre, pero en agosto ya estaban agotadas. En las próximas semanas, anunció, se dispondrá de otro lote de tarjetas (200 000), y se estudia la posibilidad de que puedan ser recargadas una y otra vez. "Las tarjetas, afirma el ejecutivo de ETECSA, tienen muchas bondades, pero sus costos son relativamente altos. Una de las que vendemos por 3 pesos (MN) nos cuesta 9 centavos/dólar. Trabajamos para incrementar el uso de los tarjeteros, pero eso siempre estará asociado al tema de los costos. Antes de que termine el año se instalarán 1 330 de esos equipos, donde las fallas técnicas que se reportan son siempre inferiores." Entre las deficiencias de casa, Máximo reconoce que todavía no es eficiente la recaudación en las públicas monederas. Las computadoras avisan cuando la alcancía alcanza el 75% de su capacidad, pero no siempre son suficientes los recursos humanos y el transporte. Por ahora, la prioridad está en los hospitales, funerarias, terminales de ómnibus y lugares de máxima concentración de personas. Es obvio, según los argumentos de este reportaje, que el futuro de la telefonía pública depende hoy mucho más de los clientes. Entre los encargados de hacer funcionar esa importante red de comunicación, existen la voluntad y los recursos para hacerla más moderna, eficiente y funcional. De nada servirían esos desvelos si algunos se siguen acercando a esas modernas máquinas a la usanza de la Edad de Piedra. |
|