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07/09/2002
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Guerra por los caminos del mundo

Así denominó el ex presidente George Bush, cuando era director general de la CIA, en 1976, a la despiadada campaña terrorista que se inició con el crimen de Barbados y costó a Cuba miles de vidas humanas

FÉLIX LÓPEZ

Una década antes de que nuestros Cinco Compatriotas penetraran los grupos terroristas de la Florida, el joven Pedro Escalona Corullo, ciudadano cubano nacido en Miami, se infiltró como agente de la Seguridad del Estado en las principales organizaciones mafiosas y contrarrevolucionarias con base en los Estados Unidos. Salvar de la muerte a miles de sus compatriotas lo hicieron correr ese riesgo.

Terminada su misión, Escalona Corullo se convirtió en uno de los principales testimoniantes del proceso de Demanda del Pueblo Cubano al gobierno de los Estados Unidos. Con pruebas irrebatibles, el agente secreto contó cómo el ex presidente George Bush, cuando era director general de la CIA (en 1976), organizó el comando de acción que llevaría a cabo la "guerra por los caminos del mundo", nombrando como jefe de tarea al conocido terrorista de origen cubano Orlando Bosch Ávila.

Luis Posada Carriles con su uniforme de
 Fort Benning. Allí aprendió las técnicas 
que utiliza (y enseña) para llevar a cabo
acciones terroristas. 

Ya en 1984 Escalona Corullo era hombre de confianza de los compinches de Bosch. Uno lo fue llevando al otro... Ernesto Aviñón, Tato, le contó admirado todos los detalles de uno de los más horrendos crímenes cometidos contra nuestro país: la voladura de un avión de Cubana con 73 pasajeros frente a las costas de Barbados. Su amigo Bosch —ayudado por el terrorista Luis Posada Carriles— lo había organizado todo.

LA FUNDACIÓN PAGA

Desde su fachada de anticastrista, Escalona Corullo se codeó con Pedro Corzo Alemán, Gaspar Jiménez Escobedo y Héctor Alfonso Ruiz, integrantes de un comando que se ha dedicado a asesinar a funcionarios de la Isla, intimidar a amigos de Cuba, sabotear objetivos de nuestro país en el exterior, embajadas, oficinas de empresas y naves en vuelo.

El currículum criminal del mencionado comando "atesora", entre muchos otros actos terroristas, el atentado contra el mercante polaco Polonika; explosión de bombas en las embajadas cubanas en México, Canadá y Portugal; el secuestro y asesinato de dos custodios de la embajada cubana en Argentina, a quienes tiraron en los cimientos de un edificio en construcción; y el asesinato del diplomático Félix García, en Nueva York.

Pero la prueba de que ninguno de ellos es un matón en retiro, está en que sus nombres reaparecen, una y otra vez, hasta en los más recientes actos terroristas: recordemos que los mercenarios centroamericanos que en 1997 hicieron estallar varias bombas en centros turísticos de la capital cubana, pertenecían a una red organizada y pagada por la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), y actuaron con el entrenamiento y la supervisión del connotado terrorista Luis Posada Carriles, protegido de la CIA y el FBI.

El resto de su historia —incluyendo los fallidos atentados contra la vida del Comandante en Jefe Fidel Castro— causa náuseas repetirla.

TERROR POR AIRE, MAR Y TIERRA

El terrorismo contra Cuba tiene los mismos años de la Revolución. Un mes después del Primero de Enero de 1959 —cuando todavía no existían relaciones políticas, económicas o militares con la Unión Soviética— la promulgación de la Ley de Reforma Agraria, y la posición soberana de Cuba, se convirtieron en los motivos de una guerra eterna por eliminar todo lo que había elegido el pueblo.

Además del bloqueo económico, la invasión de Playa Girón (1961) y la Crisis de Octubre (1962), los EE.UU. fueron creando múltiples formas de terrorismo de Estado, en abierta violación de los acuerdos de las Naciones Unidas. Para ello, se sirvieron de los elementos más extremistas dentro de los emigrados cubanos establecidos en la Florida: batistianos, mafiosos y toda clase de lacras no dudaron en sumarse a la industria del anticastrismo. Les tocaba el trabajo sucio: matar y cobrar los honorarios.

Bajo licencia de la CIA comenzaron a cometerse horrendos crímenes: el primer abastecimiento de armas que el Gobierno Revolucionario logró tener para la defensa del país fue destruido por un atentado en el puerto de La Habana. A la explosión de La Coubre, le siguieron incendios en las plantaciones de caña de azúcar, las bombas lanzadas sobre las ciudades y toda clase de sabotajes por parte de grupos contrarrevolucionarios.

En 1963 estrenaron la modalidad de los ataques terroristas aéreos, llegando a lanzar misiles contra los depósitos de petróleo del puerto de Casilda, en Trinidad, y explosivos sobre la ciudad de Santa Clara. Por tierra, solo en el período entre 1962 y 1966, fueron infiltrados alrededor de 400 saboteadores, entre ellos los que hicieron grandes estragos en las minas de Matahambre, en la provincia de Pinar del Río.

Desde el mar, con veloces embarcaciones, iniciaron los ataques contra los barcos y las cooperativas de pescadores. Uno de ellos, el ocurrido en Boca de Samá, al norte de Holguín (12 de octubre de 1971), causó víctimas mortales e hirió a personas inocentes e indefensas.

Años tras años, como para desangrar la economía y doblegar al pueblo por hambre, manos terroristas introdujeron en Cuba plagas contra cultivos y animales, defoliantes de la caña, bacterias contra el azúcar y virus contra los seres humanos. Todos ellos, enmarcados entre los planes de una guerra bacteriológica, elaborada por Estados Unidos desde principios de los años 60 contra la nación cubana.

Entre 1979 y 1981, cultivos vitales para la economía fueron afectados por la roya de la caña de azúcar, el Thrips palmi karay y el moho azul del tabaco. Mientras que una epidemia de dengue hemorrágico dejó un saldo de 158 muertos, entre ellos 101 niños. Según la revista Covert Action, editada en Washington, esta letal enfermedad fue introducida en Cuba por el dúo CIA-Pentágono. Y Eduardo Arocena, líder del grupo terrorista Omega 7, reconoció en 1984 ante un jurado que lo juzgaba por asesinato, su participación en 1980 en la operación para introducir gérmenes como parte de la guerra contra la Isla.

Esta es solo una pincelada de las agresiones que se han llevado a cabo contra Cuba desde territorio norteamericano. Nadie ha proclamado que la guerra sucia contra nuestro país haya cesado.

Recientemente, interrogado sobre la inmunidad otorgada por sucesivas administraciones norteamericanas a los terroristas anticubanos de la Florida, Wayne Smith —ex diplomático norteamericano en Moscú y en La Habana— sentenció que esas no son las señales adecuadas ante la nueva situación.

07/09/2002

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