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![]() Ciencia y Tecnología: Tortuga carey Veinte años de manejo sostenible ORFILIO PELÁEZ Desde hace tres décadas y ante el creciente empuje de los movimientos ecologistas, surgieron en el mundo diferentes foros internacionales que abogaron por un cambio radical en las reglas de la convivencia humana frente al medio ambiente.
El más importante de todos fue la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo, la cual reunió en junio de 1992 en Rio de Janeiro, Brasil, a más de cien Jefes de Estado y Gobierno, ministros, científicos, agrupaciones sociales y representantes de numerosas Organizaciones No Gubernamentales, de casi todo el orbe. Al margen de los convenios concertados en Rio, el encuentro acuñó definitivamente en el vocabulario moderno términos como biodiversidad y desarrollo sostenible, este último un verdadero ideal de estilo de vida basado en el progreso económico y social en plena comunión armónica con el entorno. Dicho de manera más clara, se trata de no renunciar a interactuar con la naturaleza, sino aprender la forma mutuamente más ventajosa y racional de hacerlo, para garantizar el presente, sin hipotecar el futuro.
Basten los siguientes ejemplos para comprender cómo el hombre en su ciego y precipitado paso por el mundo, se ha convertido en una suerte de verdugo de la salud de la Tierra y de su propia existencia. Además de llenar de humo las ciudades y contaminar ríos y mares, solo durante los años 90 la pérdida neta de la superficie mundial de bosques fue de cerca de 94 millones de hectáreas, mientras en el último lustro el número de especies en peligro crítico aumentó de 169 a 180 en el caso de los mamíferos, y de 168 a 182 en las aves. Visto de manera global, en la actualidad se consideran amenazadas en el orbe el 24%(1 130), de las especies de mamíferos, y el 12%(1 183), de las aves.
LA EXPERIENCIA CUBANA Pese a la difícil y compleja situación económica, en los últimos años Cuba ha realizado notables esfuerzos por sentar las bases de un real desarrollo sostenible, para aprovechar los recursos de la naturaleza en función del progreso económico, sin comprometer el futuro de sus más singulares especies. Uno de los programas de manejo y conservación más exitoso lo es sin duda el referido a la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), cuya captura con fines alimenticios solo es autorizada en dos puntos costeros del país (Nuevitas y la Isla de la Juventud), bajo estrictas medidas de control y con un tope máximo de 500 ejemplares al año, aunque la media real ha sido de 410 individuos.
Entre 1996 y el 2001, las tasas de crecimiento de los nidos fueron de un 20,2% a nivel nacional, en tanto en las dos áreas de pesca de la especie en la Isla de la Juventud y Nuevitas, los aumentos rondaron el 23,2%, y el 20,3%, respectivamente, lo cual evidencia que la captura tradicional ha sido sostenible en la práctica. Incluso, el programa cubano de conservación y manejo de la E. imbricata satisface los principios fundamentales de la Convención sobre Diversidad Biológica, adoptada durante la Cumbre de Rio, y ratificada por 182 gobiernos, incluido el nuestro, al cierre del 2001. También ha sido reconocido por prestigiosas instituciones foráneas y sus sistemas de control, vigilancia y prevención del comercio ilícito del carey fueron calificados de excelentes por la Organización TRAFICC INTERNATIONAL, que monitorea las ventas de especies amenazadas en el mundo. Basado en los resultados de más de 20 años de investigación y seguimiento de sus poblaciones, las autoridades del CITMA consideran que la tortuga carey no se encuentra ya en peligro de extinción en Cuba, y propusieron a la Convención para el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Flora y la Fauna Silvestre (CITES), pasarla del apéndice I, que prohíbe totalmente su comercialización, al número II, que establece la venta regulada del carismático animal. Sin embargo, algunos países hermanos del área no comparten ese criterio por diversas razones y en aras de la prioridad que Cuba les otorga a sus vínculos con las naciones del Caribe, el CITMA de común acuerdo con el Ministerio de la Industria Pesquera, decidió retirar la iniciativa para no perjudicar los intereses del resto de la región. Como es práctica habitual en otras muchas esferas, nuestro país ratifica su decisión y compromiso de mantener la cooperación con todos los Estados de nuestra zona geográfica, en los esfuerzos comunes para incrementar las poblaciones de carey. Reitera, además, la voluntad política de compartir sus resultados científicos y las experiencias acumuladas en la elaboración de planes de manejo de la especie, fundamentados en criterios verdaderamente sostenibles. |
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