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22/08/2002
Portada de hoy

La máquina mediática

Cara linda para USA

ROGER RICARDO LUIS

El representante republicano Henry Hyde se preguntaba "¿cómo era posible que el país que inventó Hollywood, haya permitido esa imagen destructiva y burlesca que de nosotros tienen los intelectuales extranjeros?".

Su correligionario y presidente de la nación, George W. Bush, ha contestado a su interrogante con la creación de la llamada Oficina Global de Comunicaciones, una suerte de salón de belleza por donde pasará, a partir de octubre, esa mala imagen que del imperio anda por el mundo.

El anuncio coincidió con la publicación de un informe del Consejo de Relaciones Exteriores, un ente asesor en la materia, en el cual se critica a la Casa Blanca por su pésima actuación para contrarrestar la creciente aversión hacia Estados Unidos que hay en el mundo.

A fuer de sinceros, los 35 expertos (entre diplomáticos, profesores universitarios, periodistas, politólogos) que integraron el equipo de marras no hicieron más que descubrir el agua tibia. Aun así, expresan que muchos países, en especial los árabes, perciben a Estados Unidos como una potencia arrogante, hipócrita, autoindulgente e incapaz de entablar un diálogo cultural con otras partes del mundo. ¿Y acaso esa no es ya una verdad de Perogrullo?

El análisis puntualiza que de continuar esa situación, podría acabar dinamitando los esfuerzos del Ejecutivo por combatir el terrorismo, sobre todo si EE.UU. decide invadir a Iraq.

Según los auspiciadores, la Oficina nace con una vocación temática y estratégica para mitigar la supuesta desinformación que existe sobre EE.UU. fuera de sus fronteras, y brindar un rostro más agradable a la política internacional del actual gobierno.

Claro que lo segundo es muy cierto, y ellos saben muy bien por qué. En cuanto a la desinformación, pues ¿cómo creerlo si son quienes generan hacia el mundo el 70% de la información y poseen buena parte de las 25 transnacionales que dominan ese sector?

La Oficina está concebida como el relevo del Centro de Información de la Coalición, brazo propagandístico de la Operación Libertad Duradera, conocida en los medios periodísticos que trataron de darle cobertura a la guerra en Afganistán, como un verdadero Centro de Desinformación.

El encargo fue encomendado a la señora Charlotte Beers, reputada publicista, célebre por haber impuesto en el mercado local ciertas marcas de comida para perros y arroz para personas. Tal vez esa experiencia de conocer qué comen perros y personas la ayude en su nueva vocación de "alquimista". Eso sí, deberá tener muy en cuenta a quiénes clasifica como perros y a quiénes como personas, no vaya ser que cambie de recetas y platos, y forme lo que en buen cubano se expresa bajo el dicho que alude al valor astringente de la guayaba verde...

La propuesta de la ejecutiva vino de manos de Karen Hughes, ex jefa de la campaña presidencial de su amigo W. Bush y asesora desde el lejano Texas, para corroborar una vez más el adagio de que "una mano lava la otra y las dos, la cara". Precisamente, la señora Beers dijo en su toma de posesión: "Debemos hacer más por educar e influir en las actitudes de la audiencia extranjera hacia nuestro país". Y sentenció que el primer objetivo se centrará en el mundo árabe.

Será interesante conocer qué propuestas ofrecerá la Oficina a la máquina mediática para brindar una imagen "cariñosa" sobre quienes han matado, maltratado y torturado a decenas de miles de árabes y musulmanes tras el 11 de septiembre, por solo poner el ejemplo más reciente. Lo mismo ocurrirá con el cambio de look frente a los palestinos, cuyos verdugos siguen siendo los incondicionales aliados israelíes. Tal vez veamos un remake del lobo de Caperucita.

Nada nuevo sobre la tierra impondrá el staff de la experta publicista. Solo reciclar las añejas recetas de Hearst y Goebbels. Por supuesto, que tendrá a su favor el poder planetario de las nuevas tecnologías de la aldea global.

El camino a seguir lo trazó Harry S. Truman cuando lanzó su Campaña de la Verdad, a inicios de la Guerra Fría, embrión de lo que con el tiempo sería la hoy desaparecida Agencia de Información de EE.UU. Dos décadas después, Reagan decidió tomar el mando directo de lo que se ha llamado diplomacia pública, estrategia que ahora retoma W. Bush, según se espera, con un "abultadito" presupuesto para tratar de lavarse la cara. El dinero que pone el contribuyente norteamericano estará justificado bajo el acápite de "gastos de guerra".

Por lo pronto, Charlotte Beers se encargará de imponer en el mercado mundial la cruzada antiterrorista con sonrisa Colgate, mientras uno de sus patrocinadores, el viajero Colin Powell, proclama: "Estamos vendiendo un producto".

Como anticipo, el Departamento de Estado (con ayuda de Hollywood, por supuesto) ha producido para el mercado árabe una serie de minidocumentales sobre la vida de los musulmanes en EE.UU., aunque no aclara si antes o después del 11 de septiembre.

22/08/2002

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