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Los deseos de Palacio ARSENIO RODRÍGUEZ Ana Palacio pudo realizar un deseo que, dijo, "sé que he compartido con muchos ciudadanos del mundo durante mucho tiempo; estar cerca, dar la mano, hablar y escuchar a Colin Powell, uno de los grandes hombres de nuestro tiempo".
Estas declaraciones las formuló luego del encuentro, donde además reiteró cosas ya conocidas, como que las relaciones entre su país y Estados Unidos más que buenas son excelentes, y compartió con el imperio el criterio de "que el mundo estaría mejor sin Saddam Hussein", aunque mostró distancia con respecto a un ataque militar contra Iraq. Quizás aliviada de las presiones a que se ve sometida desde que asumió el cargo, y que seguramente le habrán cambiado totalmente el burocrático y lento ritmo de trabajo anterior como diputada en Bruselas, la visita a Washington constituyó, sin lugar a duda, un descanso para la Jefa de la diplomacia española. Y es que en el poco tiempo que ha tenido en el cargo, varias han sido las piedras en su camino, una de ellas más bien un peñón, el de Gibraltar, y la otra mucho más pequeña, el Perejl, que la obligaron a demostrar sus dotes diplomáticas tanto con Gran Bretaña como con Marruecos. Sin embargo, en la capital del imperio, a pesar de la breve estadía, la titular mostró nuevamente las cualidades por las que fue elegida por José María Aznar para reforzar un gobierno que se prepara para mantenerse en el poder por un nuevo período. Y es que Ana tuvo que sortear con elegancia diplomática aquellos asuntos en los que España no quiere mostrarse totalmente incondicional con la política estadounidense en el mundo, como la potencial agresión de esa nación a Iraq, por solo citar un ejemplo. "Es preciso llevar hasta el límite la presión diplomática", señaló al referirse al tema, para precisar que "un ataque militar de EE.UU. contra ese país es afortunadamente una hipótesis". Para agregar que "España y Estados Unidos están comprometidos en la lucha por el estado de derecho en el mundo, pero también están comprometidos con la comunidad de estados de las Naciones Unidas". Pero cuando un periodista le preguntó si "Iraq forma parte de esa comunidad", rápidamente planteó que sería la Unión Europea la que abordará el asunto en reunión que tendrá lugar a fines de agosto. Finalmente y sobre otro espinoso problema, la impunidad que exige Estados Unidos para sus soldados y funcionarios en el exterior, desconociendo el papel del Tribunal Penal Internacional, Ana respondió que "España no es solo España; España es también la Unión Europea". O sea, más de lo mismo. Feliz por haber conocido en persona a quien hasta su visita a Washington solo era un homólogo telefónico, la flamante Ministra española retorna a sus quehaceres diplomáticos en Madrid, con el Perejil retomado, el Peñón pendiente de un nuevo encuentro con su colega británico, y la satisfacción de haber realizado uno de sus deseos. |
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