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14/08/2002
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Debemos continuar desarrollando un sistema de salud en el cual confíe cada vez más nuestro pueblo

Discurso pronunciado por el ministro de Salud Pública, doctor Damodar Peña Pentón, en la graduación XX Aniversario del Destacamento Carlos J. Finlay, en el teatro Karl Marx, el 13 de agosto del 2002.

Compañeras y Compañeros:

Queridos graduados:

Hoy es un día importante en la vida de ustedes. Luego de varios años de intensos estudios llegan a ese momento en el que al nombre se le agrega delante un título. Pero eso no es lo más importante. Siempre se dice que no ha llegado el final, que ahora es cuando en realidad comienza todo, y es cierto. Deben tener presente en el paisaje que avizoran, un largo trayecto empinado y difícil hacia la cumbre de los conocimientos que necesitan para servir mejor al pueblo.

Foto: ALBERTO BORREGO ÁVILAEn Cuba graduarse de medicina, estomatología, enfermería o tecnología de la salud tiene un significado especial, supera la realización individual o el cumplimiento de una vocación.

Un profesional de la salud trasciende al ámbito social y se transforma en parte de la obra de la Revolución, en demostración fehaciente de que se puede construir una sociedad distinta con hombres y mujeres que practican la solidaridad, que no ven en la enfermedad un vulgar negocio y no tratan algo tan sagrado como la salud y el sufrimiento humano cual simples mercancías.

Podrán alcanzar un desarrollo de los conocimientos médicos, con todas las posibilidades de llegar a estar entre los profesionales y académicos más reconocidos del mundo y, aún mejor, podrán llegar a convertirse en seres humanos plenos, comprometidos con nuestra historia y, más allá de nuestras fronteras, vanguardias de la idea integradora de Nuestra América y del mundo que soñara José Martí.

Solo tendría que agregar a la singularidad y la importancia de graduarse de Ciencias Médicas en Cuba, el hecho de que lo hagan un 13 de agosto, fecha que también nos recuerda la convicción martiana cuando se refirió a los hombres que podían llevar en sí el decoro de todo un pueblo.

Dentro de breves momentos, cuando reciban el título de graduados, entrarán definitivamente a formar parte de un sistema de salud único en el mundo.

De una precaria situación existente antes de 1959, con abandono total de los habitantes de las áreas rurales y de los barrios marginales en las ciudades, niños famélicos, repletos de parásitos, que morían de diarreas y neumonías; en fin, una vida sin expectativas; hemos construido lo que apreciamos hoy:

UN SISTEMA DE SALUD CON ATENCIÓN GRATUITA Y ACCESIBLE A TODOS. ¡Muchos cientos de personas salvadas! ¡Millones y millones aliviadas en su dolor! Las expectativas de vida se abren hacia horizontes más lejanos.

Foto: ALBERTO BORREGO ÁVILAEn nuestro país el sistema de salud garantiza seguridad para cada ciudadano. En cualquier rincón donde esté, siempre encontrará cerca un médico o una enfermera.

Antes de nacer un cubano, miles de personas se estarán preocupando por él: la captación temprana del embarazo, los doce controles prenatales, la alfa feto proteína, el ultrasonido diagnóstico y otras pruebas, propician al máximo las posibilidades de un nacimiento feliz.

Después del parto, que se realiza en instituciones apropiadas, continúan las garantías para la madre y el niño. La prueba de la fenilcetonuria es una buena demostración del carácter profundamente humano de la Revolución.

Se tiene organizado el programa para detectar y luego evitar las consecuencias sobre su salud, a los tres niños que por cada 150 mil nacimientos padecen de esta cruel enfermedad. Desde el año 1986 han sido diagnosticados 45 niños.

Todos los niños crecen alegres bajo la atenta mirada de la sociedad. Se vacunan contra 13 enfermedades prevenibles. Al llegar a adultos el cuidado de la salud sigue siendo una prioridad de nuestro estado.

Para ello se han formado cientos de miles de técnicos, enfermeros, estomatólogos y médicos en las escuelas y facultades construidas en todas las provincias.

Estos resultados en la docencia y la asistencia médica se acompañan de un sistema de vigilancia epidemiológica, de numerosos centros de investigación de nivel internacional y de una industria farmacéutica que se reorganiza, avanza y permite mejorar la disponibilidad de medicamentos.

Enorme esfuerzo para garantizar que se mantuvieran los extraordinarios resultados alcanzados en la salud

Para trabajar en un sistema de salud como el que hemos descrito necesitamos inculcar en los estudiantes un elevado compromiso con su pueblo. Tenemos que graduar un revolucionario capaz de comprender su papel en nuestra sociedad en cada circunstancia.

Incondicional a la idea de que su deber es estar donde más lo necesiten, con la solidaridad a la vista y el interés de agotar las posibilidades de enfrentar y resolver los problemas de salud de todos los pacientes que acuden a él.

Un profesional que se desempeñe con profunda ética siguiendo los principios básicos recientemente expresados por uno de nuestros grandes profesores: la preparación académica para un correcto diagnóstico, una terapéutica adecuada y la aplicación de un método apropiado para llegar a conclusiones certeras sin convertirse en esclavo de análisis complementarios y de altas tecnologías; discreción y modestia, gran sensibilidad humana; a lo cual debe añadirse una cultura integral que le permita estar a la altura de lo que alcanzará nuestro pueblo en muy pocos años.

Esta será la única forma de abordar y obtener del paciente los datos necesarios y la cooperación indispensable sin olvidar aquel aforismo aprendido de nuestros mejores profesores en las aulas universitarias: "El que solo de Medicina sabe, ni de Medicina sabe"

La vida ha demostrado que el profesional de la salud con esas cualidades abunda en Cuba. Contamos con hombres y mujeres capaces de lograr insospechadas metas.

Durante los últimos 10 años, mientras transcurría el Período Especial, nuestros compañeros hicieron un enorme esfuerzo para garantizar que se mantuvieran los extraordinarios resultados alcanzados por la Revolución en la esfera de la salud, prácticamente a partir de cero, pues solo disponíamos en los primeros años de una sola Facultad de Medicina, la mitad de los 6 000 médicos existentes en 1959, casi todos concentrados en la capital, y el 40% de los profesores con que se contaba en esa fecha en el país, después que el imperialismo intentó, aunque inútilmente, arrebatarlos todos a nuestro pueblo.

A partir del inicio del dramático período los indicadores básicos no retrocedieron, algunos incluso mejoraron.

En todo el país la inmensa mayoría de los abnegados combatientes de esta esfera cerraron filas y en medio de grandes dificultades económicas, impidió a nuestros compatriotas la terrible angustia de ver perder lo que con razón podría calificarse como una de las más nobles y humanas conquistas de nuestro heroico pueblo.

Se produjo así una contradicción que hoy impresiona al mundo: índices de salud en un país pobre y bloqueado, y en especial, garantías de servicios médicos gratuitos para toda la población que no disfrutan los propios países capitalistas desarrollados.

Médicos y personal cubano de la salud, fieles a una gloriosa tradición iniciada en 1961, protagonizan hoy, con más éxito y eficacia que nunca y a pesar de las circunstancias adversas señaladas, la hermosa historia de las misiones internacionalistas.

Campeones olímpicos del verdadero humanismo, vencedores de la muerte, como los llamara Fidel, han sido capaces de cruzar el mar, arribar a los rincones más lejanos e inhóspitos y allí sentar sus cátedras de solidaridad y amor, sin otra recompensa que el cariño de los pueblos.

El Programa Integral de Salud creado a raíz de los desastres causados por el huracán Mitch en Centroamérica se extiende ya a 20 países de América Latina, África y Asia.

Tuve el privilegio de convivir en Guatemala con una Brigada de casi 500 compañeros. Pude apreciar en ellos la grandeza de la Revolución. Héroes que no saben que lo son, se entregaban cada día al cuidado de la salud de aquel pueblo, sin escatimar horas ni sacrificios. Era natural, espontánea, salida de lo más transparente del alma, la entrega cotidiana que asombraba, sin embargo, a todos los que los conocían.

Entre muchas de las anécdotas que son parte de la historia del Internacionalismo en Cuba, viene a colación la sucedida a una joven doctora quien tuvo que atender, lejos de su puesto de salud, a un niño muy enfermo que pudo salvar.

Era tarde y al regresar se perdió en la selva. Al cabo de varias horas encontró el camino. Cuando llegó al consultorio y miró el reloj, ya hacía un buen rato que había pasado las 12 de la noche. Entonces, olvidando el peligro, pensó que la vida de ese niño era el mejor regalo para nuestro pueblo y para el compañero Fidel, porque aquella era la madrugada del 13 de Agosto del año 2000.

Ha sido grande la misión de los trabajadores de la salud en Cuba, no obstante se requiere de un esfuerzo mayor y de comprender cuánto más podemos hacer todavía.

Objetivamente y de forma inevitable el mencionado y durísimo período, originado por la desaparición del campo socialista y de la URSS, sumado al recrudecimiento del bloqueo, afectaron a nuestro sector del mismo modo que a todas las ramas de la economía y los servicios.

En estas circunstancias las condiciones de trabajo, la situación constructiva, los sistemas ingenieros y el equipamiento médico, como es conocido, sufrieron gran deterioro. Se acumularon grandes problemas materiales.

Hubo como consecuencia desaliento, desmoralización y deterioro del sentido del deber y la conducta de un determinado número de trabajadores de la salud. Hubo también muchos, la inmensa mayoría que multiplicaron su abnegación y heroísmo para escribir una página gloriosa en la historia de nuestra Patria.

Nuestro Comandante en la graduación de la escuela de enfermería del Cotorro, cuando habló de indolencia, deficiencias e irresponsabilidades en cuanto a la atención a los pacientes, no relacionadas con las escaseces de equipos y recursos materiales dijo textualmente:

"El buen trato no cuesta un centavo y debe haber un átomo de espíritu de solidaridad, de sentimientos humanos hacia cualquier persona que necesita ser atendida."

Compartimos la convicción de que muchos problemas pueden ser resueltos con organización, disciplina, exigencia, control, imaginación, creatividad y una mejor utilización de los recursos

En estos días nos hemos reunido con numerosos compañeros, los hemos escuchado, hemos intercambiado opiniones. Compartimos con ellos la convicción de que muchos problemas pueden ser resueltos con organización, disciplina, exigencia, control, imaginación, creatividad y una mejor utilización de los recursos.

¡Cuánto pueden hacer las escuelas de formación de técnicos y los Institutos de Ciencias Médicas para mejorar la calidad del ingreso, alcanzar una mejor integración con los servicios de salud, y garantizar la formación de un profesional con sólidos conocimientos científicos, políticamente preparado y culto!

¡Cuánto puede hacerse en los hospitales y policlínicos con sus especialistas de alta calificación para lograr la mayor satisfacción de la población, suprimiendo cualquier indolencia, insensibilidad y descuido en el cumplimiento del sagrado deber con el paciente!

¡Cuánto pueden hacer nuestros médicos y enfermeras de la familia, los especialistas de Medicina General Integral, para alcanzar el máximo provecho de esta revolucionaria transformación prácticamente única en el mundo!

El médico de la familia es el guardián de la salud del pueblo. Su consulta es la puerta de todos los servicios de salud y desde allí la población debe sentir que, de la mano de su médico, puede llegar adonde su problema de salud lo requiera.

Sabemos que hay que dejar atrás esquematismos, incomprensiones sobre las características y funciones de esta nueva especialidad, así como errores en la formación de los especialistas. Aspiramos a que cada médico de la familia se sienta motivado por serlo y comprenda la responsabilidad que tiene ante su pueblo.

Por otra parte, el desarrollo de la Atención Primaria, de la medicina preventiva, es la única opción para resolver eficientemente los problemas de salud del mundo.

¡Cuánto pueden hacer todos los trabajadores, ya sea un técnico de un laboratorio, o alguien dedicado a mantener bien limpio un centro de salud, para, desde su puesto de combate, participar activamente en esta nueva etapa que se concibe!

Los problemas se conocen. Los objetivos y los subjetivos. Existe la voluntad de encontrar soluciones a los graves problemas materiales. Todo no puede hacerse en un día y los recursos del país son limitados, pero se encontrarán los medios y los métodos apropiados, inspirados en nuevos conceptos surgidos al calor de la gran Batalla de Ideas que estamos librando.

El trabajo de nuestro Ministerio se hará en correspondencia con este empeño. Estaremos en permanente intercambio con los servicios de salud y sus trabajadores. Todos tenemos que participar, aportar ideas, pensar constantemente cómo hacer mejor las cosas. Debemos conocer las cualidades de todos y de modo especial las capacidades para organizar, dirigir y actuar con la verdad, y analizar y explicar con argumentos serios y convincentes cualquier dificultad.

En el empleo de los recursos materiales debemos seguir la línea de conceder prioridad a los problemas más críticos que afectan la calidad de los servicios a la población, con preferencia a otras necesidades que deseamos y debemos resolver en la medida de nuestras posibilidades.

En la lucha de ideas no debe haber un trabajador que no sepa ni pueda explicar el efecto del bloqueo en el sector de la salud, que no conozca las enormes diferencias entre lo que ocurre en Cuba en esta esfera y la situación en el resto del mundo, en particular los sufrimientos de niños y mujeres, de los que enferman de SIDA o mueren de enfermedades infecciosas que pueden prevenirse.

Debemos estudiar más la historia de Cuba y la historia de las ciencias médicas en nuestro país, las tradiciones y los precursores que nos han traído hasta aquí.

Debemos continuar desarrollando un sistema de salud en el cual confíe cada vez más nuestro pueblo, seguros de que en un país que sabe repartir lo poco entre muchos y donde los recursos disponibles no van a parar, como sucede en otras latitudes, a los bolsillos de los que dirigen la nación, se hace y hará todo lo necesario para buscar y encontrar solución a problemas actuales o futuros que puedan presentarse. Vencer como acabamos de vencer al dengue en fecha récord y de forma aplastante.

No es esta tarea de una sola persona, de un Ministro, en este caso, que necesita y desea aprender junto a todos ustedes, debe ser tarea de muchos, de miles de profesionales, técnicos y trabajadores de la salud, concertados en un esfuerzo común y con el apoyo de toda la sociedad.

Necesitamos la colaboración de nuestros grandes profesores, ellos nos enseñaron con su ejemplo, y siguen dando lo mejor de sí. Y los debemos atender y escuchar como merecen.

Necesitamos la colaboración de las enfermeras y enfermeros. Representan, en su constante proeza por la vida, los valores extraordinariamente nobles del ser humano. Son la garantía, la tranquilidad de los pacientes y la estabilidad de los servicios. Sin ellos ninguna solución sería posible.

Recabamos la cooperación de los técnicos de la salud, de su trabajo tenaz y perseverante.

Pedimos el apoyo de los trabajadores de servicios, asistentes, operarios de la campaña, económicos, contadores, administrativos, choferes: personas imprescindibles para que todo marche.

Necesitamos la colaboración de los psicólogos, ingenieros, licenciados, TAN NUESTROS que sin ellos sería imposible pensar en una atención médica de calidad.

Pedimos la cooperación de todos los médicos especialistas, estomatólogos, tecnólogos de la salud, médicos de la familia. Su lugar está en la primera fila, actuando frente al paciente de forma correcta y eficiente, orgullosos de curarlo y más satisfechos aún de que se mantenga sano.

Una misión especial reservamos para los estudiantes, en los cuales debemos encender desde el primer día la llama de la inconformidad y la exigencia, pidiéndoles que donde estén, a su alrededor, solo se respire el aire que emana de la solidaridad y el buen trato.

Es lo que solicitamos a ustedes, estudiantes de esta graduación, que marchen a la vanguardia, con energía, firmeza, espíritu renovador y desplieguen las cualidades que les permitieron vencer las duras pruebas de la carrera, sin olvidar que lo que serán a partir de hoy y los méritos que podrán alcanzar en el futuro, son el fruto del sudor de los más humildes de este pueblo a los que el poeta Cintio Vitier llamó "sustentadores de la vida".

Con esa esperanza les damos la bienvenida en la familia de los trabajadores de la salud. Los recibimos y en nombre de nuestro pueblo los felicitamos a ustedes, graduados del vigésimo Contingente del Destacamento que lleva el nombre de Finlay; a sus profesores, a sus padres, que con su apoyo y los valores que sembraron en sus hijos contribuyeron a este feliz minuto en que todos recibirán el premio de su honroso título.

¡Viva la graduación XX aniversario del Destacamento Carlos J. Finlay!
¡Viva Fidel!
¡Hasta la victoria siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!

14/08/2002

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