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14/08/2002
Portada de hoy

¡Esto es un circo!

Sonia Sánchez

Las mañanas y tardes de agosto ahora comienzan bulliciosas a la entrada del Teatro Nacional.

Una buena oferta de Circuba atrae a inquietos, pero inteligentes niños, que de la mano de adultos —devenidos también seguidores—, lanzan sus risas, murmullos aprobatorios o aplausos cómplices cuando las presentaciones consiguen sorprenderlos, hecho bastante frecuente.

Inspirado en las tendencias más contemporáneas, el Circo Nacional mantiene una insistente apuesta por ofrecer al público un espectáculo renovador, sin abandonar lo mejor de la tradición del género que en Cuba se remonta a unos 200 años atrás.

Foto: JUVENAL BALÁNZani, una contorsionista 
fuera de serie.

Dirigido artísticamente por José Ramón Rizo Castillo, y con puesta en escena y coreografía a cargo de Bobby Torres Tejeda, el espectáculo en la Sala Avellaneda hace gala de una atrevida concepción en la que se conjugan una bien elaborada música, nutrida de ritmos tradicionales cubanos e internacionales, la danza, el teatro (Mimo Clan) y especialidades propias del arte circense para mostrar la valía de sus actuales propuestas.

Particular expresión de plasticidad, que combina la gimnástica aérea junto con la mejor danza académica, se aprecia en Juego de telas, interpretado por el talentoso Carlos Manuel Batista, quien próximamente se gradúa de la Escuela Nacional de Arte y realiza aquí su fase de práctica profesional.

También cercano a egresar de ese nivel de enseñanza, del cual procede más del 80% del elenco, Héctor (Junior) Izquierdo, brinda el extra de sus posibilidades en Equilibrio sobre instrumentos musicales, en estrecha comunicación con el público.

Una buena demostración de acrobacia de fuerza: cuarteto Los Alberts.

Los acróbatas levantan también de sus asientos: la internacionalmente premiada Zani (contorsiones en anillas); Isel (malabares en monociclo); el cuarteto Yandez (aro chino); Los Alberts y sus ejercicios de fuerza; Los Febles, en barra rusa, y el grupo Bantú de danza afrocubana con acrobacia, entre otros.

No faltan, por supuesto, las ocurrencias del payaso Yoi —simpático hasta fuera del escenario— y la expectación ante los diez leones amaestrados bajo la tutela de Félix y Landy, junto a la asistenta Adanis.

La alegría de las pantomimas y del cuerpo de baile del Teatro América, la calidad del vestuario, la sencilla escenografía, pero a tono con las demandas de la puesta, se fusionan a los demás protagonistas de estas mañanas-tardes encantadas por la magia del circo.

14/08/2002

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