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![]() Holly smoke ROGELIO RIVERÓN A veces me he puesto pesado con los poetas coloquialistas. Me han parecido, en algunos casos, gente de pico fino, pero nada más, aunque hay otros que me siguen impresionando por el misterio, si no en la frase, sí en el tono, en la cadencia. Ahora, por sorpresa, he leído el poemario Humos de poeta, de Isidoro Núñez Miró, y me he visto lanzar un "¡Ah!", que no tiene nada de perdonativo. Formado en realidad a partir de varios cuadernos de Isidoro Núñez, este libro (Ediciones Unión, 2002) se atreve a simbolizar un caos a partir de la sencillez, y lo he hojeado con tanto placer, que admito venir a esta sección con la guardia baja, es decir, sin la pretendida inclinación a conceptualizar de quien se torna, por un instante, crítico de literatura. Por su misma esencia Humos de poeta no aspira a un sitio verdaderamente singularizado en el devenir de la lírica nacional, pero debe resultar una parada sorpresiva en ese transcurso que también —y de modo global— ha sido sorpresivo, previsible, lento y profundo, según los vientos que lo hayan impulsado. El caso es que, puestos a invocar poetas, pocas veces hemos pensado en Isidoro Núñez Miró, y la aparición de su libro, ahora, nos lo pudiera reprochar retroactivamente. Si hay una frontera entre lo que es poesía y lo que no, admito que no conozco un libro que esté mejor al borde de ella, pero del lado de la poesía. Sé que mi elogio es prosaico, pero, de alguna manera, está relacionado con el espíritu de Humos de poeta, un lugar donde la poesía sabe homenajear su propio linaje, y quizás hasta sus propios yerros, y donde el escritor insiste en abstraerse de sí mismo. Me ha parecido reconocer en Isidoro Núñez jocosos rasgos de José Lezama Lima, algún gesto de Jorge Luis Borges, pero aún allí es singular, pues, por ejemplo, en sus revisitaciones de la historia de Cuba coloca el destino en una dimensión como de claroscuros, y nos lo devuelve en una especie de imagen hechizada por la posibilidad. No aspiro a adivinar los verdaderos motivos de un libro o de un autor que se lanzan a la intemperie a la caza de significados. Quien interpreta, afirma en realidad que lo objetivo es su cosmovisión, y a través de ella, invita o disuade de una posición estética, por lo cual no nos quedaría más que volver al poeta Ezra Pound y su convicción de que un crítico debe, ante todo, adelantar estas respuestas: Me gustó; no me gustó. Me ha gustado Humos de poeta. |
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