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07/08/2002
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Levante de la veda de la langosta

Capturas con conciencia

Roger Ricardo Luis

Tras el levante de la veda de la langosta en junio pasado, sus pescadores se han propuesto realizar una campaña productiva superior a la anterior. Ello significa tener no solo buenas capturas (sinónimo de más divisas para el país), sino también celo por cuidar y preservar la especie y su entorno natural.

Lo uno y lo otro guarda una relación de vida o muerte, pues sin lo segundo no hay lo primero, ya que cuando se viola esa "regla de oro", viene el desastre y de ello hay experiencias tristes y aleccionadoras en los últimos tiempos.

La langosta es el producto de lujo de la industria pesquera nacional. En tal percepción influyen la calidad del producto y el alto costo de ese alimento en el mercado mundial, aunque nuestros principales destinos son Japón y Canadá.

Entonces, bien puede decirse que cuando la "Reina del Caribe" anda mal, ese sector de la economía local lo está también.

La zafra langostera, se dice, comenzó bien. Al menos, previamente se trabajó duro en la remotorización de la flota, fabricación de artes de pesca, construcción y reparación de los centros de acopio, modernización de la industria procesadora y, muy especialmente, se conversó con los pescadores y se les escuchó, eslabones también de la cadena de la calidad.

Veamos algunos datos: se brindó mantenimiento a cerca de 30 centros de acopio, 40 embarcaciones recibieron nuevos motores, se repararon 70 barcos con lo que fue alcanzado un índice del 85% de la flota, y las artes de pesca suman 170 000, con lo cual estos importantes medios garantizan en lo fundamental la campaña.

Así lo manifiestan los primeros resultados en los emporios de la Isla de la Juventud, Pinar del Río y La Habana que tradicionalmente generan el 60% del crustáceo.

Las condiciones naturales excepcionales de nuestro archipiélago se convierten en un sitio ideal para el hábitat del conocido marisco. La plataforma insular de poca profundidad, con aguas limpias y oxigenadas, cuenta con sitios que son verdaderas praderas sumergidas donde crece la yerba marina, denominada seiba, alimento de gran valor para la mencionada especie.

Sitios como esos se encuentran en el triángulo que forman el Surgidero de Batabanó, Nueva Gerona y La Coloma. También los hay entre Niquero y Casilda, en la costa sureña; además, hacia la costa norte entre Villa Clara y Matanzas; asimismo, en Pinar del Río, todos junto al Canal Viejo de Las Bahamas.

Este ambiente ha facilitado el desarrollo de la langosta como una fuente de riqueza para la nación, siempre y cuando se respeten los tres meses de veda (casi siempre entre marzo y mayo), vital para su reproducción.

Un ecosistema es siempre proclive al deterioro cuando cualesquiera de sus basamentos recibe el menor daño; es decir, todo ecosistema resulta frágil.

Al levantarse la veda en junio, resulta indispensable que los pescadores devuelvan al mar tanto las langostas que no alcanzan la talla comercial (el mínimo es de 18 centímetros) y las que llevan las huevas adheridas al carapacho, con el fin de no interrumpir el tiempo de reproducción.

Mucho tienen que ver los hombres, sus políticas, decisiones y acciones.

Cuando esas normas se han violado por cumplir a toda costa y a todo costo supuestos compromisos productivos, el precio se paga en los venideros levantes. De ahí que cada plan de captura tenga siempre apego a la realidad que hay en las áreas de captura, respeto al criterio científico, y a la vital observación de las medidas que cada tripulación, cada pescador, debe cumplir.

07/08/2002

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