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07/08/2002
Portada de hoy

Playas del Este

¿Vectores bajo el sol?

ORFILIO PELÁEZ
Fotos: ALBERTO BORREGO

Son apenas las siete de la mañana y en diversos tramos de las playas El Mégano y Santa María del Mar, trabajadores del turismo y otras entidades agilizan la recogida de botellas, latas y otros desperdicios arrojados la víspera por los bañistas.

Más de 200 000 personas 
colman cada domingo las 
Playas del Este de la capital. 

Para José de la Caridad González Díaz, quien lleva cinco años en tan útil labor, los días más conflictivos son los sábados y domingos, cuando decenas de miles de personas se trasladan hacia acá y al marcharse dejan restos de comida, envases plásticos, vasitos, cajitas y cuanta cosa uno pueda imaginarse.

"Aquí se ponen bolsas grandes de nailon, dentro de unos burros de madera, para que la gente pueda echar la basura. Pero ocurre que toman los nailons para protegerse del Sol, principalmente, y los burros son utilizados como asiento."

Si regañas a alguien por eso, prosiguió, te dan una mala contesta y puedes buscarte una bronca. De veras hay indisciplina en esto. Algunas personas se quejan de la falta de cestos cerca de la playa, pero cuando se han colocado, manos inconscientes los desarman y les dan otro uso.

Sabroso el tamal, pero ¿por qué tirar la envoltura en la arena?

Según refiere Armando Roque, trabajador de una villa turística de Santa María del Mar, los fines de semana son temibles, pues en la misma proporción que viene más público (se calcula que las Playas del Este son visitadas por más de 200 000 personas los domingos), crece también el volumen de basura que se acumula.

"La limpieza de la playa no se cuida como es debido. Bien temprano en la mañana comienza la recogida de basura en la arena y áreas aledañas. Cuando el bañista llega, encuentra la playa saneada. Sin embargo, al final de la tarde el panorama es bien diferente y los desechos están regados por todas partes", acotó.

LOS CESTOS DE LA DISCORDIA

La higiene en las Playas del Este tiene varias aristas. Si bien y como pudieron comprobar en su recorrido los reporteros, personas indolentes botan sin el menor cuidado envases de todo tipo y restos de alimentos, también es cierto que la distribución de los cestos para la recogida no es uniforme, y eso sirve de pretexto para agredir el medio ambiente.

Esto era un depósito de basura, antes de que alguien se apropiara del nailon. Manos inconscientes suelen tomarlos para protegerse de los rayos del Sol.

Por ejemplo, en la zona de Santa María, frente al hotel Tropicoco (antiguo Marazul), los depósitos para desperdicios están situados a menos de 10 metros unos de otros, mientras en Boca Ciega y Guanabo, hay áreas donde en decenas de metros a la redonda no se ve ninguno.

Mario Cruz y Mayra Torres, dos asiduos visitantes de la parte de la playa donde comienza Boca Ciega, aseguran que a lo largo de esta temporada veraniega casi nunca han visto cestos para la basura, pero sí brigadas de trabajadores recogiendo botellas y demás objetos desde horas bien tempranas.

Ya con el transcurso del día, apuntan, la gente empieza a comer y a tirar los envases vacíos, y como los escasos depósitos existentes están bien distantes, son pocos los que se toman el trabajo de caminar hasta ellos para echarlos y evitar así el deterioro higiénico de la playa.

Trabajadores como José de la Caridad González, realizan bien temprano la 
limpieza de las playas antes del 
arribo masivo de los vacacionistas.

Una joven residente en La Habana Vieja contaba que para ella era muy difícil regresar a su casa en la ruta 400 con una jaba de cajitas vacías. Al no tener donde botarlas, afirmó, las dejo apiladas en la arena.

Otros vacacionistas opinan que si bien hace falta poner más cestos, sobre todo en Boca Ciega y Guanabo debido a la más alta afluencia de público, también debe existir un personal encargado de velar por la protección de los mismos y multar a quienes los dañen o ensucien el entorno.

Al margen de que la acumulación de botellas, latas, plásticos, restos de alimentos y nailons afecta la imagen de las playas y contribuye a la proliferación de criaderos de mosquitos y otros vectores dañinos a la salud del hombre, en Guanabo la situación es más crítica por la presencia de aguas albañales que corren hacia el mar, asunto al que urge buscarle solución.

LIMPIEMOS EL MAR

Las aguas de Playas del Este tampoco han escapado a la irresponsabilidad de algunas personas, capaces de competir para ver quién tira más lejos una botella o lata hacia el mar.

Todavía hay vehículos que se parquean encima de la propia duna de la playa y favorecen con ello la ocurrencia de los procesos erosivos. La señal de No estacionamiento brilla por su ausencia.

El licenciado Gerardo Diez de Oñate, especialista en Educación Ambiental del Acuario Nacional, explicó que muchos objetos arrojados al mar tardan hasta siglos en descomponerse y contaminan el océano.

Así y según estimados de organismos internacionales, una lata de cerveza o refresco demorará de 10 a 100 años en degradarse, en tanto los plásticos lo harán en unos 500 años, y la cerámica, vidrio, vinil y otros envases modernos pueden durar indefinidamente.

Los efectos de esa contaminación van desde el daño físico que puede sufrir el bañista al pisar tales objetos en el fondo del mar (heridas, contusiones, etc.), hasta la progresiva acumulación de sustancias químicas y otros compuestos, que en grandes cantidades y a largo plazo podrían modificar el PH del agua y dañar los ecosistemas marinos.

La falta de tanques donde poder botar los desechos es apreciable, sobre todo en Boca Ciega y Guanabo.

Entonces, se requiere de la cooperación de todos para mantener limpias a las Playas del Este, en correspondencia con los grandes esfuerzos que hace el país por cuidar el medio ambiente y garantizar el sano disfrute de uno de sus recursos naturales más preciados.

Sirva entonces aquella frase martiana que dice: "Se siente crecer la vida admirando los contornos de la Naturaleza".

07/08/2002

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