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![]() Misión Médica en Belice Entre Zambia y Xaibé, Cuba Texto y fotos: JUANITA
PERDOMO LAREZADA. Llegó a Belice con la experiencia de Zambia (1988). Recién graduada, el país africano le abrió los brazos y Tania Pérez Espinosa vivió los impactos de una realidad más cruda que la imaginada por ella.
Catorce años después, cumple su segunda misión internacionalista. Ahora en una modestísima clínica de una aldea beliceña. En África juntó pericia y talento para espantar la muerte y el dolor. Aquí, ningún niño desnutrido le mira a los ojos pidiéndole algo de comer. Sin embargo, en ambos espacios del mapamundi, la contribución de la galena villaclareña alcanza igual valía. "Son escenarios muy diferentes. Zambia me hizo madurar demasiado, con solo 22 años. Fue mi estreno como médica y agradezco la suerte de haber figurado entre los primeros 80 egresados del país, con el honor de realizar el servicio social fuera de Cuba. La posibilidad resultó doblemente beneficiosa: completó el sentido humanista de nuestra vocación y nos unió más a la Patria. "A la vuelta de los años, la iniciativa del Comandante Fidel me trae a Belice. En esta centroamericana nación, se percata uno de que el problema es otro: imagínese periodista, no tener doctores en alejadas comunidades, es algo así como que falte agua cuando aparece la sed. "Lo comprobé en cuanto puse un pie en Xaibé. No había terminado de acomodarme en la clínica, cuando trajeron a una anciana. Presentaba un cuadro de hipoglicemia... Si no la medico a tiempo, mire, se hubiese muerto, como pasaba antes de la presencia permanente de facultativos en el área."
En tres años de Programa Integral de Salud (PIS) en predios beliceños —cumplidos en abril— Tania Pérez Espinosa es la segunda especialista en Medicina General Integral que presta colaboración en esta área, enclavada en el norteño distrito de Corozal, territorio fronterizo con la mexicana región de Quintana Roo. Tanto despunta en su faena, que para todo cuentan con ella. "A veces le digo bromeando, oiga, el alcalde soy yo", afirma sonriente Hilario Noh. La principal autoridad del poblado asevera "que Tania se ha ganado el respeto y la admiración de los aldeanos, porque siempre está dispuesta, no solo en sus funciones en la clínica, sino en lo que atañe al barrio. Es la doctora, la amiga, la que organiza una fiesta o un trabajo, como le llama ella, voluntario, para higienizar". Para la facultativa, ha sido vital trasladar hábitos de la medicina preventiva de la Mayor de las Antillas a su pequeño universo, sin pretender alterar demasiado las costumbres de los habitantes de Xaibé. Hoy se recogen los frutos: cero mortalidad infantil y materna, y las enfermedades respiratorias y parasitismo, registran los menores índices, en muchas décadas. "Los méritos, aunque siempre les ponen mi nombre, se deben al apoyo de muchas personas, desde las dos trabajadoras sociales que laboran junto conmigo, pasando por el Comité de Salud, dirigentes, hasta quienes convencidos de lo que representa la presencia de un médico en estos lugares, colaboran en lo que se les pida." La convivencia de cubanos en villas beliceñas, más allá del disfrutado contacto con otra cultura, también incorpora muchos elementos de sus costumbres. Tania no es la excepción. Para la ex directora del policlínico de Remedios y coordinadora jefa de los cooperantes cubanos en el distrito de Corozal, constituye este el principal impacto de la colaboración cubana en lo intrincado de la geografía beliceña. En un angosto cuarto de la clínica de Xaibé habita Tania, aunque muchas familias se disputan tenerla como huésped, prefiere quedarse allí, entre sus rosas favoritas y a solas con las fotos de Melisa Maura, su única y pequeñita niña. "Ella me renueva, es la fuerza para continuar, para cumplir como lo merece la Patria", comenta. Armada de este convencimiento y con una sonrisa que no suele abandonar, Tania Pérez Espinosa lo asegura: entre Zambia y Xaibé, crece mi amor por Cuba. |
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