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04/08/2002
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Capítulo de la historia pasada

A 60 años del desalojo de El Rosario

RONAL SUÁREZ RAMOS

Todos los hombres fueron citados para comparecer ante el juzgado municipal de Viñales el 29 de agosto de 1942. Eran 13 familias que se le habían "atravesado" a Pedro Blanco, entonces arrendatario y más tarde dueño de la hacienda Nuestra Señora del Rosario, con extensión de unas 400 caballerías.

Aquella gente se negaba a votar en las elecciones, más que por razones políticas, a causa de que uno de ellos, devenido líder natural del grupo, era seguidor de Antoñica Izquierdo, la "milagrosa" de los Cayos de San Felipe.

Foto: DANIEL MITJÁNSJaime dice que aún vive 
orgulloso de su comunidad.

Eso iba contra los intereses de Blanco, quien a pesar de ser un connotado explotador se había hecho elegir senador de la República por el partido gobernante.

Manolo Núñez tenía entonces 14 años y recuerda que cuando los hombres llegaron al juzgado fueron detenidos y enviados a Pinar del Río, tiempo que aprovecharon para consumar el desalojo.

Explica que "en 13 carretas tiradas por bueyes, custodiadas por la guardia rural y los sicarios del terrateniente; nos sacaron de las casas y tiraron nuestras escasas pertenencias sobre los vehículos.

"Inmediatamente destruyeron las viviendas y picaron las cercas de los potreros colindantes para que el ganado acabara con los sembrados. Nos llevaron hasta fuera del lindero de la finca, donde descargaron las carretas y se fueron. La solidaridad de los vecinos fue nuestro único amparo."

Más tarde los padres de familia fueron liberados y regresaron, pero ya no tenían casas, ni vegas. Se inició así un peregrinaje, hasta que el dueño de una finca asentada en la loma del Cuajaní los acogió como aparceros.

Uno de los primeros actos de la Revolución triunfante el primero de enero de 1959 fue reparar aquella afrenta. El Comandante en Jefe Fidel Castro orientó construir una confortable comunidad e iniciar el plan de desarrollo agropecuario.

A Manolo, entonces teniente del Ejército Rebelde y poseedor de amplia historia como combatiente clandestino en la capital, primero, luego integrante del frente guerrillero de Pinar del Río, le dieron la tarea de reunir a los desalojados y otros campesinos de la zona, para explicarles el proyecto.

"Nos reunimos en el chalet que pertenecía al dueño de la hacienda. La idea tuvo muy buena acogida y enseguida se empezó a trabajar en la construcción de las 138 viviendas y demás instalaciones sociales del plan agropecuario."

Antero Jaime tiene ahora 88 años. Su familia también fue obligada a desalojar la tierra en 1942, aunque un poco más tarde y por métodos distintos. "Blanco quería desocupar las vegas que ocupábamos como subarrendatarios, para criar ganado en ellas.

"En nuestro caso, rememora, nos puso una fecha para el desalojo y nos marchamos antes, pues sabíamos que ya nada podíamos hacer; la Ley solo servía para beneficiar a los poderosos".

Al triunfar la Revolución, trabajaba en una colonia cañera cuando la administración del plan lo puso al frente de una brigada de preparación de tierras integrada por 60 yuntas de bueyes.

Después vinieron los tractores y operó uno hasta que se jubiló a los 68 años. "Aquí, dice al reportero, crié una familia, toda integrada a la Revolución y sigo orgulloso de esta comunidad. Hijos que tengo en La Habana han tratado de halarme para allá, pero siempre respondo que esta casa me la dio Fidel y de aquí únicamente salgo para el cementerio".

Jaime, aún lúcido y enérgico, puso un ejemplo de cómo eran las cosas allí: "Imagínese, que nos arrendaban la finca, pero las palmas que estaban dentro no las podíamos tocar, pues el palmiche era para alimentar los puercos del terrateniente".

Hoy la Comunidad El Rosario cuenta con 151 viviendas y sirve de asiento a entidades y unidades agropecuarias. Posee seminternado de primaria, tienda de víveres, correo, dos consultorios médicos y círculo social.

Según Orlirio Rodríguez, presidente del Consejo Popular de Puerto Esperanza, se juntan recursos para enfrentar y solucionar el deterioro que han sufrido las viviendas y las edificaciones sociales, principalmente en sus techos de madera y tejas.

Últimamente fueron reparadas 16 casas y ya tienen el financiamiento mediante la colaboración del Proyecto de Desarrollo Humano Local (PDHL) para ejecutar otras 22.

El Rosario tiene como mérito histórico, haber sido una de las primeras comunidades erigidas por la Revolución en el país. Allí también se integró el primer batallón de milicias de la provincia el cual desempeñó un importante papel en la lucha contra bandidos, recuerda Manolo Núñez, quien fuera su jefe.

Del brutal desalojo, a punto de cumplir 60 años, solo quedan vestigios en la memoria de los protagonistas que aún viven, como Antero Jaime, quien es categórico al asegurar que "nadie ha hecho tanto por su pueblo y los humildes como el Comandante en Jefe".

04/08/2002

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