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5 de agosto de 1957 A 45 años del primer intento de huelga general revolucionaria OSMEL FRANCIS DE LOS REYES Transcurría el mes de julio del año 1957. Las acciones para liquidar la tiranía batistiana, se fueron sucediendo ante la firme decisión de las fuerzas revolucionarias que la combatían. A partir del año precedente —1956— el aluvión revolucionario sacudía a la estructura del crimen. En 1956 desde México, Fidel había proclamado el inicio de la "guerra necesaria" y suscribía con José Antonio Echeverría, presidente de la FEU, la conocida Carta de México.
Los hechos se fueron sucediendo en cadena siendo los más significativos el atentado del cabaret Montmatre, donde se ajusticiaba al jefe del SIM —aparato tenebroso— por un comando del Directorio Revolucionario. Asesinato en la Embajada de Haití de 10 compañeros revolucionarios asilados quienes pudieron ripostar y ajusticiar al sanguinario jefe de la Policía batistiana, Rafael Salas Cañizares; el heroico levantamiento del 30 de Noviembre en Santiago de Cuba, acción bajo la jefatura del excepcional revolucionario Frank País para proteger la expedición redentora del yate Granma. El levantamiento del 30 de Noviembre causó bajas sensibles, entre ellas la del valeroso combatiente ex presidente de la FEU de Oriente, Pepito Tey, y después del desembarco del Granma las de Ñico López, Armando Mestre, José Smith y Miguel Cabañas, además de otros. Y en medio del bregar revolucionario la heroica acción de la capital: el ataque al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj el 13 de Marzo. Nuevas bajas se producían, entre las más significativas, y que nos conmoviera profundamente, la de José Antonio Echeverría, con el que habíamos librado tantas batallas. Era necesario secarse las lágrimas, curar las heridas y reiniciar el combate. No podía cejarse un instante en el propósito de hacer añicos a la tiranía. El enfrentamiento requería arreciarse. Las huestes revolucionarias en la Sierra Maestra, con la voluntad de acero de Fidel, alcanzaban nuevas victorias y una superior organización. El Directorio Revolucionario en la capital sufría un nuevo embate de los aparatos represivos de la tiranía. Ahora lo inesperado, terrible, lacerante: Humboldt 7. Un vil delator proporcionaba la información y cuatro heroicos combatientes eran asesinados: Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó, José Machado (Machadito) y Joe Wesbrook. El cuadro resultaba horripilante, pero había que continuar. Faure Chomón, el nuevo Secretario General del Directorio, en su exilio temporal accionaba con la óptica en la guerra de guerrillas y desarrollaba los preparativos para reiniciar la lucha. De inmediato el reagrupamiento de los combatientes, el recibo de las armas, la circulación de los bonos para procurar los recursos necesarios y el diseñar los nuevos objetivos de combates, esencialmente el dirigido a crear el frente guerrillero del Escambray con la presencia organizadora de Ramón Pando Ferrer y Enrique Villegas, mártires gloriosos de la Patria. En medio del fragor revolucionario otra noticia desgarradora, impactante, conmovedora: Frank País, el decidido, el de los ojos soñadores, el callado, el exigente, caía junto a su compañero Raúl Pujol, en las calles de su heroica Santiago de Cuba. Parecía que el mundo se nos venía encima. Golpes tras golpes en tan limitado espacio. De inmediato la información de que en el sepelio de ambos combatientes, en el cementerio de Santa Ifigenia, se hacía el llamado a la Huelga General Revolucionaria, originando la paralización de la provincia de Oriente y seguidamente Camagüey y Las Villas. No cabía otra alternativa, era necesario hacer el llamado también en La Habana, la capital. De inmediato los contactos con los compañeros de las organizaciones revolucionarias: 26 de Julio, Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario. Se producía la reunión en el Convento de San Francisco de Asís, frente al puerto de La Habana. Algunos eran de la opinión de que no existían las condiciones, pero la suerte estaba echada, era necesario convocar al propósito revolucionario y de ahí la decisión de hacer el llamado en la capital para el lunes 5 de agosto de 1957. Se ponían en tensión todas las fuerzas. Las proclamas convocando a la huelga, la toma de la emisora de música indirecta donde se leyó el comunicado, los contactos con los dirigentes obreros revolucionarios de los sectores del transporte urbano, carga por camiones, ferroviarios, metalúrgicos, telefónicos, eléctricos, tabacaleros, del comercio, entre otros. José Pellón, por la Sección Obrera del 26 de Julio y Luis Fajardo Escalona, como representante del Partido Socialista Popular y el autor a nombre del Directorio Revolucionario, integrábamos el núcleo central de dirección. El 5 de agosto, unido al llamado a la Huelga, se ejecutaban acciones como la destrucción a granadazos de la Casa Zayden, en Calzada entre 12 y 14 en el Vedado, dedicada a la venta de televisores que se traían de contrabando desde Miami por personeros de la tiranía; la explosión de la caldera de la Fábrica de Aceite El Cocinero, ubicada al borde del Río Almendares, al lado del Puente de Hierro, o la paralización violenta de las rutas de ómnibus 3 y 5 de Guanabacoa, por poner algunos ejemplos. Al retrotraernos a la fecha recordamos la actitud combativa de los dirigentes obreros revolucionarios como Rodrigo Lominchar, Orlando González (Gonzalito), Conrado Arencibia, el Viejo Lago, ferroviario, Enrique Díaz. En las acciones, a Guillermo Jiménez (Jimenito) y nuestro inolvidable Tavo Machín, caído una década después junto al Che en Bolivia; a Andrés (Cheo) Silva en los trabajos organizativos; a Arnol Rodríguez proporcionando los vínculos con la Sección Obrera del Movimiento 26 de Julio; a Gabriel Molina y Adalberto Pérez Sierra, garantizando las proclamas y haciendo los contactos con el Partido Socialista Popular mediante Hugo Vázquez y la actitud de Inés María, que había proporcionado su apartamento de Valle No. 102, tercer piso, esquina a San Francisco donde se hicieron los encuentros fundamentales y se guardaron las proclamas y granadas. Han decursado 45 años del primer intento de Huelga General Revolucionaria en la capital, la del 5 de agosto de 1957 y que tuviera como causa convocante la caída del inolvidable Frank País, al cual como un canto de guerra sus compañeros en La Habana le rindieron honor con coraje y decisión. Miles de trabajadores se incorporaron a esta jornada, siendo un número considerable detenidos y separados de sus puestos de trabajo. A su vez sirvió como antecedente a la convocada siete meses después, el 9 de abril de 1958. Luego de la derrota militar y política de la tiranía, con el Ejército Rebelde a las puertas de Santiago de Cuba y en el centro de la Isla, ante la intentona de los altos jefes militares de frustrar la victoria del pueblo, Fidel hacía el llamado a la Huelga General Revolucionaria el 1ro. de Enero de 1959. Se había alcanzado la victoria. |
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