Paraguay

La explosión de turno

JOAQUÍN RIVERY TUR

Los dos muertos, 17 heridos y par de centenares de detenidos en las jornadas del lunes en Paraguay pasarán inmediatamente a formar parte nebulosa de las estadísticas de un continente donde los brotes violentos se repiten frecuente y peligrosamente.

Las manifestaciones ocurridas en diversas localidades, incluyendo la capital Asunción, dejaron ver la situación de inestabilidad propia de la nación mediterránea sudamericana, pero también el trasunto de hastío por toda la geografía latinoamericana, de poblaciones cansadas de que el hambre cabalgue sobre ellas al pelo.

Las protestas fueron múltiples y simultáneas y las acusaciones principales sobre sus promotores fueron dirigidas al ex general Lino César Oviedo y sus seguidores, pero aprovechadas también por otras agrupaciones para reclamar la renuncia del mandatario Luis González Macchi, quien prefirió responder con el estado de excepción.

Estamos solo a ocho meses del inicio de los estallidos en serie en Argentina, a semanas de los sucesos de Arequipa en Perú o de las manifestaciones en el mismo Paraguay —que pararon de cuajo la continuación de las políticas de privatización—, a días de la demostración de fuerza campesina e indígena de Bolivia y a segundos del recrudecimiento de la huelga de la salud de Ecuador y la sublevación de San Salvador Atenco, en México. Un aparte para el rescate popular del presidente Hugo Chávez en Venezuela.

Todos son reventones de las ampollas que el neoliberalismo y la unipolaridad han ido creando en América, pretendiendo que la liturgia aburrida de la democracia representativa puede aliviar los males que se acentúan fuera de los barrios residenciales con policía privada. El folclor áspero de las elecciones hace cada día más intolerantes a los que fermentan sus necesidades esperando una ráfaga de justicia.

Paraguay se insertó en ese paisaje típico latinoamericano de inestabilidad política y los sucesos del martes son solo la expresión de la ingobernabilidad que se acrecienta con el desastre social.