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![]() Si vas al teatro, espera por Virgilio ANDRÉS D. ABREU — ¿Te imaginas si Virgilio estuviese aún entre nosotros? — Solavaya, Piñera a los 90 años no quiero imaginarlo. ¡Las cosas que diría de este siglo! — Pero él era tan bueno... Así puede que se le recuerde a Virgilio Piñera en una de esas familias cubanas que él recreó en sus escenas, con el mismo acento sarcástico y cuestionador que sembró en cada uno de los integrantes de su seno teatral. Así y de otras muchas, diversas y siempre polémicas maneras se le tiene que recordar. Pero igualmente con un cariño raro, con un enamoramiento abrupto y pasional plagado de maldiciones y bendiciones con la misma intensidad. Y luego, más bien en la lejanía de su aureola de ser singular, Virgilio nos obliga a pontificarlo como el gran dramaturgo que fue y es. Por eso en este verano lleno de ofertas escénicas y siempre caluroso, incluso para los que tienen Aire frío en su habitación, Virgilio invita a salir al encuentro de esas tablas sobre las que se confesaba y donde hacía de la vida y la nación un espectacular y disfrutable dilema. Aprovechar las noches o esas tardes de domingo para coexistir en esos relatos contados por actores, y que generalmente hablan de los mismos serios problemas que dejamos al cerrar la puerta o en el transcurso del tiempo y el trayecto por las calles, pero que dotados de los jugos saboreables de la fantasía teatral se vuelven, sino soluciones, al menos proposiciones de cómo asumir nuestros días de cubanos y universales. Eso sí, si va al teatro espere por Virgilio. Puede que lo encuentre en la cola, pero de seguro alguien se percatará de su presencia y lo invitará a pasar evitándole incomodidades a la merecida reputación de su personalidad. No se preocupe por perseguir un espacio en específico donde alguien le juró verlo. El estará sentado en cada sala cubana sea cual sea y de donde sea la pieza que transcurra sobre el escenario. Ah, pero si prefiere sentirse más que acompañado de su alegoría cuestionadora por todas partes y se atreve a discurrir con su propio lenguaje mordaz, nacional y perdurable, Teatro de La Luna tiene el placer de ofrecerle algunas partes nada envejecidas de Piñera. Entonces tendrá que buscar una butaca en la sala Covarrubias del Teatro Nacional. Allí estarán nada más y nada menos que Electra Garrigó (23 al 25 de julio) y Los siervos (1ro al 3 de agosto), y se producirá hasta La boda (18 al 21 de julio) con El album incluido (26 al 28 de julio). Si usted sabe cómo son las fiestas en Cuba, no se le ocurra aparecerse al final de esta que le ofrecen para celebrar en julio y agosto los 90 de nuestro genial y vanguardista dramaturgo. Y si su intención es darle un saludo de cumpleaños y acompañarle, mucho menos demórese, porque Virgilio, paraguas en mano por si llueve, ya salió para el teatro. |
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