Acotaciones

La emoción regresa con música

AMADO DEL PINO

PARA MATAR a Carmen (julio en la cartelera del Bertold Brecht) es de las obras menos conocidas de nuestro formidable dramaturgo y director José Milián. Sin embargo en este texto, estrenado en 1990, coinciden dos de las grandes preocupaciones del autor de Vade retro. Está aquí la palabra nítida y el reflexionar hondo de Milián, pero también su pasión por el espectáculo lleno de sonidos y ritmos.

Ahora, al retomar el singular título, el autor sintetizó el argumento y dejó fuera algunas situaciones y parlamentos. La historia de Carmen —manejada de una forma un tanto policial— sigue interesando por la sobriedad y fuerza de las pasiones en juego, por la agudeza de los planteamientos y el sabio entrar y salir de lo trágico. Menos interesantes me resultan, a estas alturas, el uso de citas de otros autores y la presencia del teatro dentro del teatro.

La puesta en escena es sintética y los objetos que aparecen en el escenario son portadores de un sentido dramático. Un lugar protagónico alcanza la banda sonora (a cargo de Enrique Jaime), pues logra establecer un contrapunto afectivo y colabora con la vocación juguetona y la fluidez del espectáculo. Eficaces, una vez más, las luces de Saskia Cruz.

En los trece años de intensa labor del Pequeño Teatro de La Habana, pocas veces su elenco alcanzó un desempeño tan coherente y parejo. Kirenia Arbelos demuestra un notable ascenso en su carrera y logra llevar el ritmo del montaje. Efectiva también la contraparte de Olga Lidia Alonso. Gilberto Subiart ofrece una amplia gama de incorporaciones, logrando el equilibrio entre la caracterización y la voluntaria caricatura. Simone Balmaseda recuerda que puede ser utilizado como comediante; Luis Mario Alonso pudo sacar más poesía a ese hombre que no cesa de regalar flores, pero, junto a Yelina Rodríguez, logran, con la pareja de ancianos , momentos de vitalidad y frescura. Se agradece el aporte de Estherlierd Marcos que redondea la imagen de la polémica y atractiva Carmen.